31 de marzo de 2011

GERVASIO ORTIZ DE ROZAS, EL HERMANO DESCONOCIDO DEL RESTAURADOR

Gervasio Ortiz de Rozas

La genealogía de la familia Ortiz de Rozas suele olvidarse de unos cuantos de sus miembros, entre los que pueden nombrarse a Gervasio, alias “El Cardo”, hombre que nunca logró contraer nupcias y que por ese mismo motivo no dejó descendencia. Había nacido el 20 de agosto de 1801 en Buenos Aires, y vivió poco más allá de la caída de su hermano, el Restaurador de las Leyes, hacia 1855.


Antes de involucrarse en asuntos políticos, Gervasio Ortiz de Rozas se había dedicado al comercio, permaneciendo en calidad de tendero durante varios años.


El 25 de enero de 1830, debido a la escasez de efectivos policiales que cuidaban las extensiones de la campaña, el gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas decretó de urgencia “proceder al restablecimiento de la Policía de Campaña, y que el número de Comisarios que ha existido es insuficiente por la vasta superficie que comprenden los respectivos distritos, para que puedan llenar debidamente sus funciones”, por lo cual fue dividido el territorio de la campaña en veintiún secciones, cada una de las cuales estaría a cargo de un comisario. De ahí, que la primera actividad en la función pública que se le conoce a Gervasio Ortiz de Rozas corresponde al 27 de enero de 1830, fecha en que fue nombrado comisario de Campaña de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, donde debía velar por la seguridad de los partidos de San Pedro y Baradero.


Casi un mes más tarde, le fue conferida una comisión extraordinaria por la que se le otorgaban amplios poderes para vigilar el sur de la Provincia de Buenos Aires, responsabilidad que incluía varias facultades de importancia. En ese sentido, el decreto del 20 de febrero de 1830, que llevaba las rúbricas de su hermano Juan Manuel de Roosas y la del ministro de Gobierno, general Tomás Guido, especificaba lo siguiente:


“Por cuanto es indispensable para el reposo y prosperidad de la Provincia al Sud de ella, que inmediatamente se proceda al arreglo de sus milicias, a la organización y policía de sus Pueblos, al servicio de los Juzgados de Paz, Alcaldías, y tenencias de partidos, al arreglo de postas, distribución de tierras, y a preparar todos los elementos de seguridad en la frontera, no solamente para la buena disposición de los medios de defensa, sino para la consolidación de la paz con las tribus fronterizas: por tanto y no permitiendo las atenciones del Gob° que atienda inmediatamente y con la prontitud y escrupulosidad que exige el interés público a todos y cada uno de los indicados objetos, y teniendo la más amplia confianza en el patriotismo, honradez y celo del Coronel Dn. Gervasio Rosas, he venido en autorizarlo omnímodamente para que se ocupe por sí y en persona por toda la Sección del Sud en todos los puntos que abraza el presente despacho, y en todo aquello que a su juicio pueda contribuir al bienestar de los habitantes de la campaña, obrando al efecto con toda la plenitud de autoridad que le estaba acordada al Comandante Grl. de Campaña después de las transacciones de 24 de Agosto de 1829 con la condición de dar cuenta por conducto de los respectivos ministerios; en virtud de lo cual todas las justicias civiles y militares de la Sección al Sud de la Campaña no solamente prestarán al coronel Dn. Gervasio Rosas la más eficaz cooperación y auxilios que requiera para el buen desempeño de su comisión, sino que en el caso inesperado de una invasión de naturales, los jefes de los Regimientos de línea y milicias, destinados a defender la frontera en la indicada sección, los Jueces de Paz, Alcaldes, Comisarios y demás justicias, obedecerán y cumplirán las órdenes que el expresado coronel diese, como si la recibiesen del Comandante General de Campaña…”.


Este hermano menor del Restaurador va a ser evaluado por los cronistas de su época como un hombre más bien parco y de poca vida social. Su sobrino Lucio V. Mansilla, así describió la personalidad y los modismos de su tío Gervasio Ortiz de Rozas: “Era como sus otros dos hermanos un hombre genial, con rarezas –rasgos peculiares a los varones de esta familia-, y así como Juan Manuel por tendencia o por sistema quería exteriorizarse, sobresalir o distinguirse, él, por el contrario, amaba la penumbra, casi la soledad, leyendo libros que otros no leían, limitando en cuanto podía sus amistades, que eran casi todas íntimas. Hablaba poco, era pulcrísimo en su persona, condición de todos los Rozas, no daba ni recibía bromas, no era expansivo, aunque ocultara ternezas íntimas y fuera muy aficionado a las mujeres, poniendo en ello suma discreción”. Otro análisis hecho por Mansilla sobre “el Cardo” señala que era de baja estatura, metódico e infatigable en el trabajo.


PROTECTOR PATERNAL DE MITRE


Una muestra de la cordialidad manifestada por los federales ante algunos de los más encumbrados dirigentes del unitarismo salvaje, resulta ser la estrecha relación paternalista que existió entre Gervasio Ortiz de Rozas y el novel Bartolomé Mitre.


A los 30 años de edad –estamos ubicados por 1831-, Gervasio era un hombre vigoroso, de cuantiosa fortuna y de ideas liberales, dueño de una fuerte personalidad que no admitía la tutela del gobernador Juan Manuel de Rosas para la toma de ninguna decisión que incumbiera a ambos. Entre los pocos contactos externos que tenía, estaba la familia de doña Josefa Martínez, la madre del futuro presidente Bartolomé Mitre. En razón de que éste nunca tuvo afición ni capacidad para efectuar trabajos de campo, Gervasio Ortiz de Rozas decide hacerse cargo del niño Mitre para intentar formarlo en las duras tareas de los sembrados y los ganados, para hacer de él “un hombrecito”, llevándolo a su estancia del Salado.


La vida de campo va formando entre ambos una relación paternalista en la que Gervasio le enseña a Bartolito, bondadosamente, los quehaceres de los trabajos camperos, algo que en el seco “Cardo” constituye una excepción en su trato habitual.


No obstante esta pedagógica educación campestre, Mitre se sentía atraído por otro tipo de actividad. Recordemos que Gervasio Rozas era un hombre de mucha cultura, y, por ende, propietario de una muy completa biblioteca que, por esas cosas del destino, puede decirse que fue la primera fuente intelectual de Bartolomé Mitre, dato del que casi nadie hace referencia. Con el tiempo, el “Cardo” notó que el joven se pasaba leyendo varios libros por día, en lugar de dedicarse a los trabajos rurales.


No se conoció jamás, ni cuando Mitre llegó a ser presidente de la Nación, escrito alguno en la que el unitario salvaje agradeciera al hermano menor del Restaurador el que le haya facilitado, en su niñez, aquella biblioteca olvidada que, sin lugar a dudas, resultó ser el puntapié inicial de su basamento intelectual y doctrinario.


CON LOS "LIBRES DEL SUR"...

Al parecer, Gervasio Ortiz de Rozas estuvo implicado, aunque en un grado menor, con los revolucionarios y hacendados que se sublevaron contra Juan Manuel de Rosas en las ciudades de Dolores y Chascomús, hecho que pasó a la historia como la “Revolución de los Libres del Sur”. Afectados por una legislación que tendía a beneficiar a los gauchos que podían transformarse, por un decreto del 28 de mayo de 1838, de simples enfiteutas a propietarios territoriales, y ante el peligro que suponía estar en el bando unitario, lo cual acarreaba la expropiación de sus tierras, los sediciosos no dudaron en atentar contra la autoridad legal de su patria con ayuda del dinero y la logística francesas. Pero, además, el deterioro de los rebeldes provino de la propia Francia, cuya escuadra naval había implantado un bloqueo que impidió que los productos argentinos fueran exportados a los mercados del mundo, resultando de ello el malestar económico y financiero de los estancieros enconados.


Por ese tiempo, las relaciones entre el Restaurador y su hermano Gervasio no andaban del todo bien, situación que empeoró a medida que aquél fue recibiendo los rumores que hablaban de la posible colaboración del “Cardo” con los hacendados unitarios que fomentaron la revuelta. Es, precisamente, de esta etapa como opositor de la Federación que proviene el sobrenombre con que lo inmortalizó Juan Manuel de Rosas: “Cardo” o “Gervasio Cardo”, daba lo mismo para motejarlo por ser un hombre seco, de pocas palabras y eventual enemigo del régimen.


Con el correr de los días, cuando Pedro Castelli y Manuel Rico, cabecillas del intento subversivo, fueron derrotados el 7 de noviembre de 1839 en la batalla de Chascomús por el coronel Prudencio Ortiz de Rozas, las tropas federales iniciaron la ofensiva en busca de los demás colaboradores de la sedición, entre los que se encontraba “Gervasio Cardo”.


En plena persecución, se sabe que don Gervasio ordenó a los artilleros de la batería construida en la boca del Salado que entregasen el puesto a los bloqueadores, o sea, a los franceses, con la idea de garantizar un salvoconducto a los derrotados unitarios dispersos, para que de esa manera pudieran huir de la provincia de Buenos Aires por agua. Una vez cumplimentada esta impía ayuda, el “Cardo” huyó a Montevideo, donde manifestó a Buchet-Martigny (Cónsul General del Rey de Francia) que él y otro hacendado eran los únicos que no habían tomado parte en la rebelión. Asimismo, ordenó a un peón suyo a que vaya a la casa de su madre, Agustina López de Osornio, para manifestarle que no iba a combatir contra sus hermanos mientras permaneciera en tierras uruguayas.


Al poco tiempo, regresó a Buenos Aires donde quedó bajo arresto domiciliario. Continuó manifestándose opositor a Juan Manuel de Rosas, por lo que las sospechas continuaron recayendo sobre Gervasio. Hacia octubre de 1840, la amenaza del general unitario Juan Lavalle de invadir Buenos Aires parecía un hecho consumado, si bien nunca llegó a materializarse en los hechos. Sin embargo, también durante aquellas críticas jornadas Gervasio Ortiz de Rozas sufrió por varias semanas el infortunio de la prisión, sanción que le fue levantada una vez que Lavalle y sus fuerzas se alejaron de la ciudad portuaria. Allí, pues, aprovechó el hermano menor de Rosas para escaparse nuevamente hacia Montevideo, pero esta vez fue mal recibido por los unitarios exiliados, quienes sospecharon de su lealtad para con la causa de los “Libres del Sur”. Esto hizo que para 1842, regresara a la Confederación Argentina y arreglara los diferendos que mantenía desde hacía años con Juan Manuel de Rosas.


Desde ese último año y hasta la caída de su hermano en la batalla de Caseros, Gervasio Ortiz de Rozas se desempeñó como diputado provincial. Dada su soltería, vivió hasta que murió en la legendaria estancia del Rincón de López, propiedad que había pertenecido a su madre, Agustina López de Osornio. En este sitial, tuvo un saladero y algunos amoríos con una niña de familia tradicional, a quien dejaría de herencia esta vieja propiedad. Murió en 1855, sin llegar a asumir la diputación provincial que había obtenido en ese mismo año.


Por Gabriel O. Turone



Bibliografía


- Chávez, Fermín. “Rosas. Su Iconografía”, Tomo II, Editorial Oriente, Buenos Aires, Agosto 1970.


- Ortiz de Rozas, Alfredo. “Rosas y el Odio Mitrista”, Revista del Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, Marzo-Abril de 1943.


- Puentes, Gabriel A. “La intervención francesa en el Río de la Plata”, Ediciones Theoría, Buenos Aires, Noviembre de 1958.


- Romay, Comisario Inspector (R) Francisco L. “Historia de la Policía Federal Argentina”, Tomo II (1820-1830), Editorial Policial, Buenos Aires 1980.


- Soaje Pinto, Manuel Alfredo. “Linaje Ortiz de Rozas”, Genealogía. Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Buenos Aires 1979.

28 de marzo de 2011

RESUMEN DE LA CONFERENCIA "UN PATRICIO DEL REVISIONISMO, DON CARLOS IBARGUREN", DE FEDERICO ADDISI

Federico Ibarguren Uriburu

El que sigue es un breve resumen de la conferencia "Un patricio del revisionismo, don Carlos Ibarguren", dada por el Sr. Federico Gastón Addisi el miércoles 15 de abril de 2009 en la sala de conferencias del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas". La plática se encuentra en diversos videos que fueron subidos, oportunamente, en el portal "Youtube". Interesante conferencia de Carlos Ibarguren, un escritor que hoy ha pasado al olvido pero que, sin embargo, obligatoria resulta su lectura a la hora de tener una perspectiva genuina de nuestro devenir histórico:



Nació en Salta el 11 de abril de 1877, y falleció en Buenos Aires el 3 de abril de 1956.


Los padres de Carlos Ibarguren fueron Federico Ibarguren y Margarita Uriburu, y su abuelo fue Antonio Ibarguren, quien estaba casado con Elena Díaz Niño. Fueron tíos de Carlos, doña Rosaura Castro y Luis Güemes (hijo del gaucho general). Otros de sus tíos fueron Francisco Uriburu (fundador del periódico "La Fronda", diario oficial del régimen golpista del general Uriburu de 1930) y Dolores Uriburu, que era prima de aquél.


Carlos Ibarguren casó con María Eugenia Aguirre, y tuvo 7 hijos: Carlos, Enrique, Magdalena, María Eugenia, Federico, Jorge y Josefina.


Siendo niño, se dirige a Buenos Aires con su familia, siendo en esta época Ricardo Gutiérrez (el que le da el nombre al Hospital Gutiérrez de Buenos Aires) su médico personal. En 1913, Carlos Ibarguren fue funcionario de Sáenz Peña (Ministro de Justicia e Instrucción Pública).


En 1928 viaja a Europa, y a su regreso se entrevista con el general José Félix Uriburu. Fue interventor en la provincia de Córdoba, y crea allí el Consejo Económico de la provincia y la Junta Ejecutiva de los Granos. Carlos Ibarguren tuvo unos primeros contactos con el Partido Demócrata Progresista en su juventud.


Escribe tal vez su obra fundamental, "Juan Manuel de Rosas. Su Vida. Su Drama. Su Tiempo", en 1930, la cual tiene su origen en una serie de charlas que dio a lo largo de 2 o 3 años en la universidad. No dejará de referirse a Rosas, en varios pasajes, sino como "dictador" y "tirano". Veía en él una suerte de monarca, y como todavía no se reivindicaba a otros caudillos, tales como Felipe Varela o el "Chacho" Peñaloza, para la época a éstos dos Ibarguren los retratará como personas que se ponían al frente de "hordas" o de "bárbaros". El tiempo pondrá las figuras de los caudillos federales en su totalidad en el lugar correcto de patriotas y gauchos honrados.


En 1946 escribe "El Sistema Económico de la Revolución", donde defiende algunas de las medidas del nuevo sistema peronista. En dicha obra defiende, por ejemplo, la nacionalización del Banco Central que ese mismo año había llevado a cabo el general Juan Perón. Inclusive, Carlos Ibarguren fue consultor en el proceso de nacionalización del Banco.


En su autobiografía, Ibarguren se detiene en el año 1943, y nada nos dice o aclara sobre el peronismo. Ideológicamente se sabía admirador básicamente de los regímenes Nacionalsocialista y el Fascismo italiano. Hablaba de tener una "sociedad organizada", término muy empleado por el propio Perón en su doctrina.


Uno de los hijos de Carlos Ibarguren, Federico, colaboró en la revista "Cabildo".

20 de marzo de 2011

HIMNO A ROSAS




Oh! gran Rosas, tu nombre es recuerdo
de grandeza justicia y verdad;
que este canto repitan los bardos,
como ejemplo a la posteridad.

General de estirpe estanciero,
restauraste la ley y el honor;
a un pueblo que ya agonizaba,
olvidando su mayo esplendor.

Migueletes dio el púrpura grana,
a milicias que a costas vistió...
colorado del monte cerrillo,
frente al pampa el acero templó.

Obligado fue el símbolo cuna,
de la estoica Confederación...,
enfrentando a un fiero enemigo,
con Mansilla el herido cañón.

Coro

Gloria eterna al bravo soldado
Gloria eterna de Rosas honrar
Que lo canten del sud hasta el norte
Que resuene del Ande hasta el mar.

Labrador transformado en guerrero,
que los campos del sud recorrió,
sosteniendo el honor de la patria,
San Martín con el sable le honró.

Renovemos de Rosas virtudes,
que el respeto impone al honor,
reviviendo al presente las glorias,
de la patria el antiguo esplendor.

Si firmeza otrora pudiera,
restaurar la ley como ayer,
y a la patria amada le diera,
el orgullo que no debió perder.

Y al caer traicionado el soldado,
por el crimen de lesa Nación,
sus hazañas galopan los vientos,
como aldaba de resurrección.






Por el Prof. Carlos Adamo Barbera


15 de marzo de 2011

ACTO EN HONOR DEL ILUSTRE RESTAURADOR JUAN MANUEL DE ROSAS A 134 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO

Resguardados por la Cruz de Malta y el pabellón de la Santa Federación, los integrantes de Jóvenes Revisionistas, ORP y ASIMM recordaron a don Juan Manuel de Rosas.


El 14 de marzo despuntaba. Habían pasado algunos minutos de las 8 de la madrugada cuando, en silenciosa caminata, los integrantes de Jóvenes Revisionistas (JR) y de ASIMM (Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios) se dirigieron hasta la bóveda de la familia Ortiz de Rozas, para recordar un nuevo año, el 134, del fallecimiento del brigadier general Juan Manuel de Rosas. Poca gente por los pasillos angostos del cementerio de La Recoleta, y la estatua de Alberdi estaba allí, en lo alto, soberbia, dándole la espalda a la prole del Restaurador, que descansa para siempre.

La entonación del Himno Nacional Argentino se oyó con estridencia, como solamente Rosas lo merecía, por tanta dedicación brindada a la patria. Luego, el secretario de Relaciones Institucionales de JR, Diego Mazzella, anunció al compañero trabajador Ariel, de ASIMM, para que brinde unas sentidas palabras que fueron atentamente escuchadas por todos los presentes. “Cuando el 14 de marzo de 1877 pasaba a la inmortalidad el hoy homenajeado –dijo en un pasaje el trabajador de ASIMM-, ya la tinta de Sarmiento y su logia de traidores empezaba a escribir la página más falaz de la historia argentina, denostando a quien reimplantó el orden, el respeto a las leyes y a las instituciones”.

Más tarde, expresó unos conceptos alusivos el secretario adjunto de ASIMM, Maximiliano Arranz, el cual volvió a reiterar algo que ya había manifestado en el homenaje a Juan Facundo Quiroga, en febrero último, en cuanto a que no hay que pensar la lucha por la patria desde posturas de izquierdas y derechas, puesto que ambas coinciden en sus propósitos por tratarse de ideologías disgregadoras del ser nacional y su idiosincrasia. Dijo que Rosas, en su defensa de la soberanía nacional, tuvo que hacer frente a personajes que adoptaron dichas concepciones originadas a partir de la funesta Revolución Francesa masónica de 1789.

Gabriel Turone, presidente de Jóvenes Revisionistas, tomó la palabra luego del secretario adjunto de ASIMM. Aquí está el testimonio que dejó a los militantes y trabajadores que yacían apostados delante del sepulcro del Restaurador de las Leyes:


Compañeros, camaradas, señoras y señores:

Ante la bóveda de la familia Ortiz de Rozas, nos encontramos hoy los representantes de tres organizaciones hermanas que tienen como premisa y norte revalorizar los hechos más gloriosos de uno de los más grandes estadistas y gobernantes de la historia argentina, el brigadier general Juan Manuel de Rosas, al cumplirse 134 años de su fallecimiento.

Tanto en la vida como en la muerte, Juan Manuel de Rosas fue uno de los máximos chivos expiatorios que tuvieron los enemigos de la nacionalidad para endilgarle crímenes inexistentes, o bien, cuando la locura de la mentira fue más allá, para enrostrarle los males del país en materia de educación, institucionalidad o cultura. Y por si fuera poco, una vez apagada la vida del Restaurador, sus dos períodos como gobernador fueron resumidos por estos pensadores del cipayismo con apenas 3 o 4 calificativos tales como el de “tirano”, “déspota” o “bárbaro”. Apenas un puñado de palabras para abarcar sus 20 años al frente de la provincia más importante de la república, período signado por los asedios permanentes y las guerras interminables.

La conclusión de que Rosas fue un arquetipo del dirigente nacional que todos deseamos para el país, nos llega por la clarividencia que tuvo el mismo don Juan Manuel, a quien con total razón podemos catalogar de ‘proto-revisionista’, pues, en vísperas de Caseros, en lugar de llevarse al exilio sus bienes y riquezas, prefirió colocar en cajones la mayoría de los documentos administrativos de su gobierno para que, salvados de la quemazón que les aguardaba, el día de mañana, que bien puede ser el presente, nadie pueda proferir que Rosas fue un ladrón o un traidor a su pueblo.

Así, los documentos que por años estuvieron en poder de su hija Manuelita Rosas Terrero en Londres, Inglaterra, un día fueron descubiertos por un masón y funcionario de Bartolomé Mitre, don Adolfo Saldías, el cual, sorprendido por el hallazgo que acababa de protagonizar, publicó una obra que golpeó el armazón oxidado de la historiografía liberal que estaba pobremente sostenido con mentiras y ocultamientos. Saldías pidió que su obra se editara en Argentina, pero nadie quiso tomar semejante responsabilidad, terminando de hacerse en una editorial francesa.




El presidente de Jóvenes Revisionistas, Gabriel Turone, dirigiéndose a sus compañeros y camaradas en el acto por el 134 aniversario del paso a la inmortalidad del Restaurador.



A partir de este hecho, Rosas dejaba de ser aquel “tirano”, “déspota” o “bárbaro” que nos contaron los broncíneos Sarmiento, Vicente Fidel López o Bartolomé Mitre, pasando a transformarse, por la verdad de los papeles, en el amigo de los indios, de los mulatos, de los negros y de los gauchos, es decir, de todos aquellos sectores que habitaban nuestro suelo pero que solamente servían, hasta antes de 1829, como ‘carne de cañón’ para las elucubraciones no siempre claras de los logistas y vendidos al oro extranjero. Que, además, había sido el heredero del sable corvo del Libertador San Martín, y el defensor heroico de la soberanía nacional. Que representaba, asimismo, la cara visible de la única administración pública que había derrotado diplomáticamente a los ingleses y a los franceses después de las acciones bélicas, cuando no el primer gobernador que empezó con los reclamos anuales, ante la Legislatura de Buenos Aires, de los derechos inalienables argentinos sobre las Islas Malvinas, reclamos que ahora se hacen con total naturalidad por parte de cualquier mandatario.

Las universidades, las escuelas y demás establecimientos educativo-culturales de la Federación no cerraron un solo día mientras gobernó Juan Manuel de Rosas, pese a las vicisitudes económicas que su régimen debió padecer por los largos bloqueos llevados a cabo por Francia e Inglaterra. Inclusive, muchos salvajes unitarios que luego atacaron con denuedo a Rosas desde el exilio, o desde el interior, eran profesionales recibidos en los claustros argentinos durante su administración como Marco Avellaneda, Vicente Fidel López, Emilio Agrelo, Pastor Obligado, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Félix Frías, etc., etc.

A su vez, descubrimos que Rosas fue un eminente forjador de pueblos fronterizos, prósperas ciudades que con el correr de los años se han transformado en centros de producción agrícola-ganaderos e industriales de primer nivel, como Azul, Bahía Blanca, Chivilcoy, Dolores, Tandil, Las Flores, Lobería, Saladillo, Mar Chiquita, 25 de Mayo y Bragado, entre tantas otras.

Las economías provinciales, las cuentas del Erario Público, la aplicación de las leyes y de todo el andamiaje jurídico vigente de la época sobresalieron gracias al sello inconfundible del hombre de orden que fue Don Juan Manuel de Rosas.

Antes de la vil traición de Urquiza que se consumó en Caseros, la Confederación Argentina rosista iba en camino del restablecimiento del antiguo Virreinato del Río de la Plata bajo una política auténticamente criolla, que no necesitaba prestarle atención a las recetas foráneas que luego, con saña espectacular, nos indujeron a nuestro extravío y a la condición de colonia de los centros de poder mundial.

Al fin y al cabo, nada más realista a la hora de sopesar su obra al frente de la patria durante tantos años que aquella frase llena de veracidad y justicia que expresara el Restaurador y que decía que “si más no hemos hecho es porque más no hemos podido”. Rosas no había hecho más porque las circunstancias no se lo permitieron, porque los traidores a la causa argentina dieron su malévola estocada final contra todo lo que nos había costado años forjar para ser libres, justos y soberanos. Y con su derrocamiento, hubo condiciones óptimas para perpetrar las desgracias futuras que padeció Hispanoamérica, como el bombardeo a Paysandú, la Guerra de la Triple Alianza, el aniquilamiento de las últimas montoneras federales, la pérdida de las Misiones Guaraníes y el triunfo de la masonería inglesa en todos los países de la región.

A 134 años de su muerte, queremos seguir sosteniendo su recuerdo permanente a fin de que sirva como ejemplo para los que, imitando su dedicación y su coherencia, libren a la patria del yugo hasta ahora imbatible de la servidumbre y el ninguneo, y también para que tengamos los argentinos, una visión esclarecida y purificada de las hediondas excrecencias de los que vituperaron su ilustre nombre y servicios patrióticos.

¡Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, DESCANSE EN PAZ!

Muchas gracias.”



El último orador de este homenaje que se le ha hecho a Rosas fue Federico Gastón Addisi, conductor de la Organización Resistencia Peronista (ORP). Entre otras cosas, él se preguntó cuántos presidentes o figuras principales de la política argentina, como don Juan Manuel, tuvieron el recaudo y la valentía de guardar y llevarse consigo los documentos públicos y privados de sus gobiernos para que la historia no los juzgue mal a posteriori. A su vez, elogió el esfuerzo de los presentes que estaban a las 8 de la madrugada de un día laboral en un cementerio y rindiendo honores a un prócer argentino del siglo XIX.



Federico Addisi, conductor de la ORP, también estuvo presente en el homenaje frente a la bóveda de los Ortiz de Rozas.



La bóveda del Señor de las Pampas ya estaba cubierta por una corona de laureles y algunas banderas, una de las cuales era la de la gloriosa y siempre invicta Confederación Argentina que muy honrosamente había llevado adelante, en tiempos gauchos, el Gran Americano.


Por Jóvenes Revisionistas

9 de marzo de 2011

LA COMANDANCIA DE LOS SANTOS LUGARES DE ROSAS HOY (2011)



Así luce hoy la Comandancia de los Cuarteles de los Santos Lugares de Rosas, donde habitó el Restaurador de las Leyes en los momentos más críticos de las guerras contra los unitarios y las potencias extranjeras.

La imagen muestra el frente de dicha edificación, lo único que quedó de una de las más grandes divisiones militares de la Santa Federación que, entre batallones de cristianos e indios, llegó a tener una tropa compuesta por entre 13.000 y 16 mil hombres.

El techo no es original, pues antiguamente había una azotea. Las rejas de las ventanas tampoco lo son. Las paredes, los marcos de las ventanas y el trozo de madera que cruza la entrada son de la época de Rosas.

Allí también vivió el secretario y edecán de Santos Lugares, Antonino Reyes, un Federal Neto que al escapar de la prisión por 1855 evitó ser fusilado por los salvajes unitarios.




En el interior del recinto histórico, que consta de tres salones inmensos, se exhiben objetos originales de una de las etapas más gloriosas de la Patria: la Federación. Aquí se observa un Chaleco Federal, prenda que por decreto debía ser usado obligatoriamente para distinguir a los argentinos amantes del orden y el patriotismo de aquellos que simpatizaban con el partido unitario de las logias, la anarquía y la extranjerización.

Esta simbólica pieza causa profunda admiración a quienes se dedican a investigar los años rosistas con vistas al esclarecimiento definitivo de la historia argentina.

El uso del legendario Chaleco Federal terminó unos días luego de concluida la batalla de Caseros (1852), por orden expresa del loco salvaje traidor unitario Justo José de Urquiza. No obstante, esperamos, pacientes, el retorno de su lucimiento por las ciudades y calles del país.



Otra pieza interesantísima para curiosos que está dentro de la antigua Comandancia: loza federal hallada en alguna huella perdida de la tierra querida. Nótese la leyenda que hay en el centro de la misma; dice: "Viva la Federación".

¿Cuántos guisos carreros o 'empanadas federales' se habrán degustado en esta loza? Espléndido testimonio que nos llega a nuestros días gracias al revisionismo histórico que nunca descansa.


En el lado opuesto a la entrada de la Comandancia (actual "Casa de Rosas", según la denominación que tiene al presente) se puede ver el antiguo paredón, ya contemporáneo, de lo que fue la orgullosa Fábrica de Aviones Argentinos (F-A-A). Algunos memoriosos nos hablaban de la cantidad de aviones que de allí salieron cuando los dos primeros gobiernos del teniente general Juan Perón. Como una postal del país colonial y postrado que hoy tenemos, la F-A-A quedó hace décadas abandonada, y su silencioso testimonio de tiempos briosos es este paredón.

Algo así fue el final del Cuartel General y Comandancia de los Santos Lugares. Un día después de terminada la infame batalla de Caseros, el 4 de febrero, una división del Ejército Brasileño entró impunemente a sus establecimientos y saqueó y rompió todo cuanto pudo. En algunos museos de armas del Brasil seguramente hay armamentos del siglo XIX que pertenecieron a nuestro país, y que fueron robados aquel 4 de febrero de 1852.

Un unitario salvaje aunque inteligente, el general José María Paz, se encargó de censar lo que aún quedaba en ruinas del glorioso lugar. Al finalizar esta tarea, el predio se transformó en una escuela para varones de la zona, dirigidas por el maestro español Diego Pombo.

Pombo no duró mucho en dichas funciones. Para 1857, y a raíz de que muchos de sus alumnos dejaban la escuela, decidió mudarse a otra ciudad de la campaña, para nunca más regresar. Dijo, entonces, que el cierre del Cuartel General de los Santos Lugares quitó numerosas fuentes de trabajo a los hombres que habitaban cerca de allí, por lo que éstos indujeron a sus hijos a que busquen trabajo en lugar de que asistan a la escuela.

La Comandancia sobrevivió gracias al esfuerzo de argentinos honestos que lograron declarar al sitio como Lugar Histórico Nacional promediando la década del 90 del siglo XX.


Por Jóvenes Revisionistas

3 de marzo de 2011

HOMENAJE AL BRIGADIER GENERAL JUAN MANUEL DE ROSAS, A 134 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO




Jóvenes Revisionistas (JR) tiene el agrado de invitarlos al homenaje que se le brindará al brigadier general e Ilustre Restaurador de las Leyes don Juan Manuel de Rosas, en el cementerio de La Recoleta, con motivo de cumplirse un nuevo aniversario de su fallecimiento.



Día: Lunes 14 de Marzo de 2011.




Horario: 8 AM.



Lugar: Bóveda de la familia Ortiz de Rozas, cementerio de La Recoleta, Buenos Aires.



Organizan e invitan: Jóvenes Revisionistas y ASIMM (Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios).




¡Los esperamos!



¡El pueblo argentino debe acompañar a uno de sus más ilustres defensores y servidores, como lo fue el Restaurador de las Leyes!