24 de mayo de 2011

PROVISIONES ALIMENTICIAS Y BLANDENGUES, EN LA VILLA DEL LUJAN


La extraordinario majestuosidad de la Basílica de Nuestra Señora de Luján y los antiguos juegos de kermés a orillas del río homónimo. Los adornos (estampitas, Rosarios y velas) que se venden en los típicos carritos ambulantes y los abandonados lugares para el pic-nic familiar de antes. Cuatro postales de una ciudad que nos ha dado, casi con seguridad, las primeras nociones religiosas de nuestro existir cuando, al despuntar del Jueves o Viernes Santo, íbamos en automóvil para degustar algunos pescados previa visita a la Santa Virgen de Luján, quien nos protegía con su bendición.

Rubricada en los documentos de la época federal como Villa del Luján, tiene en su haber un récord que pocos pueden advertir: es la ciudad turística más importante de la República Argentina. Fortín de frontera en la época colonial, que se extiende desde 1776 hasta 1810, Luján conserva historias que mezclan situaciones y personajes tanto gauchescos como aborígenes, y también de tacuaras, boleadoras y viejos fusiles. De toda aquella añeja e hispánica cosmovisión subsiste una muy antigua edificación que hoy es un restaurante de la villa.

EL CUARTEL DE LOS BLANDENGUES

La casa que hoy se ha transformado en el restaurante “1800” fue construida en el año 1741, y ya aparece señalada en el original de la traza del plano de Luján. Es decir, se levantó cuando nuestro país se hallaba dividido en gobernaciones; en este caso, estaba en la jurisdicción de la Gobernación del Río de la Plata.

Queda probado que en 1741, el entonces gobernador Miguel de Salcedo inició diversas gestiones para que se designara al caserío como pueblo o Villa, esto en respuesta de la solicitud que le hizo el vecindario que deseaba agruparse para defenderse mejor de la acción destructiva de malones y vagabundos que desertaban del servicio de las armas.

El peligro que abrigaba la desolación de la campaña lujanera, hizo menesterosa la creación de una compañía de milicianos del Cuerpo de Blandengues de la Frontera por 1755. Este glorioso cuerpo que cuidaba las fronteras gauchas, y de cuya formación en la Banda Oriental formó parte nuestro héroe José Artigas, tuvo su cuartel en la casa que luego se convertiría en una fonda del Luján. La construcción tuvo como objetivo principal la defensa contra los indios, prestar guardias a las carretas en las expediciones a las salinas y perseguir a los cuatreros y desertores que deambulaban, errantes, por la zona.

El Cuerpo de Blandengues consistía básicamente en una tropa de caballería ligera, y su ámbito de acción eran los parajes poco habitados de las pampas, allá donde nadie quería ser enviado. Su año de creación es un tanto confuso. Algunos lo ubican por la década de 1730, y otros señalan que aparecieron a mediados del siglo XVIII con carácter de milicias.

Varios años más tarde, en 1784, los Blandengues fueron declarados veteranos. Varias veces, por el olvido que generaban estos lugares vírgenes, el cuerpo estuvo a punto de ser disuelto, y no pocas veces se lo ha dado por abandonado a su suerte, pues no eran atendidos los reclamos para el envío de nuevas armas, municiones o vestimentas para el frío o el calor. Entre 1750 y 1775, aproximadamente, los Blandengues recibían una exigua ración de comida y ninguna paga por el cuidado que hacían de las líneas fronterizas.

Sobrevenido el grito de Mayo de 1810, el veterano Cuerpo de Blandengues de la Frontera pasó a llamarse Regimiento de Caballería de la Patria, aunque siete años más tarde volvió a tener su antigua denominación. Se disolvió en 1820 pero reapareció nuevamente a los dos años. Los Blandengues se extinguieron definitivamente en 1824, en las postrimerías de la Guerra de la Independencia y en los primeros tiempos de la guerra unitarios-federales.

CARACTERISTICAS DE LA CASONA


Soldado del Cuerpo de Blandegues de la Frontera

La puerta principal del actual restaurante “1800”, se hallaba sobre la calle Rivadavia, y en el techo se conserva una suerte de puerta-trampa que, aún intacta, servía para acceder y así defenderse, a los tiros, de los malones y las bandas de asaltantes. Las paredes interiores están revocadas en adobe, muy peculiar en la época.

La casa contaba entonces con cuatro habitaciones sobre la calle Progreso, hoy Rivadavia, y de espaldas a éstas se ubicaban las caballerizas de los milicianos Blandengues. Otras 3 habitaciones estaban sobre la calle Almirante Brown.

En 1875, ya disueltas las montoneras y desaparecidos los Blandengues, se lleva a cabo un nuevo trazado de la Villa del Luján, lo cual determinó que la casa quedara 90 centímetros dentro del terreno y la puerta se ubicó en la ochaba. De cuartel de los Blandengues pasó a constituirse en una casa de citas, y fue uno de los más afamados lugares de diversión de los lugareños. Pronto, la Municipalidad de Luján ordenó su clausura.

La propiedad se mantuvo casi intacta, a pesar de la cantidad de dueños que tuvo. En una etapa no determinada, su dueño fue un francés de apellido Peyyut, y más tarde una mujer de la alta sociedad: Doña Celina N. de Moreau. Un hombre dedicado a la cocina, Don Salgado, la adquirió en el año 1923, y de él pasó a su hijo, Manuel Salgado, el actual dueño.

En este lugar histórico, el visitante puede degustar verdaderos manjares al tiempo que contempla una construcción de antes de mediados del siglo XVIII. Milicias, gritos de malones y platos con aromas increíbles. Una postal de Luján que no muchos deben conocer. Un auténtico rincón de la patria gaucha.


Por Gabriel O. Turone

Bibliografía

- Alonso Rodríguez, Capitán Edison. “Artigas. Aspectos Militares del Héroe”, Centro Militar, Montevideo, Julio de 1954.

- Crónica Histórica Argentina (“La Rebelión de Elío”), N° 5, Editorial Codex S.A., Buenos Aires, Argentina, 1968.

- Restaurante 1800 (Folleto), Luján, 2006.

4 de mayo de 2011

JOVENES REVISIONISTAS Y ASIMM RINDIERON TRIBUTO A LOS HEROES DEL CRUCERO "GENERAL BELGRANO", A 29 AÑOS DE SU HUNDIMIENTO

Monumento a los caídos en la Guerra del Atlántico Sur. La corona de la izquierda es la que colocaron Jóvenes Revisionistas y ASIMM.


El martes 3 de mayo de 2011, Jóvenes Revisionistas (JR) y los compañeros trabajadores de ASIMM (Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios) rindieron un sentido homenaje a los marinos argentinos que fallecieron el 2 de mayo de 1982 cuando el hundimiento del Crucero ARA “General Belgrano” en el conflicto por la islas Malvinas, en el cenotafio de plaza San Martín, Buenos Aires.

Nada parece acobardar a estos reivindicadores de las gestas nacionales, ni siquiera la sensación térmica (1 grado) que hacía en el lugar apenas pasadas las 8:30 de la madrugada, momento en que se inició el acto.

El secretario adjunto de ASIMM, Maximiliano Arranz, fue el encargado de pautar los momentos en que había que cantar el Himno Nacional Argentino, colocar la hermosa ofrenda floral y mencionar a los oradores de las diferentes organizaciones convocadas.

Arranz fue quien comenzó hablando acerca de por qué estaban todos allí, en ese sitio de recogimiento y memoria. En un pasaje, remarcó que “acá se está homenajeando a los miembros de las FF.AA. que tuvieron un sentido de nacionalidad y que dieron la vida” y “no a los que cometieron golpes de Estado o que entregaron el país”. Otro orador fue Edgardo Arce, de ASIMM, quien se abocó a recordar cómo fueron las alternativas que terminaron con las averías y el naufragio del buque de guerra nacional.

Otro compañero de ASIMM, Ángel Picazo, esgrimió que “nosotros estamos acá para repudiar a los ingleses que nos invadieron y que mataron a argentinos que fueron a defender la patria”. Los insultos que profirió contra Inglaterra tuvieron mucha justeza. En un momento pidió disculpas por ser tan vehemente, “pero tenía que manifestar mi bronca contra ellos”, dijo.



El compañero de ASIMM, Edgardo Arce, en el momento de su plática. A su lado, Maximiliano Arranz, secretario adjunto del sindicato.


El presidente de Jóvenes Revisionistas, Gabriel Turone, hizo un recorrido por la historia del Crucero “General Belgrano”, al cual comparó con la trayectoria militar de Juan Bautista Thorne por las coincidencias que ambos tenían entre sí. Sus palabras fueron las que siguen:


“Compañeros, camaradas, señoras y señores:

Como ocurre cada vez que la efemérides nos convoca para rendir homenaje a las figuras o acontecimientos históricos que honraron a esta tierra con sus ejemplos de dignidad, altruismo y coraje, Jóvenes Revisionistas y los compañeros trabajadores de ASIMM nos encontramos hoy ante el monumento que recuerda a los 649 héroes que ofrendaron sus vidas en las acciones de la Guerra de Malvinas, en pos de la soberanía nacional.

Casi la mitad de los compatriotas que quedaron en las islas queridas, perecieron cuando el crucero “General Belgrano” fue cobardemente atacado fuera de la zona de exclusión por el submarino atómico inglés “Conqueror”, el 2 de mayo de 1982. De los 1093 tripulantes que había en dicha embarcación, 323 son hoy los eternos custodios de nuestros mares australes. La pericia del comandante Héctor Bonzo y sus más allegados colaboradores impidió, en medio de la desesperación y la sorpresa, que fallecieran más efectivos de la Armada Argentina en ese día de muerte y bizarría.

La construcción del Crucero “General Belgrano” no corresponde a los talleres navales argentinos sino al de los Estados Unidos. En este país fue botado en el año 1938 bajo el nombre de “Phoenix”, y cumpliendo con un viaje de camaradería a través del mundo, llegó al puerto de Buenos Aires ante la expectación del público que se arrimó para contemplarlo.

El futuro barco patrio formó parte de la flota norteamericana que se hallaba en la base de Pearl Harbor cuando, el 7 de diciembre de 1941, ésta fue bombardeada por la aviación japonesa; pero de las pocas embarcaciones sobrevivientes, el “Phoenix” se salvó. La historia señala que, de allí en más, participó en toda las acciones marítimas emprendidas por los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Y que vio la muerte de uno de sus tripulantes, por primera vez en su historia, el 4 de junio de 1944, frente a las costas de Nueva Guinea.



Gabriel Turone, presidente de Jóvenes Revisionistas, se dirige a los presentes. A pesar del frío, nadie quiso dejar de demostrar su profunda admiración por los 323 argentinos que fallecieron por Dios y por la Patria.


En una fecha trascendental, 17 de Octubre de 1951, fue adquirido el “Phoenix” por la administración del teniente general Juan Domingo Perón, quien, en seguida, procedió a rebautizarlo Crucero “17 de Octubre”. Esta entrada triunfal a la Armada de nuestro país del crucero que combatiría en las islas Malvinas, se parece en mucho al destino que le cupo, el siglo anterior, a un hombre de la primitiva armada nacional: hablamos del teniente coronel Juan Bautista Thorne, oriundo de Nueva York, Estados Unidos, que se puso a las órdenes de la Confederación Argentina de Juan Manuel de Rosas, y cuyas muestras de valor ya nadie discute.

Al sobrevenir el retardatario golpe de Estado de septiembre de 1955 contra Juan Perón, el Crucero pasó a llamarse como cuando fue puesto en condiciones para ir al conflicto de 1982: “General Belgrano”. Sería, ni más ni menos, que su última denominación.

Cuando llegó el momento histórico de recuperar las islas Malvinas, el Crucero “General Belgrano” todavía era un buque que tenía un importante poder de fuego. A bordo había 28 cañones antiaéreos en montajes dobles, 15 cañones montados en torres triples giratorias y 8 cañones de doble propósito. Y sus motores alcanzaban 10.000 caballos de fuerza, lo que era posible merced a sus 4 turbinas.

Quiso el destino que su última misión fuera en la campaña de la Guerra del Atlántico Sur, y que su hundimiento se diera en circunstancias que, todavía en el presente, se mantienen en una nebulosa de interpretaciones tan dispares como respetables. Para nosotros, los argentinos del pueblo, este episodio fue un crimen de Guerra cuya principal responsabilidad cae en la putativa ex primera ministra inglesa Margaret Thatcher, quien, a lo largo del conflicto, echó mano de cuanto procedimiento bélico ilegal hubiera, como cuando se descubrió, por noviembre de 2005, que cerca del teatro de operaciones, más precisamente en la isla Ascensión, los invasores británicos estaban preparando, a través de un submarino Polaris, un ataque nuclear dirigido contra la ciudad de Córdoba capital. En el otro extremo, encontramos asombrados lo que manifestara el propio comandante del “General Belgrano”, don Héctor Bonzo, para quien el hundimiento de su embarcación no se trató de un crimen de Guerra sino de una lisa y llana “acción de Guerra”. Únicamente la investidura de quien esto afirma nos hace respetar, aunque disentimos, este concepto.

Hoy, el Crucero “General Belgrano” tiene su sepulcro en las aguas frías del Mar Argentino, y es un mojón subacuático que refiere a un capítulo más de la eterna lucha que desde 1806 mantenemos contra nuestro enemigo histórico. En resumidas cuentas, la historia del “General Belgrano” fue la de un estadounidense que se aquerenció y se volvió gaucho en nuestra tierra y que entregó todo de sí en la refriega contra Inglaterra y sus satélites. Muy parecido a lo que otro norteamericano acriollado vivenció cuando, el 20 de noviembre de 1845, y como jefe de una de las baterías argentinas, defendió también la soberanía nacional contra las escuadras de Inglaterra y Francia: citamos nuevamente al valiente Juan Bautista Thorne.

Me resta, finalmente, zamarrear, aunque más no sea con palabras, al adormecido pueblo argentino y a la prensa canalla en general porque ayer, 2 de mayo, no vertió palabra alguna por haberse cumplido un nuevo aniversario del alevoso hundimiento del “General Belgrano” que costó la vida a 323 argentinos que murieron por la Patria, y sí, en cambio, se dedicaron a hablar de la supuesta muerte de un saudita que, manejado durante décadas por los imperialismos de turno, ha llevado la muerte en nombre del libre mercado, la especulación, la usura y la globalización.

Que vivan por siempre los héroes del Crucero “General Belgrano”, y que Dios, Nuestro Señor, los tenga eternamente en la gloria.

Muchas gracias.”



Después de esta alocución, tomó la palabra el compañero Federico Gastón Addisi, miembro de la conducción de la Organización Resistencia Peronista (ORP), quien dio detalles interesantes sobre el hundimiento del “General Belgrano”, como cuando dijo que la acción que fue un crimen de Guerra aceptado hasta por las propias autoridades del gobierno de Gran Bretaña. Y que, incluso, los altos mandos militares de la Pérfida Albión estaban plenamente conscientes de que esto era así.


Parte del público que honró la memoria de los marinos del "General Belgrano". Buena concurrencia.


El pabellón azul y blanco flameaba orgulloso en lo más alto del mástil que enfrenta al cenotafio. Es el mismo estandarte que queremos ver en Puerto Argentino, pero para eso deberemos continuar con la batalla cultural que venimos planteando desde que tenemos conciencia de nuestra argentinidad. Sólo entonces, el pueblo entenderá quiénes son nuestros enemigos, quiénes los traidores y por qué no hay que olvidar jamás a los 649 patriotas que quedaron en el archipiélago.


Jóvenes Revisionistas