11 de diciembre de 2008

BOLETIN "LA RECONQUISTA", AÑO II, Nº 10



...hasta que venga a esta tierra, un criollo mandar...

JOVENES REVISIONISTAS.
“LA RECONQUISTA”.
Año 2. N. 10

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EL FRAILE ALDAO.

UN PATRIOTA OLVIDADO.

Cuando la Perrada Oligárquica-Unitaria-Liberal-Masónica se lanzó a la tarea de concebir el engendro perverso de la burda novelita inmoral llamada “Historia Oficial”, perpetró el mayor crimen ejecutado en nuestra tierra de una larga lista de indignas acciones conformada por el traicionero accionar de aquella raza maldita de Dios y de los Hombres.
La apátrida Masonería satánica desde sus asquerosos templos infernales, lanzó sus esbirros predilectos para clavar con alevosía sus puñales rituales sobre la única verdad de nuestra historia Argentina que no es otra que la verdad de un Pueblo, que sojuzgado y sometido asistió dolorosamente al remate de la Patria en beneficio de nuestro permanente enemigo número uno, el Imperio Británico.
Con la pérfida nota monocorde del organillo liberal solo se logró ejecutar la grosera melodía de una historieta desleal que legitimó la Colonia impuesta sobre la sangre derramada del sufrido Pueblo de la Patria.
Tanto Mitre, Sarmiento, Fidel López, Agüero, Rivera Indarte, Del Carril, Alberdi, los Varela, o Vélez Sársfield, como viles serpientes demoníacas, inocularon el veneno corrosivo que entregó nuestro destino de grandeza al Imperio explotador del rapaz león Británico.
Ya fuera en aquellos primeros libros indecentes y ordinarios que inauguraron la Historia falaz de la Oligarquía o en la prensa eternamente sirviente del Imperio de “La Nación” de Mitre, “El Nacional” de Sarmiento o “Tribuna” de los Varela, se procedió a instaurar la mentira institucionalizada que los traidores a la Patria nos legaron como Historia.
Aquella degenerada jauría de chacales carroñeros que abjuraban del Cielo y de toda Nacionalidad, parieron las castas repudiadas que primero fueron Unitarias, después Liberales, siguieron Conservadoras y porque no Comunistas, Socialistas o falsamente Progresistas, para al final ser siempre Oligárquicas y Masónicas, sectarias y eternamente enemigas del Pueblo y por lo tanto de la Patria nuestra. Aquellos impíos engañaron a las futuras generaciones invirtiendo los roles de manera tal que nuestros próceres reales fueron mutados en villanos y los traidores transformados en pro-hombres.
Así la novelita liberal mancilló la figura de hombres irrepetibles como Joaquín Campana, Gervasio de Artigas, Estanislao López, Facundo Quiroga y Don Juan Manuel de Rosas, tratando de opacar su luz inmaculada con la oscuridad maléfica de la Masonería.
Pero aún a pesar de tanto gárgola suelto no pudo pisotearse la verdad pues el bien siempre triunfa y aquellos hombres del Destino Argentino que se jugaron la vida por su Pueblo surgieron triunfantes ante tanta ignominia con la incansable labor de nuestros santos revisionistas.
A pesar de recibir el peor de los ataques, el desprecio, la calumnia y el olvido de aquellas huestes depravadas que a espaldas de todo un Pueblo marchitaron la flor de la Patria, nuestros hombres ejemplares resistieron el embate por ser fuertes y leales a los suyos.
De entre aquellos Padres de la Patria surge esplendorosa la figura de José Félix Aldao, más conocido como el “Fraile Aldao”, llamado así despreciativamente por sus enemigos que pretendían ofenderlo por su condición de cura cuando en realidad nunca entendieron que solo lograban enorgullecerlo.
En Octubre de 1.785 nacía en Mendoza el hijo de un oficial militar llegado de Santa Fe. Fruto de la fortaleza genética de nuestros criollos de entonces y bajo el influjo endurecedor de aquella agreste y pura tierra cuyana, surgiría un hombre diferente que dotado de una legendaria fortaleza física y una estatura que superaba el metro noventa, contendría en aquel ser de excepción una voluntad insuperable que lo dotaría de un valor inigualado. Todo en aquel hombre era superfluo, no cabían medias tintas, era un ejemplo digno de aquellos fuertes que Dios pone entre nosotros, los hombres comunes, para guiarnos en este mundo repleto de maldad y de traición para hacer que los hombres de bien no sean pisoteados aún a pesar de ser circunstancialmente derrotados.
Se educaría en el Colegio de los Dominicos ordenándose sacerdote en 1.806, doctorándose en Santiago de Chile. De regreso a su tierra mendocina se reencontró con sus dos hermanos, hechos granaderos por el General San Martín que no dejó pasar la bravura y el imponente porte de aquellos dos voluntarios que montaban como nadie nuestros potros de las pampas tal cual era la costumbre de los Argentinos que vivían más allá de las pocas cuadras de la Ciudad de Buenos Aires.
Como no podía ser de otra manera, el entonces Fraile no quiso quedarse atrás y siguiendo a sus hermanos y a la gran mayoría del Pueblo Cuyano que de a miles ofrendaba su sangre sagrada a la Causa Nacional, se incorporó como Capellán de uno de los recientemente formados regimientos del Ejército de Los Andes. San Martín no dudo en incorporarlo aún a pesar que aquel hombre aún siendo Fraile, no había respetado sus votos de castidad pues ya tenía dos hijos al cruzar Los Andes en 1.817, pero lo que era casi una herejía, en su tiempo pasaba a ser algo común en aquellos años extraordinarios de lucha y sacrificio, la abrumadora abundancia que emanaba de Aldao resaltaba en el machismo exacerbado típico de nuestros gauchos que no podían dominar sus excesos hormonales transformándose en mujeriegos de novela, pues era esa una virtud entre aquellos hombres educados en la rudeza, al contrario de la condición afeminada de la educación europeizante de Alberdi que proponía entregar a nuestras mujeres castellanas para que sean fecundadas por viriles inmigrantes anglosajones, o Sarmiento, que estimaba a nuestras bellas mujeres como varoniles al compararlas con las inmorales cortesanas bien dispuestas de las pervertidas cortes europeas.
Apenas cruzado Los Andes, el joven Fraile entendió por su valor incontenible que no era el cáliz el arma de entonces y en el combate de Guardia Vieja, la primera batalla en suelo chileno, Aldao tomó un sable y un fusil y lideró el ataque dejando atónitos a sus superiores y a sus soldados feligreses que no podían entender como aquel curita se transformaba en el más valerosos de los soldados, como el más bravo y más vehemente fue protagonista de la primer victoria de la campaña para aquel Ejército Libertador de Los Andes.
San Martín advertido por el General Las Heras, lo incorpora al Ejército nombrándolo Teniente y así aquel hombre de contextura sin igual, fuerte y enérgica, cambiaba la sotana por el uniforme de granadero a caballo.
Cabalgando como nadie y con una valentía incontrastable, sable en mano, el hombre que recién dejaba de ser cura descollaría en las Batallas de Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. Tanto Las Heras, como Lavalle, Necochea y Olazábal lo recomendaron con San Martín que como el Gran Jefe de aquel ejército de héroes no dudaba en condecorarlo y resaltarlo entre sus dirigidos como el oficial de mayor bravura y arrojo, cualidades a las que debe sumarse una crueldad que rayaba con la locura, pero no eran tiempos de sensatez ni de movimientos meditados, solo los que se juegan la vida en batalla saben que en la guerra no puede haber medias tintas, es la muerte propia o la ajena y en aquellos hombres la crueldad no podía ser un defecto sino más bien una virtud pues la condición guerrera era el afán máximo de todo hombre en aquel tiempo, aunque esto resulte incomprensible a nuestra sociedad moderna que se ha debilitado en el confort y el engaño de la profunda estupidez materialista.
Los hermanos menores del “Fraile”, se llamaban Francisco y José, ambos fueron tan valientes como su hermano mayor, frecuentemente ganaban ascensos y condecoraciones, Francisco combatió en Chile en Perú y hasta lucho a las órdenes de Bolívar en Ayacucho, la Batalla definitiva para la derrota española, y José fue nada más ni nada menos que quien tomara prisionero al realista gobernador militar de Chile José Marcó del Pont. Tal era aquella estirpe guerrera de los Aldao que ninguno se quedaba atrás en proezas militares.
Ya en el Perú el “Fraile” aumentó sus hazañas, designado por San Martín como Jefe de las Guerrillas en La Sierra, cargó sobre sus espaldas con la mayor oposición española, en cientos de pequeñas batallas, Aldao logró sumar a las poblaciones indígenas a la causa Libertadora y con ellos asestaba golpe tras golpe a las Fuerzas realistas que ya desesperadas recurrieron al terror para amedrentar al Fraile y sus milicianos indígenas, no previendo que frente al terror español, Aldao opondría un terror mayor pues el hombre no se andaba con chiquitas y la crueldad pasó a ser moneda corriente en aquella lucha. Tan arduo fue el enfrentamiento que hasta San Martín que no era precisamente un Militar blando y los Generales de su Estado Mayor no podían creer las proezas que ya eran leyenda entra las tropas haciendo del Fraile mendocino un Mito que lo llevó a ser ascendido a Teniente Coronel.
Cuando San Martín, enfermo ya de un asma terrible y una úlcera sangrante que lo llevaba a estar postrado bajo el efecto sedante del láudano, y abandonado por Santiago y Buenos Aires, dejara el mando a Bolívar marchándose a Mendoza a recuperar su descalabro corporal, Aldao pasaría a combatir bajo el mando del otro Gran Jefe Americano, repitiendo en Ayacucho junto a sus hermanos los actos de valentía extrema que lo hicieran famoso.
Al final de aquella épica campaña libertadora, los Aldao retornaron a Mendoza, El “Fraile” José Félix pasaría por un tiempo a trabajar en su otra pasión, la producción de vinos, transformándose desde su finca modelo al norte de la Ciudad de Mendoza en uno de los principales productores vitivinícolas del Oeste Argentino. Al igual que Don Juan Manuel de Rosas que sería famoso por la admirable administración de sus estancias, Don José Félix Aldao, Teniente Coronel del Ejército de San Martín, sería renombrado por el estado excelente de su finca y sus procedimientos serían tomados como norma en toda la provincia de Mendoza. Nuestros Líderes Federales serían orgullosamente trabajadores del campo, criadores de ganado, vitivinicultores y fundamentales en la creación de nuestras primarias riquezas agrícolas ganaderas que sostendrían a la Patria hasta bien entrado el Siglo XX. Esta virtud que para López, Rosas y Aldao era un motivo de orgullo, para los masones de la Oligarquía Liberal como Sarmiento era una calamidad y entonces a contramano de la idiosincrasia del Pueblo Argentino plasmaría aquella trasnochada elucubración equivocada de Civilización y Barbarie.
Pero aquellos dorados tiempos de viñedos y bodegas no podían durar para este hombre que aguijoneado por el Destino no lograba mantenerse ajeno del fragor de la lucha. Apenas regresado de aquella lucha tenaz ya se desataban en la Argentina de entonces las luchas intestinas entre los dos bandos que sostenían modelos enfrentados. Los Unitarios, fieles a la tradición de Moreno y Rivadavia, pretendían imponer su proyecto Colonial dependiente de Inglaterra; y los Federales como expresión genuina de la Patria naciente, con sus Caudillos que intentaban consolidar una Nación que respetando las realidades provinciales de a poco pudiese establecerse sin el asfixiante abrazo de oso de ninguna potencia extranjera.
Aldao, como no podía ser de otra manera pues era un patriota cabal, tomaría partido por el Federalismo, pasando a ser un sostén fundamental del Caudillo que lideraba todo el Oeste Argentino, Facundo Quiroga, el Tigre de los Llanos. Así, si ayer había seguido ciegamente al General San Martín pues entendía que el momento de la lucha pasaba por independizarse de España y que en tal hora la Patria le exigía su sacrificio, ahora le sería fiel al hombre que desde los Llanos Riojanos dirigiría la nueva lid por nuestra Independencia, esta vez, de una minoría que como auxiliar de los Imperios Británico y Francés venía a arrebatarnos nuestro suelo, sus riquezas y el futuro de grandeza del Pueblo Argentino, con el pérfido motivo del enriquecimiento de aquella minoría mercantil y el beneficio inmoral de la rapacidad ultramarina europea que podía sostener así su sistema explotador y asesino de dominación mundial.
En aquella década de 1.820, la Patria no tenía un Gobierno Central, pero las Provincias bajo el liderazgo de sus Caudillos comenzaban a pergeñar la más importante organización que resultó en el Pacto Federal que dio nacimiento al más exitoso proyecto de Nación Soberana que fuera la Confederación Argentina de Rosas. Pero los Unitarios seguidores del traidor Rivadavia, tras derrocar al legítimo Gobierno Federal y fusilar al Caudillo y Gobernador de Buenos Aires el Coronel Manuel Dorrego, lanzaron una ofensiva en todo el País comandada por Jefes Militares como Lavalle, Lamadrid y José María Paz, que ayer lucharon por la Patria en su Independencia y hoy la traicionaban combatiendo al Pueblo Argentino, sangrándolo de manera brutal dando nacimiento al apodo por el que estos traidores serían conocidos como Salvajes Unitarios.
Tras el magnicidio de Dorrego se comenzó a transitar un camino que llevaría a la Argentina a su más dolorosa tragedia. Los Jefes Unitarios asesinarían a miles de Gauchos sabiéndolos adeptos a la Causa Federal pues era esta la Causa del Pueblo.
Los Caudillos Federales responderían con dureza pues eran hombres rudos, y Aldao lo era más que nadie, si hasta cuentan las leyendas populares que San Martín le temía, que ni el mismo Facundo, famoso por su bravura, se animaba a contradecir al “Fraile”, ni siquiera otro valiente como Rosas se atrevía a tratarlo si no fuera con respeto. Era Aldao un hombre amable y se hacía querer rápidamente, pero más vale no enfrentarlo en su ira, era el producto típico de una época dorada de la Patria que parió a valientes de antología que concitaban la adhesión popular desde sus épicas leyendas.
En aquella época especial y extraordinaria, no existía en el Mundo otro método que el de responder a la violencia con una violencia mayor pues se profesaba un culto a la Guerra y ser soldado era una virtud. En este marco de derramamiento de sangre fratricida Aldao y sus hermanos conformaron un ejército con la gran mayoría de los hombres de Mendoza, pues el Fraile era seguido fielmente por el Pueblo mendocino, y no así por la Oligarquía conformada por unas pocas familias de la Capital que tomaría partido por el Unitarismo como ayer lo hicieron en contra del gran Proyecto Libertador de San Martín. Los hombres de campo, los trabajadores de los viñedos, los que vivían en la periferia de la Ciudad Capital mendocina, respondieron fanáticamente al líder natural que todos aceptaban con devoción, al héroe de Chile y Perú, al Fraile José Félix Aldao, aquel que los protegía como un padre, aquel que era nada más ni nada menos que su Caudillo. De una población mendocina que apenas superaba los 20.000 habitantes, más de 4.000 hombres mayores de 16 años se sumaron a las milicias de Aldao lo que da una idea de su tremenda y legítima representatividad.
Siguiendo a su jefe Quiroga, Aldao y sus tropas acuden a su llamado para presentarle batalla al “Manco” Paz y sus tropas Unitarias pero los Federales son vencidos en la Batalla de La Tablada, y Aldao herido escapa con varios de los suyos a San Luis, heridas tales que hubiesen dado una muerte segura a cualquier otro mortal, pero a Aldao solo le provocaron dos días de descanso bajo el único curativo criollo del aguardiente.
Tras su victoria, Paz invadió las Provincias, a Mendoza envió a Juan Agustín Moyano que impuso a Videla Castillo como gobernador tomando ilegítimamente el Poder, derrocando al gobierno normalmente establecido. Aldao en San Luis, enterado de la situación parte urgentemente a Mendoza con sus tropas a las que se suman muchos hombres y sus hermanos José y Francisco en su Provincia.
Allí se produce la Batalla de El Pilar, es un enfrentamiento extremo donde ambos bandos están dominados por el recíproco odio. Desde el injusto e inútil fusilamiento de Dorrego, los Salvajes Unitarios han desatado el horror, han derribado todo límite, han dado el primer paso hacia el abismo, son miles los gauchos asesinados en todas las Provincias, todos los Jefes Unitarios han producido desmanes inverosímiles y han desatado una tempestad imparable. Ahora tronará el escarmiento, que aunque cruel, no carecerá de Justicia.
Aldao y sus milicias triunfan ante las tropas Unitarias pero en la batalla muere acribillado su hermano Francisco. Mientras se intentaba conseguir la Paz, un cañoneo traidor Unitario hiere de muerte a Francisco. El Fraile se entera de la muerte de su hermano mientras recorre el campo de Batalla tras la victoria encontrándolo tendido. La furia Federal es imparable, se desata la crueldad, todos claman por venganza, los Unitarios han asesinado a Francisco con saña, alevosía y manifiesta traición aprovechándose de una tregua rota unilateralmente, es un hecho funesto que desencadena la tragedia. El Fraile, fuera de sí, inmerso en el más profundo odio y dolor por la muerte de su hermano, da rienda suelta a toda su crueldad. Los hombres rudos como José Félix no pueden abstraerse de los sentimientos sino más bien son dominados por ellos, pero sin intentar justificar el proceder, no pueden juzgarse aquellos hechos extraordinarios desde la tranquilidad pasmosa de una biblioteca o de un escritorio, hay que colocarse en el momento, así se debe escribir la Historia. Claro que no se puede justificar una matanza, pero sí se puede adivinar el instante de pasión desatada, quién puede arrojar la primera piedra sin colocarse en el lugar de un hombre de armas que ha perdido a su hermano en tan desleal acontecimiento? Porque de todas maneras la Historia no pude absolver ni castigar, si primero no comprende, solo así se intenta explicar a las generaciones futuras los hechos tal cual fueron.
El Fraile manda a fusilar y lancear a muchos prisioneros y tras juicios sumarísimos de Guerra, ordena el fusilamiento del Unitario Francisco Narciso Laprida que presidiera el Congreso de Tucumán en Julio de 1.816 y del lugarteniente de Paz en Mendoza, Agustín Moyano, el resto de los oficiales también son fusilados. La crueldad de estos actos será fantásticamente exagerada por Sarmiento en su novela referida al Fraile, pero los hechos ocurrieron, claro que un puñado de oficiales y algunos pocos miembros de la Oligarquía mendocina parecieran valer más que miles y miles de gauchos masacrados en sus propias tierras por el ejército invasor de Paz que se ha comportado en todas las provincias como una verdadera tropa de ocupación matando a diestra y siniestra. Fue la acción primaria, ahora se recibe la reacción que más bien parece un acto de Justicia ¿o no es acaso que la violencia en manos de los Pueblos que intentan liberarse de sus opresores no es violencia sino Justicia?
José Félix Aldao, tras la batalla se hace cargo del Poder en Mendoza, es un gobierno dictatorial que no permite el disenso, que recurre a contribuciones forzosas como lo hiciera San Martín ante la negativa de las familias pudientes de la Ciudad mendocina a colaborar con su Campaña Libertadora, pero qué otra cosa podía esperarse en ese innegable estado de guerra? Se le achacarán al “Fraile” más difamaciones que hechos ciertos, en el futuro los Liberales lo mostrarán sanguinario, loco, cruel, borracho, pero todo es exagerado hasta la estupidez, lo cierto es que Aldao es el Caudillo Federal de Mendoza, todos lo siguen fanáticamente, el Pueblo lo ama, lo venera, y esto solo, sirve de argumento efectivo de refutación ante tanta patraña Unitaria.
Al poco tiempo Aldao parte nuevamente a Córdoba con sus tropas a luchar junto a Facundo Quiroga, nuevamente contra el “Manco” Paz, y nuevamente son derrotadas las Fuerzas Federales en la Batalla de Oncativo. Quiroga logra escapar, pero Aldao cae prisionero, Paz le perdona la vida ante la insistencia de fusilamiento por parte de algunos Jefes Unitarios, seguramente Paz tiene en cuenta como militar equivocado aunque valeroso que es, las leyendas y hazañas militares del mendocino en Chile y Perú, no olvidemos que los Jefes de Aldao en aquella Sagrada Campaña Libertadora como Lavalle son hoy sus enemigos y conocen el destacado pasado del “Fraile”.
Paz posteriormente caerá prisionero de las Brigadas de Estanislao López en un hecho fortuito donde será víctima de unas certeras boleadoras, pero López y Rosas, equivocada pero gallardamente, le perdonarán la vida.
Lamadrid continuará la lucha comandando lo que queda de la Liga Unitaria y llevará a Aldao prisionero a Tucumán y luego lo desterrará a Bolivia, antes de que Quiroga derrotara definitivamente a Lamadrid en Tucumán, en la Batalla de La Ciudadela.
Mientras el peligroso José Félix es desterrado, en Mendoza son asesinados en confuso episodio el hermano menor del “Fraile” y el Gobernador de Mendoza, Corvalán, a manos de los indios del Sur de Mendoza, episodio en el que no se descarta la mano sucia del poder económico Unitario capaz de comprar voluntades hasta en los caciques que amenazados por el hambre recurrían a cualquier ofrecimiento mientras este les permitiera sobrevivir en su desgraciada existencia. La maniobra huele a Sarmiento que siendo joven ya se destaca por sus perversas operaciones ocultas, aunque en la batalla real todos lo signaran como un cobarde consuetudinario. Algunos Unitarios de Mendoza que odian a Aldao también pueden ser responsables, pero estas conjeturas no tienen un asidero eficaz. José Félix enterado en el destierro del asesinato de su otro hermano promete vengarse.
Es el año 1.831 y Quiroga vuelto a la lucha con hombres aguerridos surtidos por Rosas, retoma Córdoba, San Luis, Tucumán, y en Mendoza, el Tigre de los Llanos resulta nuevamente vencedor al derrotar al Gobernador Unitario Videla Castillo en la Batalla de Rodeo de Chacón. Facundo dirige a sus tropas desde una carreta ya que el reuma le imposibilita montar. Al final de la batalla le llega la noticia de que ha sido asesinado en San Juan el Oficial Benito Villafañe por quien Quiroga profesaba una gran amistad. El asesinato es cruel y perverso, se lo decapita y se arrastra su desgraciado cadáver por la plaza de San Juan, uno de sus principales perpetradores es Sarmiento quien ya de joven da acabadas muestras de su fino gusto por la sangre y la traición. Cuando el parte de la muerte de su amigo llega a Mendoza, Facundo estalla en furia, inmediatamente manda a fusilar a todos los prisioneros. Así es nuestra Guerra Civil, cruel y salvaje, golpe por golpe, pero cabe preguntarse, es la guerra de otra manera en el resto del mundo? No, definitivamente, no. Napoleón ha sangrado a toda Europa y ha producido masacres civiles en España durante su ocupación apenas 20 años antes, Inglaterra no se ha quedado atrás en su lucha pertinaz con sus ex-colonias americanas y se ha impuesto en todo el Mundo a sangre y fuego asesinando a millones de personas, produciendo en todo tiempo, pasado, presente y futuro, y en todo lugar, los mayores crímenes de guerra de la historia, también Irlanda y Escocia llevan siglos de represión y genocidio a manos de la funesta Corona Británica. En los Estado Unidos de Norteamérica en pocos años se desatará una terrible Guerra Civil de proporciones inimaginables donde perecerán cientos de miles de personas entre militares y civiles, sin dejar de mencionar que en aquel tiempo la esclavitud era legal en aquella gran farsa liberal que Washington y su camarilla de masones pretendían mostrar como ejemplo al resto de la Tierra. Y todo esto sin contar que la gran mayoría de la población de aquellos Países, que los párvulos liberales nacidos en la argentina admiraban, vivíann en la más ardua explotación típica de la Revolución Industrial que estaba en pleno desarrollo. Citando las palabras geniales de Rosas puede explicarse el mundo de entonces: “Los Liberales arreglan todo en un cuadernito copiado de cualquier parte… donde los aristócratas y poderosos lo sean todo y el Pueblo nada… como en Inglaterra donde la decantada Libertad se reduce a ser el Pueblo más esclavo que en otras partes pero con mucha apariencia de Libertad; porque libres son solamente los grandes Lores y el Rey”.
El Mundo de entonces no es diferente a la Argentina de aquellos años, solo la lucha armada sin cuartel es el método utilizado para dirimir intereses, todavía faltan muchos años para que el Capitalismo mundial perfeccione sus métodos de dominación económica que producirá al Mundo entero mayores males que los métodos bélicos, pero en apariencia más benévola, como si millones de personas pereciendo de hambre y miseria no murieran igual que un puñado de fusilados, por lo que la crueldad no es propiedad de algunos sino de todos y la violencia es una propiedad intrínseca a la imperfecta raza humana, nadie puede pues analizar la Historia de otra manera, solo cabe entender que hay minorías que luchan por perpetuar su dominación lo que constituye alevosía y esclavismo, y hay mayorías abrumadoras que luchan por liberarse lo que no puede interpretarse más que como Justicia.
Con la Provincia asegurada y Lamadrid derrotado, en 1.832 el “Fraile” regresa a Mendoza donde es nombrado Comandante General de la Provincia, son tiempos Federales tras la derrota de la ficticia Liga Unitaria del Interior de Paz y Lamadrid, desde Buenos Aires comienza a brillar la estrella del Brigadier Juan Manuel de Rosas que se transforma por estos años en el líder absoluto del Pueblo de la Patria desde la Gobernación de su Provincia, encabezando la efectiva consolidación de la orgullosa Confederación Argentina.
En 1.833 acompañará a Quiroga y a Rosas en la Campaña al desierto que asegurará los territorios hasta el Río Colorado al mismo tiempo que se sumarán como Argentinos las tribus Araucanas de Mapuches y Ranqueles que aceptarán el liderazgo de Rosas hasta su derrocamiento, luchando numerosas veces junto al Restaurador como lo harían hasta en la mismísima Batalla de Caseros.
Aldao está ahora consolidado en su Provincia, con la frontera con el Indio asegurada y pacificada, produce el desarrollo del Sur mendocino alentando la inmigración chilena que desarrollará la ganadería y la agricultura.
En poco tiempo se transforma en el líder indiscutido de todo Cuyo. Dotado de una fina percepción política adivina que la estrella de Quiroga se está apagando producto del desgaste y el atroz reuma que aqueja al Tigre de los Llanos que tras años de lucha incansable se instala junto a su familia en Buenos Aires para intentar calmar el terrible mal que lo aqueja y que ya no le permite montar, mientras el Gobernador de Buenos Aires, Don Juan Manuel de Rosas se transforma en el líder de toda la Patria, más legítimo de todo el Siglo XIX.
Entre aquella renovación natural de mandos que se producía, sucede el asesinato de Facundo Quiroga a manos de los hermanos Reinafé, que a pesar de ser los Jefes Federales de Córdoba, estaban enemistados fuertemente con el Tigre de los Llanos por causa surgida de una carrera cuadrera protagonizada por Facundo y el hermano mayor de los Reinafé en la que los Cordobeses perdieron una yegua cotizada tras una rodada provocada, según ellos, por Quiroga.
La deshonra Unitaria intentará endilgar el asesinato a Rosas, pero esto es una falacia más de tantas cometidas por aquellos malhechores de la historia.
Aldao, tras la muerte de Quiroga, se transformará en el líder indiscutido de todo el Oeste Argentino, tras haber sido fiel como el que más al General San Martín y continuar ofrendando su sangre a Facundo Quiroga hasta el punto en que el Tigre de los Llanos lo estimaba por sobre todos sus seguidores, ahora se transformará en la mano derecha del Restaurador de las Leyes y del Padre indiscutido de nuestra Argentina, el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, que lo nombrará General y lo colocará en una posición superior a todo el resto de los gobernadores provinciales.
La fidelidad de Aldao a Rosas será inquebrantable como lo fuera con San Martín y con Quiroga, porque en aquellos años, la fidelidad y el honor eran virtudes criollas y gauchas indiscutidas, no así ocurría con la Oligarquía auxiliar del Imperio que haría de la traición su vicio favorito.
En 1.839 se desata una nueva Guerra Civil, reiteradamente Lavalle, Lamadrid y Paz vuelven sobre sus pasos indignos, ahora serán ni más ni menos que mercenarios de Francia y contarán con el apoyo de otro lacayo imperialista, el mariscal Santa Cruz, desde Bolivia.
Lavalle es pronto derrotado en Quebracho Herrado, pero Lamadrid avanza sobre La Rioja y San Juan. Aldao que recientemente ha sido elegido Gobernador de Mendoza con el ferviente apoyo de la gran mayoría del Pueblo mendocino, le presentará batalla en La Rioja derrotando al Coronel mariano Acha, segundo de Lamadrid.
Acha escapa de La Rioja y recibiendo el apoyo de tropas enviadas por Lamadrid, aprovecha la ausencia en San Juan de Aldao y Benavídez y ocupa la Ciudad.
En San Juan se producirá la batalla más sangrienta de nuestras luchas civiles, recordadda como la Batalla de Angaco, las Fuerzas Unitarias traidoras de Acha, derrotan a Aldao y Benavídez, sorprendiéndolos en pleno desierto cuando sus tropas estaban extenuadas y muriendo de sed. Tras la derrota, Acha hace lancear a cientos de gauchos mendocinos mientras fusila a todos los Jefes, Aldao y Benavídez escapan de milagro.
Prontamente los Caudillos Federales de Mendoza y San Juan retoman la ciudad de San Juan derrotando a Acha y haciéndolo prisionero. Aldao decide fusilar a Acha, corta su cabeza y la cuelga de una pica a la vista de todos. Es un acto cruel y salvaje, pero hay que sopesar el criminal accionar en Angaco de Acha y los suyos.
Mientras esto ocurre en San Juan, en Mendoza, Lamadrid ocupa la Provincia, pero el Ejército de Aldao reforzado por Ángel Pacheco, lo derrota definitivamente en la Batalla de Rodeo del Medio.
Ahora sí José Félix Aldao, el “Fraile” para sus enemigos, el “Padre” para sus fervientes seguidores, podrá gobernar en paz. Comenzará una obra de gobierno eficaz y señera en la historia mendocina, contó con la devoción casi mística de sus soldados y de los trabajadores, los campesinos y los más humildes de toda la Provincia a los que alimentó y protegió. Fomentó la vitivinicultura y la ganadería desarrollando a Mendoza como no ocurría desde su fundación y como no ocurriría hasta fines de Siglo XIX con la llegada de la inmigración europea.
Eran tiempos felices para el Pueblo mendocino, el Gobernador promovía el trabajo pero también las diversiones típicas de nuestros gauchos, las carreras cuadreras, muchas veces protagonizadas por el mismo Aldao, los juegos de naipes como el “Monte”, la competencia tradicional de taba y las famosas guitarreadas cuyanas.
Cuando llegaba el Gobernador montando al trote su caballo, engalanado en su uniforme azul oscuro con grandes charreteras doradas, era común que el Pueblo todo congregado para la ocasión gritara entusiasta ¡Viva la Federación!, ¡Viva el Gobernador Aldao! ¡Viva el Restaurador Don Juan Manuel de Rosas! Así transcurría el día entre asados y vinos surtidos por el mismo Gobernador, hasta que al caer la noche todos enfilaban para sus casas. Era una verdadera fiesta popular a la que acudía casi toda la población de la Capital y sus alrededores, eran fiestas multitudinarias en las que latía alborozadamente el corazón de la Patria.
Por supuesto que también algunas familias Unitarias fueron perseguidas y sus superfluas posesiones típicas de aquella Oligarquía explotadora, expropiadas. Se declaró la adhesión al Partido Unitario como un “Acto de Locura”, hecho que posteriormente sería estudiado por los Doctores de la Ley, unos criticándolo, como Sarmiento, y otros alabándolo pues era esta una forma de mantener con vida a quienes en aquellos tiempos de lucha merecían la muerte por aplicación de la pena capital en el delito de traición a la Patria por el cual seguramente podían ser ejecutados, la “Locura” era pues una “chicana” para dejar con vida a un puñado de Oligarcas. La discusión aún hoy está activa entre los estudiosos de la Ley en la Provincia de Mendoza que citan este caso para ejemplificar las distintas aristas en la aplicación de la misma.
Hacia fines de 1.842, el Gobernador Aldao comenzó a sufrir un cáncer linfático que le provocó un tumor casi del tamaño de un huevo en su frente. Ya en 1.844 el sufrimiento extremo que le provocaba tal afección lo llevo a refugiarse en la bebida como una forma de sopesar el agudo dolor.
Rosas enviaría al mejor doctor de la Confederación, Miguel Rivera, pero en ese entonces la ciencia era ineficaz para tratar el mal. El último año de su vida fue atroz y su muerte acaeció en Enero de 1.845, pero a pesar de la agonía siguió cumpliendo con su labor de Gobernador hasta unos pocos días antes de su muerte en que delegó el mando al Dr. Caledonio de la Cuesta. Su fortaleza era tal que casi ya sin poder ver por el tamaño del tumor de más de una pulgada, seguía montando a caballo para recorrer todos los días los varios kilómetros que separaban su finca de la residencia del gobierno en el centro de la Ciudad.
Cono no podía ser de otra manera, a un hombre excepcional, que llevó una vida excepcional, no podía ocurrirle más que una muerte excepcional. Su caso aún es de estudio en la Facultad de medicina de Buenos Aires donde puede consultarse su historia clínica que es utilizada como caso testigo en el tratamiento de tal mal.
Su último deseo testamentario, fue ser enterrado con el hábito completo de Fraile Dominico y también con su uniforme de general, uno sobre el otro. Sus exequias concitaron en el dolor a la población mendocina que siempre lo acompañó hasta su muerte y que lo despidió como quien despide a un padre, porque el “Padre” José Félix Aldao, era eso, el padre de todos aquellos mendocinos orgullosos de su Federalismo y de su sentimiento patriótico parido en las vidas ofrendadas en Chile y en el Perú contra el Imperio Español, y en nuestras luchas civiles contra los personeros locales de los Imperios Británico y Francés.
El General, el Padre, el Fraile, el Caudillo, el Gobernador de Mendoza, Don José Félix Aldao, pasaba a la inmortalidad con el amor incondicional de sus compatriotas, tan solo los traidores a la Patria, en el futuro, envenenarán su memoria, manchándola con mil falacias, mostrándolo loco, asesino, cruel, borracho, despiadado. Sarmiento será su enemigo dialéctico, escribirá una historia novelada sobre su vida que no contiene más que odio y que en el fondo oculta la maléfica envidia de quien desea lo que jamás podría poseer, cómo no criticar la masculinidad de aquel hombre excepcional si en el fondo lo que se destila es el desprecio por no poseerla, cómo no tratar de bárbaro a quien hacía de la valentía el motor de su vida si en el fondo se carece absolutamente de ella, cómo no envidiar el amor sincero de un Pueblo devoto si jamás nunca se obtendría el favor de mayoría alguna? No, solo atinaba a enfrentarlo con las necias palabras de la ignorancia, porque el afeminado sanjuanino barrigón cobarde no podría ni tan siquiera acercársele al titán admirado por San Martín, Quiroga y Rosas, pues de solo un sablazo hubiese cortado la innoble vida de aquel enemigo de la Patria.
Otro de los críticos de Aldao sería la fina pluma de Jorge Luis Borges en uno de sus cuentos en donde relata la muerte de Laprida, ¿pero qué otra cosa podía esperarse de un escritor, que aunque talentoso, siempre esgrimiría su arte a espaldas de todo un Pueblo y de toda una Nación, que le diera vida, notoriedad y cobijo, no recibiendo aquella verdadera Madre Patria abnegada y aquellos únicos hermanos de suelo más que un indigno desagradecimiento?
También lo criticarán sin más argumentos que sus mentiras predilectas, algunos mediocres escritores de hoy como Felipe Pigna o Pablo Feinmann, escudados tras un falso progresismo que no es más que el reciclaje bastardo de los perversos ideales vendepatria de los liberticidas de ayer. Estos harán de Aldao el objeto predilecto de sus críticas, esbozando los malditos, remanidos y tramposos argumentos de “Autoritarismo”, “Tiranía” y “Barbarie”.
Para todos sus críticos de ayer y de hoy, Aldao será el “Fraile” maldito, para esos degenerados naturales de toda especie que hicieron de la traición a sus hermanos de Nación el método predilecto de su inútil y equivocada vida, Aldao posee todas las inmaculadas virtudes que ellos quieren ver como defectos, era “Cura” y esto no podía ser perdonado por aquellos masones que desdeñaban a Dios mismo, lo odiaban porque el mendocino esgrimía orgullosamente el estandarte de “Religión o Muerte”, aquellos “Volterianos” educados bajo el influjo satánico y masón no perdonarían la fe del hombre de Dios que se volcó a las armas, tampoco le perdonarían el Patriotismo abnegado y fanático pues ellos detestan a la Patria, le temen, porque la saben poderosa, no entenderían jamás las viriles costumbres criollas porque para ellos eso era “Barbarie” ya que en realidad no conocían tales virtudes, porque en ellos reinaba la afeminación y la decadencia típica de la perimida sociedad europea que admiraban.
Y qué cambió de los críticos de ayer a los críticos de hoy? nada, absolutamente nada, los de ayer eran unos pocos doctorcitos de frac o levita enriquecidos por defender intereses de empresas inglesas, nacidos en unas pocas cuadras de la ciudad portuaria o los hijos de un puñado de familias pudientes de las ciudades del Interior; los de hoy son los hijos del privilegio más inmoral, que criados en los barrios bien de la Capital Porteña o de las Capitales de Provincia, llevarán desde Recoleta o Barrio Norte, su veneno a las Universidades del Régimen para potenciarlos y desde allí a la maldita prensa sirviente como ayer al Imperialismo, hoy fortalecida por la degenerada avalancha mediática. Aquellos miembros de la selecta Oligarquía que parieron una casta intelectual a espaldas del Pueblo y de la Patria, ayer fueron Liberales-Masones, después fueron conservadores, se hicieron Comunistas o Socialistas, Progresistas, mutaron a Social Demócratas, dominaron los Partidos Populares y compraron el favor del Ejército Liberal apátrida en las Dictaduras de 1.930, 1.955 y 1.976. Todos al final, a menudo solían juntarse en aquellas verdaderas orgías políticas que conformaron la Unión Democrática en 1.945 y la Alianza en 1.998, siempre a espaldas del Pueblo Argentino y siempre pisoteando la Patria nuestra.
La muerte de Aldao no pasó pues inadvertida, ni para sus enemigos que empezaron a tejer sus telarañas malditas del engaño, ni tampoco para quienes recibieron su adhesión inquebrantable. Para la Confederación Argentina puede decirse que con la muerte de Aldao, Rosas comenzaba a quedarse solo, ya habían quedado en el camino por el inexorable paso del tiempo y los avatares del Destino, los hombres como Artigas, Dorrego, López, Bustos, Ramírez y Quiroga, Aldao era el último de aquella generación irrepetible de patriotas que son nuestros verdaderos próceres. Tras su muerte, ni siquiera el más capaz de todos, como lo fuera nuestro líder irrepetible el Brigadier Juan Manuel de Rosas, podría sostenerse en la tan mentada soledad del Poder, el Padre indiscutido de la Nación Argentina estaba solo contra el Invasor extranjero y sus sicarios locales, tenía el apoyo inquebrantable del Pueblo Argentino, pero la tarea en su conducción era demasiada para un hombre al que se le hacía tarde, mientras veía consternado como aún era muy temprano para posibles sucesores.
Tras la muerte de Aldao, comenzó el final anunciado de una época que desgraciadamente para la Patria llegaría inexorablemente a su término pues sus Caudillos habían muerto.
Don Juan Manuel de Rosas había derrotado por esos días a Inglaterra y a Francia, pero cuando todo parecía indicar que por fin la Patria se encaminaba a su Destino de grandeza de Nación Justa, Libre y Soberana de la mano de aquel ser irrepetible puesto por Dios en su designio para guiar a nuestro Pueblo, asomaba la negra traición de Urquiza, como enviado del demonio que siempre mete la cola, esta vez de la mano de aquel impío seudo-Federal, que como buen masón, apretó el gatillo ejecutando el ateo disparo por la espalda a todo un Pueblo que sufriría la represión y la muerte en los años posteriores a Caseros mientras la Patria sería mancillada por aquella casta maldita de sirvientes imperiales.
Cabe preguntarse, aunque esto no es propio de la Historia científica, sino más bien de un deseo irrefrenable de Justicia, si hubiese sido posible Caseros, con un Aldao sano y vivo. Seguramente no, pues la reacción del Interior hubiese tenido otro cariz y el general mendocino curtido en mil batallas y con su leyenda y su mito a cuestas, hubiese liderado a los miles de hombres que desde Mendoza, San Juan, San Luis, Córdoba y La Rioja habrían acudido en ayuda del Restaurador para derrotar al “Ejército Grande” que lo único que tenía de grande era su condición traidora. Pero esto solo es soñar con lo que no fue, aunque a veces el soñar es el único camino que nos queda a quienes amamos a la Patria mientras al mismo tiempo asistimos amargamente desde su pasado y su presente a su permanente vejación.
Soñemos Compañeros, porque soñar es nuestro derecho y nuestro deber, nunca pues dejemos de soñar, que algún día el sueño de Aldao, de Rosas y de Perón volverá a ser una resplandeciente realidad. Soñemos que la Patria volverá a ser nuestra, del Pueblo, porque el Nacionalismo será Popular o no será más que una herramienta más del sistema que nos oprime. Seamos Justos, Libres y Soberanos, lo demás no importa nada.


JULIO GUILLERMO CARRICONDO CITHON (CUSTOM 71).

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Acto patriótico a orillas del Paraná por el 163° aniversario de la batalla de Vuelta de Obligado.

A orillas del río Paraná, y situados en el lugar donde se emplazó la batería “Manuelita” cuando la batalla de Vuelta de Obligado en 1845, el domingo 23 de noviembre último se llevó a cabo un emotivo acto en recuerdo del Día de la Soberanía Nacional.

Dicho evento, que año tras año va ganando más adeptos y entusiastas que buscan en los sucesos del 20 de noviembre de 1845 un punto en la historia criolla para sentirse orgullosos de sus raíces, su tierra y su bandera, fue organizado por las autoridades de la Comisión Nacional Permanente de Homenaje a la Vuelta de Obligado –cuyo Presidente Honorario es el teniente general retirado Roberto F. Bendini-, la Municipalidad de San Pedro y el Ejército Argentino.

Detrás del muro semicircular que exhibe numerosas placas conmemorativas sobre la batalla en cuestión, se dispuso la formación de dos compañías de soldados y de la Banda Militar “Tambor de Tacuarí”, todos pertenecientes al Regimiento de Infantería I ‘Patricios’, donde, a su vez, pudo observarse la bandera histórica del regimiento, es decir, la que tiene adheridas en ella todas las medallas de los combates librados por los ‘Patricios’ desde 1807 a 1982. De frente a la banda militar, se ubicaban dos secciones del Grupo de Artillería 1 (GA 1), y detrás de ellos, cuatro representantes de los Colorados del Monte de la ciudad de San Miguel del Monte, con sus lanzas, sus botas de potro y sus característicos uniformes colorados federales.

También estuvieron presentes algunos miembros de la Agrupación Patricios Reservistas y de Patricios de Vuelta de Obligado, éstos últimos con sendos uniformes del 2do. Batallón de Patricios, el mismo que luchó en representación del Regimiento de Buenos Aires en Vuelta de Obligado bajo las órdenes del coronel Ramón Rodríguez. Asistieron, incluso, Veteranos de Guerra de Malvinas de San Pedro, quienes mostraban con orgullo las medallas recibidas por el Estado Nacional por su ofrenda en pos de la soberanía. Todos, reservistas, Patricios de Vuelta de Obligado y Veteranos de Guerra, se colocaron cerca de donde se hallaban las autoridades civiles y militares que dirigían el desarrollo del acto.

Merecen una mención particular los gauchos que asistieron al evento en gran número y luciendo sus mejores vestimentas nativas, con sus propios Centros Tradicionalistas tales como el “Don Héctor R. Obligado” y el “Juan del Campillo”, entre tantos otros, portando varias banderas argentinas y la de la Provincia de Buenos Aires. Luego, tres bomberos de la Municipalidad de San Pedro dieron su acto de presencia, lo mismo que las diferentes escuelas de la zona con sus respectivos abanderados y escoltas.


El público, por cierto, fue el que le dio a la celebración el marco apropiado de festividad patriótica y popular, pues estaba lleno de figuras y organizaciones estrechamente ligadas al nacionalismo argentino, entre las que podemos enumerar: autoridades del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, quienes llegaron al lugar a través de cuatro ómnibus que salieron desde la puerta de la institución en Buenos Aires; Jóvenes Revisionistas, entidad juvenil del Instituto Nacional “Juan Manuel de Rosas” dedicado al estudio de la historia argentina bajo el impulso inquietante del revisionismo histórico; integrantes de Pensamiento Nacional; la Comisión Nacional Permanente de Homenaje a la Vuelta de Obligado; descendientes del poeta Rafael Obligado, fundador de la localidad homónima; y vecinos de la zona, muchos de los cuales, pudimos constatar, tuvieron antepasados que combatieron en las tropas federales al mando del general Lucio N. Mansilla contra los ingleses y los franceses.

Desarrollo del evento

Un helicóptero del Ejército Argentino trasladó al ex jefe de Estado Mayor, Roberto Fernando Bendini, al sitio histórico, dándose con ello el puntapié inicial para comenzar el acto. En primer término, un locutor presentó a las formaciones y regimientos presentes, a las autoridades provinciales, municipales, y al público en general. Seguidamente, leyó las adhesiones escritas de aquellos que no asistieron físicamente al acto pero que, con más de formalidad que de compromiso, seguro no querían perderse la oportunidad de figurar. A propósito, tibios aplausos se oyeron al revelarse los escritos dejados por la Presidente Cristina Fernández de Kirchner y por el Gobernador bonaerense Daniel Scioli.

Luego se descubrieron sendas placas, una de ellas en la entrada del Sitio Histórico donde se desarrolló la batalla de Vuelta de Obligado, donada por la Universidad Nacional de Lanús. La otra placa iba a nombre de la Comisión Nacional Permanente de Homenaje a la Vuelta de Obligado.

Más tarde, la Banda Militar del Regimiento ‘Patricios’ ejecutó las estrofas de Aurora, mientras se izaban el Pabellón Nacional y una que era réplica de la que se utilizó el 20 de noviembre de 1845, denominada como Bandera de Vuelta de Obligado. A continuación, el público entusiasmado entonó el Himno Nacional Argentino. La celebración ya iba tomando color.

Un locutor profesional del Ejército leyó la vibrante proclama del general Lucio Mansilla, la misma que fuera seguida por el estruendo de los fuegos de la Patria en la memorable jornada soberana.

A los discursos le siguió una hermosa demostración de parte del Regimiento de Infantería ‘Patricios’, que se encargó de darle un toque distintivo a tanto jolgorio nacional al cumplimentar con profesionalismo una descarga de fusilería que generó un aplauso unánime. Dicha demostración trataba de ejemplificar el rol jugado por el glorioso cuerpo del ejército que, junto al 5to. Cuerpo de Milicias de Caballería “Colorados del Monte”, en la batalla de Obligado, no regatearon su coraje y corrieron a lanzas y bayonetazos limpios a los soldados ingleses que intentaron ganar la costa una vez cortadas las filas de cadenas que interrumpían el paso a los buques invasores.


Estuvo reservado al final de tan sublime fecha patria el desfile cívico-militar, musicalizado por la Banda Militar de ‘Patricios’, la cual hizo honor a una justísima reivindicación histórica que pasó casi inadvertida: el primer tema que ensayó para que comiencen a pasar las distintas y variopintas formaciones, fue la Marcha Triunfal ‘Desierto y Restaurador de las Leyes’. Esta pieza, que en su origen había sido hecha para piano, alrededor de 1835, fue arreglada entre octubre y noviembre del presente año por el jefe de la Banda Militar “Tambor de Tacuarí”, capitán Diego Cejas, para que pueda ser tocada como marcha militar. El autor de la pieza fue el capitán Enrique Martín, de quien se carecen datos bibliográficos precisos.

Este humilde gesto resulta interesante pues, así sea el repertorio musical que para un acto determinado deba ejecutar una banda militar del ejército, todo debe ser previamente aceptado, por escrito, por el Estado Mayor de la fuerza. Entonces, que la Marcha Triunfal ‘Desierto y Restaurador de las Leyes’ haya podido irradiar sus sones en Obligado, responde a una aceptación formal de parte de las máximas autoridades del Ejército Argentino.

La desconcentración que vino luego de terminado el acto, permitió el reencuentro y las charlas amenas entre las personas que todavía luchan, pese a los tiempos sombríos de coloniaje acentuado, por la dignidad de la Patria. Muy a pesar de la oscuridad que prevalece en los rincones del territorio nacional, el mediodía de Obligado era soleado y radiante, con gente alegre, patriota, distendida, que se abrazaba y se felicitaba. Allí, en el sitio donde “los argentinos demostramos que no somos empanadas que se comen con solo abrir la boca”, persiste la luz de la esperanza y la fe en Dios, y esto es más que suficiente para no claudicar.


Gabriel Oscar Turone.


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Ayes de Diciembre.



Dorrego: A 180 años de su asesinato.



“…Una revolución es un juego de azar,
en el que se gana hasta la vida de los vencidos…”
[De una carta de Salvador Maria del Carril a Lavalle,
sin firmar, para evitar responsabilidades.]


"Ay, escuchen bien mis paisanos,
estas palabras de dolor, en este mes tan aciago,
que iniciaba magnifico, con las tropas regresando,
a pesar de aquel amargo desenlace,
Los “castelhanos” habían aleccionado
a Condes y Marqueses, de ese Imperio de esclavos.
Ay, pero el alma de algunos se perdió,
enjaezados por mezquindades sin nombre,
tiñeron de luto las flores decembrinas.

En la Plaza de la Victoria, el verdugo Lavalle
su faena, sin pudor, inicio.
Y con la razón de las bayones,
creyose vencedor.
Mas nuestro Gobernador, se le esfumo de las manos,
la ciudad será de los fusiles, ¡pero la campaña es de los gauchos!
No estaban los soldados, por haber sido engañados,
pero estaban prestos los del Monte,
nuestros bravos milicianos.

Con Rosas fue, hacia el norte, buscando al fiel Pacheco.
Ay, pero la fortuna fue esquiva, y fueron batidos en Navarro.
Pero la Providencia, a los federales dio su amparo,
Dorrego y nuestros leales, nuevamente escaparon.
Se refugiaron en una estancia, el Triunfo se llamaba,
Don Manuel se empeñaba en seguir aquel camino,
a pesar de que la muerte rondaba tesonera,
no escucho razones, se lanzo temerario,
como buen argentino, hijo de criollos altivos.
Ay, Don Manuel, ¡hasta Santa Fe hubiera marchado!
Porque cerca había otros malos, que se decían “sublevados”,
como Escribano y Acha, que finalmente te agarraron,
y te mandaron preso, como a un criminal cualquiera,
¿Qué robo don Manuel?¿Porque lo tratan así?
¿Quién fue el miserable que dio las 30 monedas?
Ay, lo vi a los lejos ser prendido,
Discúlpeme señor, ¡por no asistirlo!

Hasta donde estaba el felón engalonado, lo enviaron
prisionero en un birlocho, ni siquiera lo escucharon.
Yo estaba a lo lejos, tanteando como buen gaucho,
pero eran muchas las tropas,
discúlpeme por no haberlo ayudado.
Los mensajeros iban y venían,
pensé que lo mandarían a otras tierras,
Usted fue un noble soldado, bien cabria la indulgencia.
Ay, pero el 13, maldito mil veces ese día,
se formo un pelotón, líneas y líneas,
lo vi bajar de aquel presidio sencillo,
y hasta en las horas del martirio, mostró su hombría.
Caminaba lento, sereno, muy sereno.

Tenia que hacer algo en ese instante,
¡Mi coronel, aquí tiene un guerrero que busca su mando!
¡Será mi bacón un sable, y mis piernas corcel brioso!

Fui sigiloso entre los arboles, pero estaba muy lejos,
Cuando oí a un desgraciado vociferar ¡Fuego!
Se me helo el alma, y quedaron yertos mis miembros
Ya no cantaron las aves, y el sol se hizo negro
Mire hacia donde usted estaba, mas había caído.
El silencio lo cubrió todo, pero ya no me pude sujetar,
Mi corazón salto de este pecho, y bien alto grite:

¡A esta oscuridad ya le llegara su aurora!
¡Viva Don Manuel Dorrego!

Y así iré cantando esta pena,
Llora conmigo toda esta tierra,
Pero solo no estaré y haré algo
Porque me acompañan ustedes,
Los que la verdad de mis labios
Han escuchado.
Así que cálcense las chaquetas coloradas
Firmes tengan en sus manos las lanzas,
Vayamos con nuestros caballos,
¡A hacer la alborada, milicianos!"


Ricardo Díaz.

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LA MUJER Y LA FAMILIA: PASADO Y PRESENTE.



La modernidad nos ofrece un paradigma de mujer cuyo modelo pareciera ser el exhibicionismo desvergonzado de un cuerpo “armoniosamente anoréxico”. El culto al físico por un lado, y al desborde sexual por el otro, son caras de una misma moneda. Se trata de vender una imagen de mujer exitosa; moderna y desenvuelta; para alejarla de su rol más importante en la sociedad; como lo es el de madre de familia. Este proceso no es casual y dentro de la lógica del mundialismo es perfectamente entendible. Todo lo que sea tendiente a debilitar a la familia, siendo ésta la comunidad primera y la mas próxima a la naturaleza; son elementos válidos. Es hora de tomar conciencia que el ataque a la familia, es un ataque a la sociedad en su conjunto, ya que es justamente la familia la que debe fomentar de un modo ejemplar aquellos sentimientos y valores que son propios de la vida en comunidad, como son el amor y la fidelidad, el respeto y la confianza. La familia es parte y miembro del estado, y está destinada a formarlo, ya que conserva y engrandece la Nación gracias a su fecundidad. Es una célula de la sociedad aunque antropológica y teológicamente es anterior a ella. Por esto afirmo que la institución familiar tiene derechos naturales y a su vez, el Estado tiene obligaciones para con ella. El Estado debe respetar y amparar a la familia y sus derechos fundamentales; proteger incondicionalmente los valores que aseguran la misma: el orden, la dignidad humana, la salud y el bienestar, favorecerla de todos los modos que estén a su alcance. El fundamento de estas obligaciones es el carácter natural de la familia y la misión misma del estado de velar por el bien común.
La estrategia de debilitar la figura de la mujer como forma de atacar la estructura familiar, no es nueva. Si se examina la historia se puede ver claramente que en la decadencia de toda civilización cuando se comienza a vislumbrar un cambio de poder y/o modelos, surge el tema de la destrucción de la familia. Para lograr el objetivo se recurre previamente a la degradación de la mujer, se procura despojarla de toda vergüenza, proclamar su “liberación”, el derecho a que ejerzan “el amor libremente”, su igualdad con el hombre en los roles de la vida (violando el orden natural), y la exaltación “del feminismo militante”. En su afán de disociación, el imperialismo y las entidades que responden al Nuevo Orden Mundial, apuntan a hacer estragos en la primera célula social; transformando a la sociedad toda, en un cuerpo enfermo, proclive a todo quebrantamiento. Además del ataque a la mujer, se busca debilitar la célula familiar a través de campañas que promuevan la pornografía, la homosexualidad, etc. Todos estos signos indican una profunda decadencia moral, con el agravante de que estos elementos están al servicio de la penetración cultural que proviene del exterior. Los medios de comunicación no son más que usinas de transmisión por las cuales se pretende igualar el concepto de libertad, con el de libertinaje. Se le rinde culto al lema de “prohibido prohibir”, partiendo de la falsa premisa de que el hombre no tiene espíritu y por ende no hay nada que proteger. Este materialismo desemboca en un inhumano permisivismo en el que “todo vale”, aceptando por ejemplo a los sodomitas con el alegre eufemismo de “gays”. Detrás de la manipulación de la sexualidad se esconde, como se ha dicho, un auténtico intento de cambio social y cultural. Esta presencia del homosexualismo desafiante y militante tiene el patético signo del modernismo que; primero negó a la Iglesia, luego a Dios, y ahora intenta destruir al hombre mismo, aunque esto engendre tal vez, su propio final. Ante semejante cuadro, no dudo en rescatar el concepto cristiano de mujer en su acepción de señora, esposa y madre de familia, sin por esto negarle el correcto desempeño que puede lograr en las ramas del saber, el comercio, la política, o las instituciones sociales. Reivindico el concepto de familia según el cual esta es una primera comunidad social y estable de padres (hombre y mujer) e hijos, de orden natural, sagrado e indisoluble.
Finalmente y para más claridad, hago mías las palabras de Monseñor Vicente Zaspe:
“¿Qué en los EEUU los hijos adolescentes se independizan de sus padres y viven fuera del hogar? Allá ellos. Nosotros queremos que la familia siga siendo siempre una comunidad de cariño y afecto, que solo la muerte puede destruir.
¿Qué en Europa los novios se acuestan antes del matrimonio? Nosotros reconocemos que muchas veces la voluntad ha sido débil, pero mantenemos con absoluta nitidez el concepto que eso es una profanación anticipada del Matrimonio Sacramento.
¿Qué en Inglaterra se casan los homosexuales? ¡Peor para los ingleses!
¿Qué en los países comunistas las familias queden sujetas a las decisiones del Partido? Para nosotros es una aberración y una claudicación.
¿Qué en Italia los católicos votaron por el Divorcio? Para nosotros han votado la disolución de la familia italiana.
¿Qué en Francia han liberado el aborto? Para nosotros han liberado el homicidio, el filicidio y el crimen.
¿Qué en Dinamarca algunos matrimonios intercambian sus parejas? Para nosotros esos daneses son unos puercos que no merecen el calificativo de personas y están por debajo de la sexualidad de los animales.
¿Qué en las Naciones Unidas favorecen campañas antinatalistas? Para nosotros es un ataque al derecho sacrosanto de engendrar.
¿Qué Mac Namara advierte sobre el peligro de la explosión demográfica? Le decimos a Mac Namara, con el Papa, que el problema se soluciona distribuyendo mejor los bienes del mundo y no asesinando, por anticipado, a los comensales.
¿Qué en Miami los abuelos están espléndidamente atendidos, pero lejos del hogar y de los hijos? Nosotros queremos que el abuelo y la abuela sigan viviendo en casa, compartiendo nuestro techo, nuestro pan y nuestro cariño”.


FEDERICO GASTON ADDISI










2 de diciembre de 2008

GUEMES Y LA GUERRA GAUCHA.

Martín Miguel de Güemes
(y la Guerra Gaucha)





El coraje, virtud excelsa cultivada por los hijos dignos de cada pueblo, ha fructificado de las más diversas formas en todo el devenir de la historia de la humanidad. Recordemos a Leónidas, con sus espartanos, cerrando el paso a fuerzas casi incontables, sin ceder un centímetro tan solo, y combatiendo a la sombra de las flechas enemigas. Recordemos a los iberos, resistiendo en Numancia, a las poderosas legiones, prefiriendo antes la muerte que la esclavitud ignominiosa. Pero, no debemos olvidar, a los grandes hombres que conformaron el muro más formidable, enclavado en las frías soledades del norte, allá donde termina la planicie e inician las montañas. Nunca debemos olvidar que la libertad fue posible, gracias al sacrificio de esos que hicieron de Salta, de Jujuy, verdaderos infiernos, paramos impenetrables, a las fuerzas que seguían los estandartes del despotismo... Ese muro glorioso estaba hecho con los pechos de nuestros gauchos, ese infierno ardía intensamente porque lo alimentaban las llamas de ¡La Libertad!

Esas huestes que hicieron posible proeza semejante, estaban dirigidas por un dignísimo hijo de estas tierras, cuyo nombre esta grabado en letras luminosas en la magna historia de las Americas: el General Martín Miguel de Güemes. A él pertenecen los hombros que cargaron con la responsabilidad de hacer posible la gesta de San Martín. Sobre él cayeron las mas duras invectivas de las clases acomodadas, cuya intensidad es solamente sobrepasada por la devoción que por el profesaban sus soldados. Pero aquello por lo que lucho, es nuestro.

Nació en el año 1785, en el seno de una familia adinerada. Recibió una educación esmerada, estudiando filosofía en el Colegio Carolino de Buenos Aires. En 1806, combate para expulsar al invasor ingles. Los sucesos de mayo de 1810, encuentran a Güemes del lado patriota. Va con la expedición al Alto Perú, en la que tendrá una actuación decisiva en la victoria de Suipacha (participación ocultada por Castelli, con quien mantiene serias desavenencias). Tras las duras derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, y el desastre de Huaqui, las fuerzas patriotas deben retroceder. El general Balcarce es reemplazado por Manuel Belgrano. Una invasión realista se encuentra en ciernes, suponiendo los comandantes españoles, que los jirones del ejercito rebelde ya no opondrán una seria resistencia. Jujuy misma empieza a moverse, los pueblos del norte son llamados por Belgrano a unirse a su ejército. Se debe ganar tiempo para reorganizar los cuadros maltrechos. Los patriotas, se retiran hasta Tucumán. Allí se detendrán y ya no retrocederán. Güemes dirige a los gauchos norteños, que deberán pelear para volver a sus mismos hogares, en esos momentos bajo el poder del ejército realista. El 24 de Septiembre de 1812, las armas de su Majestad son batidas estrepitosamente por los patriotas, debiendo retirarse apresuradamente hacia el Alto Perú. Los gauchos de Güemes, pueden volver, aunque no podrán descansar un solo instante. Deberán defender la libertad naciente, amenazada de manera constante por las fuerzas realistas establecidas férreamente en el Altiplano.

En abril de 1814 San Martín le confió la comandancia de las fuerzas patriotas de avanzada formada por gauchos de Salta y de Jujuy. La estrategia había cambiado, y la dirección de la gran cruzada, que inicialmente seria hacia el norte, fue desplazada hacia el oeste, hacia Chile. Los guerrilleros altoperuanos debieron replegarse hacia el sur, hasta las posiciones de Güemes. Así la celebre y esforzada Juana Azurduy, se puso a sus ordenes.

¿Cómo organizó sus fuerzas? Conformo una red de milicias que cubría un amplio territorio, desde Humahuaca –con ramificaciones en Potosí-, pasando por Jujuy, la ciudad de Salta y las poblaciones aledañas del Valle de Lerma, el Chaco salteño y el Valle Calchaquí. Los milicianos fueron organizados en unidades de 20 a 30, bajo el mando de jefes locales, llamados “capitanes de Güemes”.



Los gauchos, así organizados, basando su superioridad en el conocimiento del terreno y en su astucia, rechazaron varias incursiones españolas, y seis intentos de invasión: la del brigadier Joaquín de la Pezuela en 1815; la de La Serna en 1817; dos de Pedro Antonio de Olañeta también en 1817; la de Canterac en 1820 y la de Olañeta en 1821, que le cuesta la vida al mismo Güemes.

¿Como obtiene recursos? El gobierno central le proporciona recursos ínfimos, puesto que la prioridad se encuentra en Cuyo, en el ejercito que San Martín esta formando. La mayor parte proviene de la misma provincia (de la cual es gobernador desde 1815), de los impuestos que pesan sobre los comerciantes y los estancieros. Es creado el “Fuero Gaucho”, que es una suerte de condonación de las deudas por el arrendamiento de las tierras, que beneficia a sus soldados, de extracción preponderantemente rural. A medida que la guerra se prolonga, los tributos pesan más y más sobre las clases acomodadas, que ven en dicho estado de combate permanente, un clima poco propicio para el desarrollo de sus actividades lucrativas, especialmente el contrabando. Además, las prerrogativas con que Güemes beneficia a los suyos, van creando una situación que se torna peligrosa para los aristócratas: los gauchos, otrora sumisos, adquieren una nueva visión de su condición, empezando a sentirse y -aun peor- manejarse como ciudadanos...

La guerra gaucha, va adquiriendo un matiz distinto cada día que transcurre. De la liberación del yugo español, se va transitando progresivamente, hacia la liberación de los oprimidos, quienes no habían cambiado, a pesar de que el antiguo régimen había sido depuesto. En 1815 la gente decente había aclamado a Güemes como gobernador. Pero cada año que pasa, ve cada vez mas distanciados al gobernador y a la clase principal, llegando esta inclusive a llamarle tirano. El germen de la traición es inoculado entre los más conspicuos representantes del patriciado salteño, que ven en la intransigencia del jefe patriota, un escollo insalvable para retornar a la tan ansiada paz.

Mientras tanto, los combatientes gauchos, continúan vigilando el ardiente frente. Pelean en medio de las oquedades de las rocas, golpean sorpresivamente las avanzadas españolas, brindan su apoyo incondicional a los pocos guerrilleros que se mantiene firmes en el Alto Perú, a pesar de la represión brutal y sanguinaria que buscaba acallar las voces de esos pueblos. Se sacrifican por cerrar el paso a toda fuerza que vaya en contra de esa palabra nacida a la luz del sol de mayo. Ganan tiempo precioso, puesto que en Cuyo, se esta gestando la magna Expedición. La cual parte finalmente en 1817...

El año 1820 fue muy difícil para las Provincias Unidas del Sur. La Constitución de 1819 había sido rechazada por las Provincias, y el Litoral se hallaba en franca rebeldía contra el poder central, cuya legitimidad estaba desvirtuada, a causa de la soberbia porteña. El Directorio cae y Buenos Aires es una provincia como las demás. Una provincia inmensamente rica, eso sí, que se ha lavado las manos de la expedición Sanmartiniana y que no envía ni un peso a las tropas del norte. En agosto de
1820 Güemes recibe un emisario desde Chile, con despachos firmados por el General San Martín.
Allí le encomienda la erección de un ejército que avance mas allá de la quebrada de Humahuaca, a la par que desde Chile iniciarían el asalto al baluarte realista del Perú. Es designado General en Jefe del Ejército de Observación. Había llegado la hora de atacar. No pasaron dos semanas desde que recibiera esa orden, y ya tenia reunidos 2000 hombres para la empresa que coronaria tantos esfuerzos. Tal vez pensaba Güemes, que su deber era reunirse junto con su General, en la mismísima Lima. Pero requería de armas y municiones. Solicito le entregasen las que pertenecieran al ejército del Norte, que se había disuelto en el motín de la posta de Arequito. Se las negaron. Pidió auxilios a las demás provincias. Santiago del Estero respondió fielmente, juntando hombres y dinero.

Pero el año de 1821, lo encontró rodeado de enemigos. El gobernador de Tucumán, Bernabé Araoz, reticente a contribuir de cualquier forma al fortalecimiento del “tirano” Güemes, ataca Santiago para evitar que esta enviara cualquier apoyo a Salta. Debió el insigne salteño, ir con sus hombres a socorrer a los santiagueños. Esas disensiones en el campo patriota, fueron hábilmente aprovechadas por los españoles. El general Olañeta, avanza sobre Salta. El Cabildo de su ciudad, en mayo, a pesar que Güemes esta ausente, lo destituye, en connivencia con el enemigo... Hasta ofrecen una misa por la “feliz ocupación”. Es la conocida Revolución del Comercio, uno de los episodios mas funestos en las guerras por la independencia, la cual provoco que la victoria definitiva se postergase unos duros años mas.

Puede que en la ciudad haya perdido su poder. Pero en la campaña, su prestigio estaba intacto. El gobernador interino, José Ignacio Gorriti, destruye la vanguardia realista en Jujuy, capturando inclusive a quien la dirigía, el coronel Guillermo Marquiegue.

Güemes retorna rápidamente a su provincia, pero ya los españoles se retiraban. Aunque los otros enemigos quedaban. Los comerciantes habían distribuido cantidades ingentes de dinero entre los soldados que quedaron en la ciudad, con la esperanza de tener una fuerza que rechace al gobernador que volvía. El 31 de mayo, con solo 25 hombres de su escolta, Güemes se presentaba ante los hombres enviados en su contra. Bastaron unas palabras suyas para que todos se pasaran a su lado. En aquella ocasión dijo:

“Por estar a vuestro lado me odian los decentes; por sacarles cuatro reales para que vosotros defendáis su propia libertad dando la vida por la Patria. Y os odian a vosotros, porque, os ven resueltos a no ser más humillados y esclavizados por ellos. Todos somos libres, tenemos iguales derechos, como hijos de la misma Patria que hemos arrancado del yugo español. ¡Soldados de la Patria, ha llegado el momento de que seáis libres y de que caigan para siempre vuestros opresores!".

¡Esa era la libertad por la que combatían, ese era el espíritu que insuflaba la Guerra Gaucha!

El comerciante Benítez, cordobés, va hasta el campamento realista, a cumplir la misión que le fue encomendada por sus pares: ofrecer 5000 pesos (obtenidos por una suscripción) y la ayuda necesaria para que los españoles puedan deshacerse del “tirano” que había regresado. Olañeta envía al coronel Valdez, con una selecta tropa de 400 infantes, a terminar con el aborrecido jefe de los gauchos. Guiados por baqueanos, los españoles se adentran en la ciudad y se enfilan a la casa de la hermana de Güemes, en la cual pernoctaba el general. Alertado, evita escapar por una puerta secreta, para no abandonar a su escolta (puesto que la muerte esperaba a los suyos en caso de ser capturados). Logra montar y sortea raudamente los piquetes de fusileros españoles, pero una bala lo hiere gravemente. Era el 7 de junio. Continua, a pesar de la herida. Sus principales oficiales son aprehendidos, varios son pasados por las armas, y otros son dejados vivos para ser cambiados por los prisioneros que tenia Gorriti.

Güemes se moría, a pesar de los cuidados que le dispensaban sus allegados, y por sobre todo sus gauchos, la sombra se cierne sobre su faz. Muere el 17 de junio, no sin antes haber hecho jurar a sus soldados, que expulsarían una vez más al enemigo español de su tierra. Recostado sobre un catre, a la intemperie, se cierran finalmente los ojos de este gran hijo de la Argentina, de este gran Americano. Rodeado por sus gauchos, deja de latir su corazón. Pero habrá escuchado los ecos que le traía la Cordillera. Al otro lado, en el Perú, San Martín, avanzaba irresistible. Los clarines de las fuerzas argentino-chilenas anunciaban el fin de la opresión. Bolívar, desde el Norte, dirige sus bayonetas hacia el núcleo del despotismo ibérico. Tal vez Güemes haya sentido pena al no poder ir al encuentro de su General a Lima, pero ya mas no podía, su vida se le escapaba. Y habrá sentido alivio, porque esos ecos le decían, que su deber estaba cumplido, y que la victoria de los americanos, estaba sellada. Tenía solo 36 años, pero su grandeza esta destinada a perdurar por los siglos. Hasta la muerte de un libre, tiene ribetes de majestuosidad y belleza. Apenas hicieron falta unas semanas para que sus gauchos cumplieran su juramento, arrojando definitivamente a los realistas, quienes ya nunca más hollarían ni Jujuy, ni Salta. Moría un hombre, pero nacía una Patria, una Patria que es inmortal gracias al sacrificio de sus vástagos, altivos y dignos hijos suyos, como el General Martín Miguel de Güemes.



Ricardo González Benítez.