29 de diciembre de 2011

LOS PRIMEROS QUE PENSARON EN TRAER A ROSAS AL PAÍS (1954)

Afiche original que promocionaba, en 1954, el primer intento para traer a Rosas a la patria.

Mi antecesor en el cargo, el Sr. Federico Gastón Addisi, hace una correcta mención en su obra San Martín-Rosas-Perón. Un homenaje a Fermín Chávez respecto del primer intento por repatriar los restos de Juan Manuel de Rosas. Transcribiendo un fragmento de una obra de Diana Quattrocchi – Woisson, dice: “Finalmente, bajo el ojo aparentemente benévolo del gobierno, se crea en junio de 1954 una “Organización popular por la repatriación de los restos del General Rosas”, presidida por José María Rosa y Ernesto Palacio, que lanza una enérgica campaña para obtener la adhesión de “todos los argentinos” y que será sostenida por la prensa peronista”. (Página 19, de la obra citada).

En virtud, este primer antecedente nos hace pensar, a las claras, que nadie más que los pensadores del revisionismo histórico, han tenido la patriótica lucidez de pensar primero en la figura del Restaurador y de dar el puntapié inicial para resaltar todo lo que vino más tarde: declaración del Día de la Soberanía Nacional (1973), la efectiva repatriación de los restos de Rosas (1989) y la imposición del Feriado Nacional para el 20 de noviembre (2010). Pero dejemos estas cuestiones para otro momento.

Aquí, queremos dejar testimonio de los cargos y los nombres de los que formaron parte de esa primera comisión directiva que en 1954 tuvo las agallas de crear la Organización Popular por la Repatriación de los Restos de Rosas. Para ello, me valgo de un afiche original de dicha entidad, el cual forma parte de mi archivo personal gracias a la atención que tuvo la señora Estela Gastiazoro (q.e.p.d.), viuda del ex secretario general de Asuntos Históricos de la Alianza Libertadora Nacionalista, Jorge Montiel Belmonte, quien me lo obsequió hace unos años.

Sabemos que esa primera organización pro repatriación tenía una oficina en la calle Perú 359, en Buenos Aires, aunque su sede central estaba en La Plata (entonces denominada “Ciudad Eva Perón”), en Calle 7 N° 1082.

Para la época, resulta interesante el enorme número de distinguidos pensadores, historiadores, dirigentes políticos y hombres de la cultura en general que adhirieron a esta cruzada que clamaba la devolución de los despojos del Ilustre Restaurador de las Leyes desde la lejana Inglaterra. Veamos quiénes formaron parte de la Organización Popular por la Repatriación de los restos de Rosas”. Y para todos ellos, vaya este humilde recuerdo:


Consejo Plenario Nacional: Presidente: José María Rosa.

Vice 1°: Ernesto Palacio.

Vice 2°: Ricardo Font Ezcurra.

Secretario General: Bartolomé Amato.

Vocales: Carlos Ibarguren, Ricardo Caballero, Manuel Gálvez, Alfredo Tarruella, Federico Ibarguren, Hugo Marcone, Luis M. Soler Cañas, Alberto Contreras, Julio Torres, Elías Giménez Vega, Fernando García Della Costa, Ramón Doll, Héctor Llambías, David Uriburu, Alberto Ezcurra Medrano, Juan Pablo Oliver, Hipólito Pouyssegur, Carlos Steffens Soler, Oscar R. Suárez Caviglia, John W. Cooke, Lucio Moreno Quintana, Fermín Chávez y Jaime Gálvez.

Filial Capital Federal: Presidente: Alberto Vacarezza.

Secretario General: Alberto Contreras.

Secretarios Adjuntos: Jorge Perrone, José Luis Muñoz Azpiri (padre) y Manuel García.

Secretario de Actas: Marcelo Barros.

Secretario de Coordinación y Enlaces: Enrique M. Mayochi.

Secretario de Organización: César Enrique Aranguren.

Secretario de Cultura Histórica: Vicente Sierra.

Secretarios de Acción Pública: Rodolfo J. Urtubey, José Luis Cora y Hellmuth Von Engels.

Secretario de Hacienda: Emilio Spinelli.

Prosecretario de Hacienda: Armando Tonelli.

Secretarios de Prensa: Raúl Roux, Eduardo S. Castilla, Alfonso Ferrari Amores, Tomás de Lara, Baldomero Lamela Pérez, Luis Ortiz Behety, Raúl de Ezeiza, Eros Nicolás Siri, José M. Castiñeira de Dios, Guillermo Segunda Goyena y Carlos Muñoz Wright.

Vocales: Guillermo House, Juan Alfonso Carrizo, Diego Luis Molinari, Ignacio B. Anzoátegui, Homero M. Guglialmini, Josué Teófilo Wilkes, Alfredo Ortiz de Rozas, Samuel W. Medrano, Julio Campos, Ludovico Vitta, Enrique L. Kleinert, Virgilio Sordelli, Enrique Pavón Pereyra, Ariel Fernández Dirube, Enrique Guerrero, Jorge María Ramallo, Horacio E. Bordo, Fernando N. A. Cuevillas, Guillermo Laserre Mármol y Jorge F. Montiel Belmonte.

Para redondear esta nota vindicativa de todas esas personalidades que se animaron a pedir por los restos de Juan Manuel de Rosas por primera vez en la historia argentina, me permito trascribir una sentencia que define, de modo cabal, el espíritu que empujó a aquellos hombres que empezaron y forjaron el camino para que hoy, en la bóveda de la familia Ortiz de Rozas, descanse el Restaurador junto a los suyos. La extraigo de otro tipo de propaganda que poseo de la organización formada en 1954, y dice así: “Por eso, nosotros, los hombres de hoy, que valoramos el pasado de la Patria y luchamos por su grandeza en las múltiples tareas cotidianas, nos dirigimos al PUEBLO, instituciones y autoridades, con el fin de concretar la repatriación de los restos mortales del Ilustre Restaurador de las Leyes, Brigadier General Don JUAN MANUEL DE ROSAS e invitamos a todos los argentinos que desinteresadamente, sin pasionismos, deseen colaborar en la concreción de tan noble, patriótica y justiciera finalidad”.

Varias décadas tuvieron que transcurrir para que el deseo de ese puntal de honra y dignidad se concretara. La reivindicación del Federalismo y sus hombres –de eso se trata- tiene un largo historial que muchas veces es perversa y manifiestamente olvidado, por eso nacen, al presente, tantos falsos “federalistas” que se creen vanguardistas irreverentes que no miran las acciones del pasado. Por suerte, y gracias a Dios, los documentos están.

Gabriel O. Turone

26 de diciembre de 2011

BREVE HISTORIA DEL BARRIO PORTEÑO DE CABALLITO


El 15 de febrero del año 1821 el inmigrante genovés Nicolás Vila adquirió una manzana comprendida por las calles Avenida Rivadavia, Emilio Mitre, Avenida Juan Bautista Alberdi y Víctor Martínez. En ese predio edificó una casa de cuatro habitaciones, destinando una de ellas a una pulpería (que era el nombre que se conocía en ese entonces los bares actuales). En la puerta del local, Vila colocó un mástil con una veleta de latón que contenía la figura de un caballo.


La pulpería se encontraba a las orillas de lo que era el Antiguo Camino Real, actualmente conocida como la Avenida Rivadavia, en su cruce con “El Camino del Polvorín”, actualmente calle Emilio Mitre. La pulpería poseía una veleta con la silueta de un caballo, de allí que se hiciera famoso como “La Pulpería del Caballito”, que dio nombre al barrio. En la actualidad se puede observar la veleta original en el Museo Histórico de Luján. La veleta que hoy se puede ver en la Plazoleta Primera junta fue realizada por el escultor argentino Luis Perlotti a mediados de la década del siglo XX y concluida luego de su muerte, por el escultor Juan Carlos Ferraro. Se emplazó en el sitio actual el 3 de noviembre de 1969.


Caballito se encuentra en el centro geográfico de la ciudad de Buenos Aires, comprendido por las avenidas Juan B. Justo, San Martín, Ángel Gallardo, Río de Janeiro, avenida La Plata, Avenida Directorio, Curapaligüe y Teniente general Donato Álvarez. Limita con los barrios de Boedo y Almagro al este, Villa Crespo al Norte, Parque Chacabuco al sur y Flores y Villa Mitre al oeste.


Es una de las zonas comerciales más importantes de la Ciudad y segunda más densamente poblada luego de Recoleta, (que escribiré un artículo sobre ella más adelante). Hubieron diversos problemas en los servicios y protestas vecinales por la construcción desmesurada de torres que se han construido en el barrio en los últimos años.


También se encuentran puntos de interés como el “Barrio Inglés”, de hermosa edificación de estilo británica, realizadas en los fines del siglo XIX y principios del XX. El Club Ferrocarril Oeste, el Parque Rivadavia (ex Quinta Lezica), el Parque Centenario, el tranway histórico de Buenos Aires, de la Asociación Amigos del Tranvía, el antiguo Mercado del Progreso, el Club Italiano y el Club Portugués, la Iglesia de la Virgen de Caacupé -orden de monjas irlandesas-, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos aires, en la calle Puán al 480, que se emplaza en el edificio de una antigua fábrica de cigarrillos; en José María Moreno y Pedro Goyena se encuentra el edificio del Depósito de Gravitación del barrio de Caballito, un depósito de agua, reliquia arquitectónica con 100 años de antigüedad, destinada a almacenar y distribuir el agua a todo el barrio por ser el lugar más alto de la zona. En avenida La Plata y avenida Directorio se encuentra el Colegio y la Iglesia San José de Calasanz, enorme edificio antiguo, con más de 100 años en el barrio.



Por Javier Molina Salas




Fuentes consultadas:

  • Archivo General de la Nación
  • Asociación Amigos de Caballito
  • Diario “La Nación
  • Diario “La Prensa

24 de diciembre de 2011

SEMEJANZA ENTRE ROSAS Y WASHINGTON, SEGUN PEDRO DE ANGELIS (1843)


El napolitano y, considerado por muchos, ‘proto-revisionista’ de nuestra historia patria, hablamos de don Pedro De Angelis, redactó unas raras consideraciones en el periódico que editaba, “El Archivo Americano”, del 8 de julio de 1843, en donde se encargó de trazar algunas semejanzas entre Juan Manuel de Roass y el prócer máximo de los Estados Unidos, George Washington.

Bajo el simple título de “Washington y Rosas”, esto dejaba consignado De Angelis en la fecha referida:

“Mr. De Chateaubriand, entre los incidentes de su primera peregrinación, cuando los desmanes de la revolución francesa lo obligaron a abandonar sus hogares, se complace en recordar su entrevista con el General Washington en su propia morada. “Cuando fui a llevarle mi carta de recomendación, dice el elocuente autor de los Mártires, encontré la simplicidad de un viejo Romano. Una casita a la moda inglesa, semejante a las adyacentes, era el palacio del Presidente de los Estados Unidos. No había guardias, ni aún criados. Toqué la puerta, una sirvienta la abrió. Le pregunté si el general estaba en casa. Me contestó que sí. Le dije que tenía que entregarle una carta. Me preguntó mi nombre: era difícil pronunciarlo en inglés, y no pudo efectuarlo. Entonces me dijo con dulzura: Walk in, Sir (entre Ud.), etc.”

“Cualquiera que haya visitado al General Rosas lo reconocerá en estos rasgos de la vida doméstica del ilustre fundador de la Confederación Norte Americana. En la cumbre del poder, rodeado de un pueblo agradecido y ansioso de tributarle homenaje, el Gobernador de Buenos Aires los ha siempre desechado con el mismo tesón que otros ponían en solicitarlos. Sin guardias, como Washington, sin ninguna insignia del mando, en traje sencillo de miliciano: afable y cortés para todos, lo hemos visto algunas veces presidir la mesa de su quinta, y ofrecer indistintamente asiento a los que iban a visitarle. La etiqueta de esas reuniones era una completa libertad, y la más íntima confianza. Los ciudadanos, los extranjeros, los empleados de la administración, los de sus propias oficinas, podían hasta comer con el sombrero puesto delante de él, si les agradaba. El hombre poderoso, el gran ciudadano, el Jefe Supremo de la República, se despojaba de toda autoridad, sin conservar mas que su prestigio, lo único que no le era posible abdicar, y que bastaba a granjearle veneración y respeto.

“Estos hábitos son característicos en el General Rosas, para quién lo más violento no es bajar al nivel de los conciudadanos, sino permanecer en la altura a que lo han elevado.

“Vino al mando, arrastrado por los reclamos de la opinión pública, y la fuerza de los acontecimientos. Solicitó varias veces, y con empeño, su dimisión; y si no insistió más, fue porque ya no era permitido abandonar el timón del Estado en los días de tormenta.

“Pero si se ha resignado a continuar al frente de los negocios, se ha desprendido de todas las distinciones que le habían sido tributadas, sin excluir siquiera el renombre de Restaurador de las Leyes, único galardón de tantos esclarecidos servicios, y que en las lances gloriosos de la Patria, los enemigos oían invocar con terror, y los amigos vitoreaban con entusiasmo.

“En su larga carrera pública, el General Rosas en un solo punto ha estado en disidencia con el voto de sus compatriotas: cuando mayor ha sido el empeño que se ha puesto en elevarlo, tanto más tenaz ha sido su resistencia en no salir de las condiciones comunes a los demás Argentinos. Lo que más halaga a los hombres, lo que más solicitan aún los que no están poseídos de pasiones sórdidas, ni de sentimientos ambiciosos, todo ha sido resistido por el General Rosas. Grados, empleos, títulos, honores, presentes, nada ha querido, para no faltar (según él mismo expresa) a los principios republicanos que ha profesado en toda su vida pública! Así hablaban los Cantones y los Cincinatos, y hay que retrogradar hasta los tiempos antiguos para hallar ejemplos análogos de tan heroico desprendimiento.

“Nos falta agregar un rasgo más. El General Rosas tuvo la desgracia de perder en el lapso de pocos meses a su anciano y respetable padre, y a su muy querida y apreciable esposa Doña Encarnación Ezcurra de Rosas. La H. Sala de la Providencia ordenó que los restos de ambos fuesen llevados con pompa a su última morada. Esta vez faltó el ánimo del General Rosas para oponerse a las lisonjeras demostraciones de aprecio. El sentimiento de piedad filial, y el recuerdo de la felicidad doméstica de que por tantos años había disfrutado en el consorcio de su virtuosa y amable compañera, acallaron los gritos de su corazón republicano, y penetrado del más profundo agradecimiento, admitió los honores que la benevolencia pública le había decretado a los objetos de su cariño y respeto.”


Fuente:

- De Angelis, Pedro. "Acusación y Defensa de Rosas", Editorial "La Facultad", Buenos Aires, 1946.

17 de diciembre de 2011

JORNADA DE CINE-DEBATE DE JOVENES REVISIONISTAS: "YO MATE A FACUNDO" (1975)

Una escena de la Jornada de Cine-Debate sobre Juan Facundo Quiroga y la Carta de la Hacienda de Figueroa, escrita por Rosas al Tigre de los Llanos el 20 de diciembre de 1834.



El viernes 16 de diciembre, Jóvenes Revisionistas terminó sus actividades culturales por este año 2011, proyectando la película “Yo Maté a Facundo”, cuyo protagonista principal era Federico Luppi (hace de Santos Pérez). Este film se estrenó en mayo de 1975 y estuvo dirigida por el gran Hugo del Carril.

El énfasis está puesto en las semanas previas al asesinato del general Juan Facundo Quiroga y en la azarosa existencia de su vil matador, el gaucho Santos Pérez, miliciano que hasta antes de su crimen había reportado en las filas del federal Juan Bautista Bustos, y luego en las del santafecino Estanislao López. Tal es así, que se recuerda su participación en la campaña para captura o matar al “manco” Paz en Córdoba, hacia 1831.

Con una actuación memorable de Luppi, Santos Pérez refleja a un gaucho inocentón que es incentivado por sus amigos, los hermanos Reynafé, hechos con el poder cordobés tras el derribo de Paz, para que mande matar al Tigre de los Llanos. Éste, convertido en la mano derecha de Juan Manuel de Rosas en el noroeste argentino para imponer la Federación, debe efectuar un viaje para pacificar las provincias de Salta, Jujuy (en plena rebeldía y estado de escisión) y Tucumán, a finales de 1834, pasando por el viejo camino de postas que lo conducirá, primeramente, a Santiago del Estero. Tanto a la ida como a la vuelta de su viaje en galera, Quiroga tenía que pisar el hostil territorio cordobés, y aprovechando esta circunstancia es que se organiza su crimen.

Santos Pérez fue, como bien lo manifiesta la película, la figura escogida para provocar la fractura del federalismo y permitirle a los unitarios su vuelta al poder. La eliminación del blanco elegido, Facundo Quiroga, se creía podía llevar a buen término ambos propósitos. A su vez, despertaba cierto recelo en otros caudillos del interior, como Estanislao López, a quien se lo menciona como conspirando, brevemente, en el diálogo que Rosas y Quiroga mantuvieron en la Hacienda de Figueroa el 19 de diciembre de 1834, cuando intercambiaban opiniones respecto al futuro del país. Una vieja reyerta mantenía enfrentados al riojano y López: el caballo moro que éste no le devolvió jamás a aquél cuando fue recuperado de las fuerzas del “manco” Paz en Córdoba. Pero, además, Estanislao López tenía un ministro de Gobierno que luego se demostró era traidor: Domingo Cullen, amigo, a su vez, de los Reynafé.

CAPITAN DE MILICIAS Y MUERTE

Aunque en el film aparece revestido por Francisco Reynafé como “Capitán de Milicias de Tulumba”, lo cierto es que Santos Pérez habitaba en Portezuelo. Este grado envalentona a Pérez quien, ya para ese entonces, tenía un buen grupo de gauchos que le seguían. Su principal aliado era uno llamado Junco.

Afiche original de la película dirigida por el cantante de tangos y peronista don Hugo del Carril. Una joya de nuestro cine nacional que está olvidada.


Con chaquetilla militar, gorro y sable, el capitán Santos Pérez fue encomendado –como se ha dicho- para matar a Facundo Quiroga. Al mismo tiempo, vemos que el asesino se enamora perdidamente de la “Gringa”, hija de un hombre llamado Fidel Yofre, el cual tenía unas quintas en la zona por donde andaba Pérez. Ella y su padre simpatizaban con los federales.

También en “Yo Maté a Facundo”, queda bien expuesta la valiente porfía de Quiroga, que no acepta custodia de parte de su amigo el caudillo santiagueño Juan Felipe Ibarra, cuyas tierras fueron las últimas que visitó el riojano antes de emprender el viaje de retorno para Buenos Aires, donde encontrará la muerte.

El “¡Carguen, nomás!” que grita Santos Pérez a sus caballerías, y el galope consiguiente para salir al paso de la galera que transportaba a Quiroga y al general secretario José Santos Ortiz, dan alta emotividad a un momento clave en la historia argentina del siglo XIX.

Luego de la ultimación del general riojano y su comitiva, el capitán Pérez sabe que ahora vendrán por él, más allá de las recompensas que le hacen los Reynafé por el servicio prestado. Un buen día, Junco ve como huyen éstos a matacaballo de la provincia, quedando Santos Pérez a la buena de Dios: habían cambiado los tiempos.

Los últimos minutos de la película dejan ver a partidas de milicianos federales que ante el gauchaje leen proclamas pidiendo por los asesinos del general Facundo Quiroga, y de todo aquel que colabore con los mismos. Una tarde de pulpería, en donde Santos Pérez despuntaba unas ginebras, entiende que los federales ya vienen tras él. Así se lo comunica Junco. Y efectivamente, tres hombres uniformados, ungidos con cintillos punzó, se trenzan en pelea con ambos a cuchillo limpio.

Santos Pérez gana el monte con el moro de Quiroga (esto, en los hechos, no fue tal, hay que agregar) y, totalmente ensangrentado, se refugia y piensa en el crimen que ha cometido. Exhausto, sucio y aturdido, el caballo guía a su infausto jinete al pueblo, en donde es apresado por las autoridades de la Confederación Argentina. Aquí también hay varias licencias de los autores de la película, que son respetables. En verdad, el capitán Pérez fue tomado durmiendo; cuando despertó, estaba rodeado de puñales y trabucos.

La película termina con su fusilamiento, el de la “Gringa” (por cómplice) y el del gaucho Junco, en un paredón de Tulumba. Como se sabe, Pérez fue ajusticiado y ahorcado en la plaza de la Victoria (actual plaza de Mayo) junto a dos de los 4 hermanos Reynafé: José Vicente y Guillermo.

Hay que rescatar –si se puede- que Santos Pérez pudo haberse escapado de Córdoba en momentos en que recuperaba el poder un gobierno federal. Sin embargo, fiel al destino que se había ganado, estaba decidido a morir peleando. Muy lejos, acaso, de lo que hicieron los poderosos Reynafé, quienes huyeron a toda prisa cuando el clima político variaba. En este caso, la conducta del capitán Santos Pérez fue un fiel reflejo de lo que la historia evidenció. Mal encaminado y convencido por los unitarios salvajes, el personaje encarnado por Luppi se quemó en su ley y no escapó a su destino.

LA TRASTIENDA

Jóvenes Revisionistas tuvo el inmenso privilegio de contar, entre el público asistente a la Jornada de Cine-Debate, con la presencia de Juan Domingo García Mellid, hijo de aquel eminente hombre del revisionismo histórico y del peronismo doctrinario, don Atilio García Mellid. Éste fue embajador argentino en Canadá durante el primer gobierno del teniente general Juan Perón, país en donde adoptó a su hijo Juan Domingo.

Fotografía en la que aparecen el presidente de Jóvenes Revisionistas, Gabriel Turone, junto a Juan Domingo García Mellid, primogénito de don Atilio García Mellid, prohombre del revisionismo histórico con cuyos libros muchos nos hemos formado para mejor comprender la realidad nacional. Un orgullo.


Por este noble gesto que tuvo en el acompañamiento, Jóvenes Revisionistas le obsequió un cintillo federal punzó y varios ejemplares del último número de nuestro Boletín “La Reconquista” (edición N° 18), de flamante aparición.

¡Muchas gracias, Juan Domingo García Mellid, por su visita al Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”! Sepa que es su casa, lugar donde su padre fue directivo y académico en décadas pasadas.


Comisión Directiva

JOVENES REVISIONISTAS

9 de diciembre de 2011

LA CUARTA BATALLA DEL PASO DEL TONELERO (DICIEMBRE DE 1851)

Cintillo federal punzó mandado confeccionar en 1851, con motivo del traicionero "Pronunciamiento" de Urquiza. Se puede leer, en una de las leyendas, la siguiente: "MUERA EL LOCO TRAIDOR SALVAJE UNITARIO URQUIZA!".

Una de las localidades donde mayor cantidad de acciones bélicas se dieron en tiempos de la Santa Federación fue el Paso del Tonelero (actual Ramallo, provincia de Buenos Aires). La historiografía revisionista registró allí un total de cuatro batallas navales, agrupándolas en dos momentos bien diferenciados. Las tres primeras se libraron durante la Guerra del Paraná, en las siguientes efemérides: 9 de enero de 1846, 10 de febrero de 1846 y 6 de abril de ese mismo año. Aunque en algunos casos se trataron de cortas escaramuzas entre las tropas federales y la escuadra combinada anglo-francesa, el hecho de que esta última no lograra desembarcar en esas oportunidades en nuestras costas determinaría que, en último término, se trataron de triunfos argentinos.

La última de las acciones en el Tonelero –y que despierta nuestra curiosidad- se libró el 17 de diciembre de 1851, ya en un escenario bastante diferente del de años atrás. Era un estertor del vil “Pronunciamiento” del general Urquiza contra la autoridad legítima de Juan Manuel de Rosas. Por lo tanto, los bandos en pugna fueron los ejércitos de la Confederación Argentina versus la Escuadra Naval Imperial Brasileña, país que actuó como aliado principal en la coalición del entrerriano para consumar la traición.

En esta ocasión, las fuerzas criollas estuvieron compuestas por casi los mismos batallones y regimientos que pelearon en 1846. En la zona comprendida por el norte bonaerense y el sur de la provincia de Santa Fe operaba el Ejército del Norte de la Confederación Argentina, fuerza que estaba bajo el mando del general Lucio Norberto Mansilla. Tenía la custodia de las márgenes de los ríos Paraná y, en menor escala, el Uruguay, que se encontraba vigilado por las fuerzas del general Manuel Oribe.

Encontramos en el detalle de los cuerpos que participaron algunos nombres que se llenaron de gloria en la Vuelta de Obligado en 1845, como los efectivos del Batallón Patricios de San Nicolás, del Batallón del Departamento Norte y de la Escolta del General Mansilla. A su vez, la artillería argentina estaba pertrechada con 16 piezas, y había una batería de artillería ligera y un escuadrón de Caballería (el Numero 6). En total, la tropa llegaba a los 1500 hombres y su jefe era el general Mansilla.

La escuadra naval del Brasil, en cambio, tenía más poder de fuego aunque no tenía la experiencia militar de los federales. Su jefatura correspondía al contralmirante inglés Juan Pascual Grenfell, y se componía de 11 navíos que conducían a la primera división del Ejército Imperial en embarcaciones llevadas a remolque. También hubo cipayos que quisieron ver de cerca el ataque que le propinaban los brasileños a la Argentina: testigos privilegiados de la infamia fueron los oficiales Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre y Wenceslao Paunero. En el Tonelero, el total de buques de guerra utilizados fueron siete.

LA BATALLA

Las acciones dejaron para la posteridad varias dudas respecto de quién fue el vencedor del Paso del Tonelero en diciembre de 1851. A juzgar por la interpretación anterior, podríamos decir que fue un éxito de las armas patriotas, pues los brasileños no pudieron echar pie en las costas del Paraná, aunque sí forzaron el paso de sus naves hasta llegar al Río de la Plata, desde donde asediaron a Rosas durante la batalla de Caseros.

A las 12 del mediodía del 17 de diciembre, la artillería federal comenzó disparando “balas rojas” o proyectiles incendiarios de la época, lo cual fue contestado con un infernal cañoneo proveniente de los 60 cañones imperiales. Otro tanto, aportaron los fusileros brasileños que se hallaban en las bordas de las naves. De este modo, la batalla del Tonelero se prolongó 1 hora, hasta que las embarcaciones del Brasil pasaron “con pérdidas y averías insignificantes”, de acuerdo a Julio Alberto Lagos (General Don Hilario Lagos, 1972).

Inexplicablemente, no hubo resistencia de la armada federal, que se quedó en el puerto de Buenos Aires. La mandaba, entonces, un hombre de dudosa reputación, el coronel de Marina John Halsted Coe, el mismo que traicionó a Hilario Lagos en julio de 1853 durante el sitio de Buenos Aires.

EL PARTE DE MANSILLA

Tras las acciones, el general Lucio N. Mansilla emitió un parte fechado el mismo día del enfrentamiento. Contiene calificativos peyorativos hacia Urquiza, muy característicos de una época que se estaba despidiendo para siempre. Esas mismas palabras eran, por otra parte, de uso obligatorio, al punto que Rosas mandó confeccionar un nuevo tipo de divisa punzó que las debía incluir. El tratamiento dado en el documento a la condición de argentinos puros de los federales es otro rasgo altamente típico de la administración rosista. Vale la pena su trascripción:

“¡Honor y gloria a los valientes federales del ejército de mi mando, que hoy en las Barrancas de Acevedo (sic) a mis inmediatas órdenes han disputado con admirable denuedo el paso de nuestro Majestuoso Gran Paraná, a cuatro vapores, dos corbetas y un bergantín de nuestro vil y cobarde enemigo el gobierno brasileño, amo del loco traidor salvaje unitario Urquiza!

“A las doce y diez minutos del día se presentaron dichos buques infames, al frente de 16 piezas, guarnecidos por dos batallones y un escuadrón de artillería y otro de carabineros del Regimiento N.° 6; y con aquella serenidad tan frecuente a los decididos federales disputaron por 52 minutos, en un reñido combate, el pasaje de la escuadra referida, que montaba 60 piezas de grueso calibre, sostenida a más con fuegos de infantería parapetadas en sus altas bordas.

“La elección del tiempo que debía durar tan desigual combate era de los enemigos, pues el pararse a batirme, o hacerlo durante el sólo tiempo que necesitaban para ponerse fuera de los tiros de mi posición era de ellos, y eligieron el último manifestando con esta conducta cobarde el temor que siempre le mereció a los traidores, el decidido patriotismo federal, de los que se honran en sacrificarse por la Patria y la persona Ilustre de V. E. cuyo nombre invocado por mí al primer cañonazo fue repetido con aquel ardor con que tan justamente los Federales Argentinos se disputan la fidelidad hacia V. E. y la nobleza de la causa que defendemos.

“El Teniente Coronel Comandante del primer Batallón Norte, su Mayor don Benito Cervín, el Comandante accidental de Patricios Federal de San Nicolás D. Luis Barrera, el Mayo de dicho, D. Manuel Segovia, el Capitán Comandante de Artillería, D. Ramón Bardier y el Sargento Mayor del Escuadrón de Carabineros N.° 6 D. Segundo Girado, se han hecho dignos del aprecio de V. E. por su enérgica cooperación y denuedo, no siendo dignos de menor estimación todos los oficiales y tropas de estos cuerpos.

“Mis ayudantes de órdenes, así como los cirujanos Dr. Díaz del 6 y Marenco del Patricios de San Nicolás, han estado en el riesgo del combate, así como constantemente a mi lado el ciudadano doctor en leyes D. Tomás Rojo, que se presentó voluntario en el momento de empezar, y él y mis ayudantes D. Andrés Costa, D. Eusebio Villar, D. Domingo Pellón, D. Manuel Alcazer y D. Santiago Bengolea, han dado y cumplido mis órdenes con la mayor serenidad.

“Sólo tengo que lamentar la pérdida de un valiente soldado del 6 de caballería, que murió gloriosamente dividido por una bala de cañón. También han muerto 5 caballos.

“Según declaraciones de varios oficiales, los infames enemigos han echado al agua muchos cadáveres; sobre esto y sobre las averías que hoy han sufrido en sus cascos y maniobras, ellos lo dirán en sus bombásticos partes y recibirán la pulidez de costumbre con las fanfarronadas y características mentiras de los traidores, salvajes, asquerosos unitarios que hay dentro de la desgraciada Montevideo.

“Los cuatro vapores han subido de San Nicolás y las dos corbetas y bergantín quedan fondeadas como un cuarto de legua aguas abajo de la boca de este arroyo.

“Los Jueces de Paz interino del Baradero y San Pedro, D. Faustino Alsina y D. Fernando Lasena, así como el Capitán D. Tomás Obligado, sobre la costa, han llenado su deber dándome parte cada hora sobre la marcha y dirección de los viles enemigos.

“Felicito a V. E. y a mi Patria querida por este primer ensayo en la guerra con que nos provocó el desleal y pérfido Ministerio Brasileño.”

Hermosas palabras de Mansilla quien, a pesar de su afirmación de federal neto, el mismo 3 de febrero de 1852 cuando la suerte del Restaurador estaba echada, no hizo otra cosa que vivar al general Urquiza y despotricar contra el “tirano prófugo” en medio de la plaza de la Victoria (plaza de Mayo).

Gabriel O. Turone

Bibliografía:

  • Lagos, Julio Alberto. “General Don Hilario Lagos”, Círculo Militar, Biblioteca del Oficial, Buenos Aires, Noviembre de 1972.
  • Ratto, Héctor R. “Las escuadras desde el Pronunciamiento de Urquiza hasta la sanción de la Constitución de 1853”, Sociedad Histórica Argentina, Anuario 1942.

3 de diciembre de 2011

ALBERDI EN VERSOS (POEMA)




En nombre 'e la libertad,
con pretensión de servirla,
Mitre, Sarmiento y demás,
un despotismo implantaron
turco otomano en la historia
y en la política abstracta,
una leyenda biográfica
del páis de los argentinos.

Ellos tienen un corán
sobre sus guerras, batallas,
que hay que creer, profesar
y aceptarlo mansamente,
cual de la Revolución
de Mayo y la Independencia,
so pena de excomunión
por el crimen de barbarie.

Pa’ gobernar la Argentina
vencida, sumisa, enemiga,
era una parte esencial
la alianza con el Brasil;
guerra al Estado Oriental
y al Paraguay de los López
se vuelve necesidad
de su política interna.

¿Qué es lo que mandan buscar
a misioneros aldeanos?
Lo que en su tierra no hay:
La fundición de metales,
astilleros, arsenales,
vapores, telégrafos, trenes…
A ese "país salvaje"
pues van a civilizarse.

El nombre de George Washington
es adorado en el mundo,
pero no es tan conocido:
No hay en Estados Unidos
un hombre más expectable
que Rosas cuyo partido
en repeler fue el primero
a los estados de Europa.

En su situación penosa
es vergonzoso e indigno
semejante hombre atacar;
para su historia escribir
documentos, cifras y hechos,
comparando a los actuales,
y el contexto excepcional
se deben tomar en cuenta.

Rosas debe defenderse
incluso por patriotismo.
Si nos callamos les damos
la razón a los que hablan.
Sólo en la historia de Roma
ha de hallarse un paralelo
del que vive su destierro
con sudor y en silencio.

Mientras levántanse altares
en honor de San Martín
su espada aguarda en Southampton;
cual trofeo monumental
sirve a la tumba de Rosas.
Ahí la puso el Mariscal
de Maipú y Chacabuco.
Su gobierno combatí;
recuerdo esto con disgusto.




Por Matías Falagán

20 de noviembre de 2011

HOMENAJE DEL INSTITUTO ROSAS POR EL DIA DE LA SOBERANIA NACIONAL (20 DE NOVIEMBRE)



Postal del acto en conmemoración del 166° Aniversario de la batalla de Vuelta de Obligado.


Al pie del monumento ecuestre que recuerda al Ilustre Restaurador de las Leyes en plaza Seeber, en Av. del Libertador y Sarmiento, autoridades del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” le rindieron su homenaje por un nuevo aniversario de la batalla de Vuelta de Obligado, suceso que derivó, con los años, en el Día de la Soberanía Nacional.

Entre los participantes, hubo representantes del Instituto Rosas de Gral. San Martín y de Jóvenes Revisionistas, el brazo juvenil del instituto de la Capital Federal.

El Dr. Alberto Gelly Cantilo dijo unas palabras respecto de la importancia del que luego fue considerado Día de la Soberanía Nacional.


El acto fue sencillo y duró apenas unos minutos, ocasión en la que el Vicepresidente 1° del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, Dr. Alberto Gelly Cantilo, dirigió unas palabras alusivas a las acciones de Obligado y la importancia del mismo en el almanaque patrio. Explicó, asimismo, que como nunca se estaban llevando a cabo numerosos homenajes al 20 de Noviembre de 1845 en todo el país, lo que evitó efectuar un solo acto masivo.

Previo al discurso, se había depositado una hermosa ofrenda floral en honor del Restaurador y su heroica defensa de la Soberanía Nacional, en la más importante de las acciones libradas dentro de la Guerra del Paraná (1845-1846).

Rosas rojas y laureles puestos en la base del monumento al Restaurador de las Leyes.


Si bien el recuerdo oficial tuvo lugar el día 18 de noviembre próximo pasado, a orillas del río Paraná, en un acto al cual asistieron funcionarios del Gobierno Nacional, creemos que las fechas patrias como la que aquí consignamos no deben festejarse en una jornada distinta a la que en verdad sucedió. Las tradiciones –entre ellas, las efemérides de nuestras proezas de antaño- han de ser inamovibles y conmemoradas no saliéndose de su natural y primigenia concepción. Pues, de lo contrario, ya dejarían de ser recuerdos tradicionales para pasar a ser acomodaticias jornadas desvirtuadas de su origen puro y remoto. O, para peor, días que sirven para perpetuar el descanso de la ciudadanía y para satisfacer el consumo que demanda el mercado del ocio.

Soberbia fotografía del monumento ecuestre ubicado en donde estaba el palacio San Benito de Palermo.



20 de Noviembre: ¡Día de la Soberanía Nacional!


Comisión Directiva

JOVENES REVISIONISTAS

17 de noviembre de 2011

DE COSTUMBRES CAMPERAS Y LEVAS, ALLA POR 1831 (DOCUMENTO)

Es muy probable que en la época en que era llamado “Matraca”, José Hernández se haya topado con bravas historias de gauchos veteranos de la etapa rosista que pelearon sin descanso. Estamos ubicados entre 1858 y 1859, bienio que encuentra al creador del “Martín Fierro” entre el periodismo y el vagabundeo por el viejo mercado de la ciudad de Paraná, convertida, entonces, en la capital de la Confederación Argentina.

Antes de las últimas dos grandes batallas decisivas de nuestra historia que derivaron, irremediablemente, en el triunfo definitivo del liberalismo británico en el Plata (Cepeda y Pavón, en especial esta última), Hernández ya comenzaba a percibir el final de la patria gaucha que hasta unos años antes lo había cautivado por su romanticismo, sencillez y dureza. Plantearse en ese año de 1858 que la Argentina podía ser definidamente federal no era una locura, aunque el nuevo orden después de 1852 tenía muy en claro que nuestra tierra debía entrar en el juego de la división internacional del trabajo, por ende, someterse bajo las reglas del capital internacional.

Acumulando en su mente brillante los conocimientos adquiridos junto a su padre –partidario fervoroso de la Federación rosista- de las prácticas del gauchaje de la campaña de esos tiempos, José Hernández recordaría cómo todo aquello se iba muriendo a medida que las traiciones se unían al poder inquebrantable del alambrado. De esta forma, el gaucho que levantaba su rancho, que tenía su familia y trabajaba y que servía en la milicia, ahora se veía sin derechos, sin tierras y perseguido, cuando no tenido en cuenta solamente como carne de cañón para alguna reyerta armada en que no estaba en juego los destinos de la patria sino, por el contrario, algún mezquino interés faccioso. Esta situación quedará plasmada en el “Martín Fierro”, sin lugar a dudas. O sea, en el paso de la campaña rosista por aquella otra en la que el paisano ni siquiera era contemplado para habitarla.

EL LISTADO Y LAS FALTAS

Mentiríamos si dijéramos que la vida rural en tiempos de don Juan Manuel de Rosas era idílica, pero seríamos más mentirosos aún si profesáramos que luego de la batalla de Caseros la campaña anduvo mejor. El paraíso campestre se esfumaba al aflorar las famosas levas para asistir al servicio de las armas. En todo tiempo y régimen, el gaucho le quiso escapar…a no ser que el trato de la oficialidad haya sido correcto y acorde a las necesidades de la vida del miliciano. A juzgar por el origen popular de los caudillos federales, estimamos que nunca han sido mejor considerados los gauchos que en esos años cuando completaban las plazas de los batallones y regimientos patrios para luchar contra el impío unitario. De todas formas, si la disciplina militar siempre fue rigurosa era porque el desorden, que en esas instancias estaba ahí nomás, podía significar la derrota y la muerte.

Veamos el siguiente documento de Febrero de 1831, momento en que fueron movilizados los batallones de Buenos Aires y levados los nobles gauchos bonaerenses para emprender una ofensiva militar contra el general unitario José María Paz en la provincia de Córdoba, la cual había tomado tras las acciones de La Tablada, en junio de 1829. En aquél, aparece el nombre de un reclutador: Narciso del Valle, uno de los 31 coroneles que tenía el Ejército Argentino por 1847, de probadísima lealtad al Restaurador de las Leyes y Federal Neto. Pieza hallada en el Archivo General de la Nación, de cuando el hombre de a caballo tenía que dejar las pulperías y otros dulces vicios camperos para ganarse la gloria en el campo del honor, el regreso al rancho y al encuentro de la felicidad de sus críos y su china:


“Relación de los individuos entregados, a virtud en orden superior, al Coronel Don Narciso del Valle para el servicio de las armas.

Febrero 17-

Carlos Bicherson……………….. Herido.

Juan José Acuña……………….. Vago jugador.

Entregados en esta fecha

Tomás Zavaleta………………… Sin papeleta de ocupación ni enrolamiento.

Juan Arce………………………. Íd – Íd.

Manuel Márquez………………. Heridas leves.

Joaquín Guzmán………………. Sin papeleta de contrata ni enrolamiento.

Ignacio Vera…………………… Sin papeleta de contrata ni enrolamiento.

Juan Lorenzo Benítez…………. Intentó robar a un extranjero.

Lino Agüero……………………. Vago sin papeleta.

Juan Navarro…………………... Vago sin papeleta.

Enrique Nelson…………………. Herido.

Juan de la Cruz Arias………….. Uso del cuchillo.

José María López………………. Íd y sin papeleta de ocupación ni enrolamiento.

Cayetano Mansilla……………... Sin ocupación.

Sebastián Coronel……………… Sin documento de ocupación, ni enrolamiento.

José Silva……………………….. Íd.

Fermín Peñaflor……………….. Íd.

Gabino Malaves………………... Íd.

José Domingo Guevara………... Íd.

Jacinto Santillán……………….. Íd.

José Gallardo…………………... Mala conducta y sin documento de enrolamiento.


Buenos Aires, Febrero 19 de 1831.


Perdriel (firma).”


Fuente: Nota de Gregorio Perdriel con nombres de individuos para las armas, 19-II-1831. Archivo General de la Nación, Sala X, 24.4.3., Legajo 1794, Documento 54. Secretaría de Rosas.

13 de noviembre de 2011

LA CGT ABRIO SUS PUERTAS EN "LA NOCHE DE LOS MUSEOS" (13 DE NOVIEMBRE)

Entre libros e historia: Gabriel Turone (presidente de Jóvenes Revisionistas) y Federico Addisi (director de Cultura de la Fundación Rucci). Todo ese material estaba disponible en el tercer piso.

Invitados, como fuimos, a la CGT (Confederación General del Trabajo) que abría sus puertas al público en la versión 2011 de “La Noche de los Museos”, Jóvenes Revisionistas fue testigo de una jornada donde se veía reflejada, a través de documentos, libros, archivos y objetos, la historia del sindicalismo argentino y de sus más encumbrados personajes. Esta iniciativa estuvo inspirada en el buen tino de quienes conducen y dirigen la Fundación Rucci, cuya sede se encuentra en el mismo sitio donde funciona la central de los trabajadores, ahí en Azopardo y Avenida Independencia.

Para neófitos y entendidos, este edificio emblemático posee piezas y testimonios de incalculable valor desde que reconocemos que allí han transitado sus pasillos y oficinas Eva Duarte de Perón, Juan Domingo Perón, José Ignacio Rucci, Saúl Ubaldini y tantos otros dirigentes que tuvieron una innegable ingerencia en los destinos políticos argentinos en buena parte del siglo XX.

Para esta nueva edición de “La Noche de los Museos”, la CGT y la Fundación Rucci pusieron a disposición de la gente varios atractivos, divididos por pisos y en donde se pasaron videos históricos, discursivos, etc., etc.

SECTORES DE LA MUESTRA

En la planta baja, el visitante se encontraba con varios paneles a color que, colocados cronológicamente, iban comentando la vida del ex secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, desde los nombres de sus antepasados hasta su vil asesinato en 1973, resaltándose su hombría de bien, su importante rol en la resistencia y como uno de los principales baluartes en la normalización de la CGT intervenida tras 1955. En el semicírculo que formaban los paneles, fueron ubicadas diversas vitrinas que protegían verdaderas reliquias pertenecientes a Rucci: su libreta de enrolamiento, la cédula de identidad, las cartas originales que le mandó Juan Perón desde el exilio, un poncho que utilizaba con frecuencia, dos facones de soberbia hechura (uno, obsequio de SMATA y el otro del ex embajador Manuel de Anchorena), un añejo ejemplar del “Martín Fierro” que se lo dedicó a su hijo, Aníbal, para que sea su guía en el porvenir, y todo esto hasta llega a la observación del mítico paraguas que empleó José Ignacio Rucci el día de la vuelta al país de Perón, el 17 de noviembre de 1972.


Acompañaba a esta escenografía, la proyección de fragmentos de videos en los que aparecía Rucci hablando a los trabajadores así como también distintos momentos de su vida militante.

En el 1er. Piso, se podía acceder a otro sitio harto histórico: el Salón “Felipe Vallese”, el cual lucía impecable y bellamente decorado. Con una capacidad para 250 personas, en este lugar se proyectaban, desde las 20:30 PM hasta la 1:00 AM, cuatro películas que saciaban las diferentes expectativas del público que se acercaba a la CGT en busca de datos y referencias de la Argentina Potencia.

Un piso más arriba se hallaba el Museo Testimonial “Eva Perón”. Aquí funcionaba, entre otras cosas, la oficina que utilizó Evita para atender los reclamos de los desposeídos cuando la Fundación “Eva Perón”. De manera infatigable, y desde este despacho, ella personalmente se encargaba de paliar la difícil situación de quienes no tenían un juguete, alimentos o una vivienda digna.


Entrar al hoy Museo Testimonial, significaba adentrarse a un espacio dedicado a la memoria de la “Abanderada de los Humildes”, puesto que allí mismo, en un lugar que yacía cerrado, el doctor Pedro Ara la embalsamó para la posteridad. Según nos han dicho, todavía se conserva parte del instrumental utilizado por Ara.

Pero lo más emotivo estaba en la misma oficina donde Eva Perón atendía el reclamo de los descamisados, puesto que al morir en 1952, esa habitación fue transformada para alojar su ataúd. Ese había sido su deseo si fallecía: estar en el mismo edificio de la CGT. Como se sabe, al sobrevenir el golpe de Estado de septiembre de 1955 y, con ello, la intervención de la CGT, su cadáver fue robado y llevado bajo un nombre falso a Europa. Sus restos regresarían al país en los últimos meses de 1974. En “La Noche de los Museos”, este reducto lucía como un auténtico altar, con un crucifijo y velas encendidas, y un enorme cuadro de Eva Perón de fondo. Flanqueaban a los elementos, dos banderas: la nacional y la del peronismo. Las paredes estaban cubiertas por periódicos antiguos, la mayoría de los días en que fallecía la ilustre esposa de Juan Perón, y de cuando fueron devueltos sus restos casi dos décadas más tarde.

En un tercer salón, se exhibían objetos que pertenecieron a Eva Duarte (un juego de copas, libros, etc.), como también paneles y periódicos en los que se ponía de manifiesto la obra caritativa llevada a cabo por la Fundación que llevaba su nombre no solamente en nuestro país sino por todos los países del continente americano.

DOCTRINA Y ARCHIVOS

El tercer piso –y último del recorrido ofrecido para el evento- estaba dedicado a cuestiones que tenían que ver con el adoctrinamiento y los archivos históricos.


Cuadro de Juan Manuel de Rosas que perteneció a José Ignacio Rucci, y que se expuso en la CGT. En la chapa inferior, se lee: "A JOSE RUCCI DEL CENTRO FEDERAL Y DE LA COMISION PRO-REPATRIACION DE LOS RESTOS DE ROSAS".

El pasillo que daba al salón donde funciona la biblioteca de la CGT (biblioteca cuyos mejores ejemplares fueron quemados por los militares de la “libertadora” que entraron al edificio), tenía decenas de paneles que enumeraban los episodios más resonantes de la vida institucional de la CGT, cuyo origen se remonta al año 1936. Antes de esta fecha, existieron otras centrales de obreros que estuvieron en manos de anarquistas y socialistas.

Una vez dentro, el lugar se dividía en dos: a la izquierda, estaba una mesa de grandes proporciones en las que se habían ubicado numerosos libros que hablaban sobre la historia del peronismo. Demás está decir que la selección de dichos ejemplares abarcaba a todas las tendencias que un movimiento de las proporciones del peronismo podía llegar a tener. Por lo que bien se puede decir que era ecuánime. La selección de los libros corrió por cuenta del señor Federico Gastón Addisi, eximio hombre de lectura que por estos días es director de Cultura de la Fundación Rucci. Nos ha confiado que esa noche llevó alrededor de 500 a 600 libros, pero que por no haber lugar para mostrarlos a todos, tuvo que poner apenas un cuarto de los mismos.

Memorias y Balances de la CGT de los años 1946 a 1990. Este tipo de material, como el que había anterior a la CGT nacionalizada, nunca vio la luz hasta ahora.

La idea era que la gente que acudía a la CGT, tenga un pantallazo lo más completo posible de la bibliografía que hay sobre el peronismo. Estamos seguros que Addisi sacó a la luz a varios autores que por estos tiempos, quizás, no son muy tenidos en cuenta, como por ejemplo Atilio García Mellad, ex embajador de Perón en Canadá durante su primera presidencia, o bien, intelectuales de la talla de Alberto Buela, entre otros.

Además, los libros fueron puestos en forma cronológica: textos completos de Juan Perón (reunidos en 25 tomos); intelectuales que contribuyeron a sus dos primeros gobiernos (Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, Enrique Santos Discépolo, etc.) y al sostenimiento de sus principios doctrinarios (Leonardo Castellani, Alberto Buela, etc.); sobre Eva Perón; Resistencia Peronista; correspondencia Cooke-Perón; organizaciones armadas de los años 60 y 70; Isabel Perón y movimiento sindicalista; menemismo; y vida y obra de José Ignacio Rucci.

En el lado derecho de la sala, podían verse libros de “Balance y Memoria” de la CGT(de 1946 a 1990), gacetillas de la época del “Plan de Lucha” (década de 1960) y, tras antiguas vitrinas, documentos de los más variados y significativos. Uno de ellos, tenía el decreto mecanografiado de cuando la “Revolución Libertadora” intervino la CGT, por medio del capitán Carlos Alberto Esparrach, a través del “decreto ley N° 3032/55”. Otro documento valioso, es el que redactaron los gremios cuando fue asesinado el coronel Ramón L. Falcón por el anarquista León Radowitsky en 1909. Con una caligrafía escrita a pluma, se lee:

“(…) como represalia del drama horrendo de la Avenida de Mayo, cayó el causante principal de los estragos de que fue víctima el proletariado, el más asesino e intolerable de los verdugos de nuestra clase: el coronel Falcón.

“La prensa burguesa ha hecho la apología del ajusticiado. Nosotros hacemos la historia teniendo en cuenta su sanguinaria actuación con la vida e intereses proletarios, y concluimos por justificar la ejecución realizada”.


Recinto donde estuvo la oficina de Eva Perón cuando atendía los reclamos que llegaban a la Fundación "Eva Perón", y donde, con posterioridad, se ubicó el ataúd de ella hasta su robo, en 1955. Hoy luce de esta manera el lugar.

Así, de esta forma, se ha escrito el devenir histórico del sindicalismo argentino desde fines del siglo XIX. Claro, eran tiempos en que los sindicatos yacían en manos de personas con ideologías internacionalistas…hasta que llegó Juan Perón y los nacionalizó. Desde luego, que no hay que olvidar lo transcurrido ni en una época ni en la otra, y para eso abrió sus puertas la CGT, para echar un manto de luz acerca de lo que fue para nuestro país el desarrollo del movimiento obrero. Con y en todas sus variantes y matices, con sus héroes y villanos (que los hubo, como en todos los sectores). La propuesta de la CGT fue excelente, y Jóvenes Revisionistas la acompañó.


Comisión Directiva

JOVENES REVISIONISTAS

9 de noviembre de 2011

JORNADA DE CINE-DEBATE DE JOVENES REVISIONISTAS (11 DE NOVIEMBRE)



El Viernes 11 de Noviembre de 2011, Jóvenes Revisionistas estará realizando una nueva Jornada de Cine-Debate conmemorando el "Mes de la Tradición y la Soberanía", proyectando el film "Martín Fierro, el ave solitaria".

La misma se llevará a cabo en la Sala de Conferencias del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas", cito en Montevideo 641, Ciudad de Buenos Aires, a partir de las 18 horas.

Entrada libre y gratuita.

¡Los esperamos!


Comisión Directiva
JOVENES REVISIONISTAS

5 de noviembre de 2011

CONFERENCIA DE JOVENES REVISIONISTAS: "LUIS ALBERTO DE HERRERA Y SU ACTUACION EN HISPANOAMERICA" (4 DE NOVIEMBRE DE 2011)



Ignacio Pérez Borgarelli, Vocal Titular de Jóvenes Revisionistas, en plena disertación.


El 4 de noviembre de 2011, Jóvenes Revisionistas organizó la conferencia “Luis Alberto de Herrera y su actuación en Hispanoamérica”, dada en el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” a través del Sr. Ignacio Pérez Borgarelli, integrante (Vocal Titular) de nuestra Comisión Directiva y joven promesa de la República Oriental del Uruguay.

La disertación era largamente esperada, pues iba a brindarse en el mes de agosto del corriente año y luego en octubre. Por fortuna, pudimos escuchar a Pérez Borgarelli ahora, en noviembre, ¡y vaya si valió la pena tal espera! Nunca se ha expuesto la vida y obra del eminente revisionista uruguayo Luis Alberto de Herrera en nuestro país, pese a las amistades que aquí cosechó, sea en la historia o en la política. Esto enorgullece a Jóvenes Revisionistas, como cuando en septiembre también sacamos a la luz la obra política de Gaspar Rodríguez de Francia, otra figura de la que tampoco se había hablado anteriormente.

LA CONFERENCIA

El disertante centró básicamente su plática en tres ejes: Formación y evolución ideológica de Luis Alberto de Herrera; Escenario en el que vivió Herrera; y Actuación de Herrera en su vejez.

El Partido Blanco “tiene 5 grandes figuras: Manuel Oribe, Leandro Gómez, Aparicio Saravia, Luis Alberto de Herrera y Wilson Ferreira Aldunate”, comenzó diciendo Ignacio Pérez Borgarelli, poniendo énfasis en que los tres primeros formaron parte del Partido Blanco “histórico”, mientras que los últimos dos –entre ellos, Herrera- lo fueron del Partido Blanco “moderno”. Considerando que Luis Alberto de Herrera empezó a militar en dicho partido en 1904, empuñando las armas junto a Saravia en Masoller, y que falleció en 1959, diremos, entonces, que cincuenta y cinco años de su vida los dedicó a la militancia en el Partido Blanco. Y siempre con honestidad y humildad.

Los blancos uruguayos han sido los nacionalistas en ese país, pero tanto Herrera como Methol Ferré van a decir que en Uruguay no hubo un nacionalismo acentuado como en Argentina, y ello porque el imperialismo fue en cierta medida “benevolente”. En Argentina, el imperialismo expolió nuestra economía y deformó nuestra cultura: fue violento. En la ex Banda Oriental, en cambio, si bien persistía un estado de semicolonia, “se respetaba la legislación laboral, la incipiente industria uruguaya, etc., etc.”, agregó Pérez Borgarelli. De allí el poco arraigo nacionalista del uruguayo promedio, y de allí también las dificultades de implementar políticas nacionalistas desde el gobierno.

Una instántanea que muestra parte del público que presenció la conferencia.


En lo personal, Luis Alberto de Herrera “no era un gran orador pero tenía llegada a la gente. Le hablaba a su pueblo sin adulaciones y con la verdad”, sostuvo el disertante. Aquél era votado por el sentimiento paternalista que impregnaba en el alma del pueblerino. Esa cualidad le permitió granjearse la amistad de hombres de la izquierda y de la derecha. “Conoció a Ernesto “Che” Guevara –agregó- en un mitin por 1950, en donde le expresó que Herrera y Aparicio Saravia le parecían ‘guerrilleros de alma’. Y Francisco Franco, desde una posición de derecha, también hablará bien de él”.

Un escritor sueco que estuvo en Uruguay cuando la época del battlismo, se quedó admirado de Herrera porque “podía mezclar lo literato con lo gauchesco”. Otro forastero de Suecia, más profundo, expuso que el uruguayo no se enriqueció con la militancia y que era complejo políticamente hablando. Quizás, esto último se refería a la formación educativa que tuvo Herrera en su infancia y adolescencia, libresca e impregnada de anglofilia. De hecho, su madre era inglesa.

ETAPAS E IDEAS

De 1904 a 1928, Luis Alberto de Herrera “tiene una etapa ligada al cipayismo”, esbozó Pérez Borgarelli, dado que “era partidario de la Doctrina Monroe, a la cual invocó en 1914 cuando fue invadido México”. El año 1928 va a ser clave en la vida de Herrera. Ese año publica su obra “Sin Nombre”, volviéndose antiimperialista y denostador de los Estados Unidos por sus frecuentes intervenciones contra las soberanías de los países hispanoamericanos. Para la misma época, simpatiza con el Sandinismo –Herrera expresará que Sandino era un “héroe y continuador de los libertadores de América”-.

Sin dudas, Herrera fue un hombre contradictorio. Por ejemplo, tenía diversas opiniones respecto del divorcio, unas a favor y otras adversas. En los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial también fue dual. Por un lado, “mostraba admiración por Benito Mussolini, pero ante la invasión de los nazis a Francia (1940) se va a poner a favor de los franceses”, manifestó Ignacio Pérez Borgarelli. Y así en varios temas más.

Sobre los dos partidos más importantes del Uruguay, el orador sostenía que “para Herrera lo telúrico, lo tradicional o apegado al suelo correspondía al Partido Blanco, mientras que el partido de la Defensa, el que sólo se quedaba con Montevideo y que miraba a Europa era el Partido Colorado”. En esa misma tesitura, Herrera tenía una frase que sintetizaba lo antedicho: “Miro hacia la tierra y veo la filosofía que no está escrita”.

Asimismo, empleaba el concepto de “raza” no en términos racistas o biológicos sino como “el de unión humana, sentimental, hacia el caudillo, que trasciende las ideologías”. Entre sus admirados, solía evocar Luis Alberto de Herrera a caudillos tales como Juan Manuel de Rosas, el doctor Francia, etc., etc.

Herrera ponía especial atención en la formación política de los caudillos rioplatenses. Decía que eran los europeos, y no los hispanoamericanos, quienes imprimían libros sobre doctrinas políticas, y que nutrirse de ellos implicaba, sí o sí, copiar ideas provenientes del Viejo Mundo. Por el contrario, los caudillos nuestros elaboraban fórmulas propias, para nada librescas, que luego ponían en práctica en sus regiones o países. Rescataba la originalidad y el criollismo de los caudillos, y en tal sentido la poca o nula predisposición que mostraban de apropiarse de las ideas vanguardistas europeizantes. “Rosas fue antimoderno”, decía Luis Alberto de Herrera. Aborrecía de la democracia, “a la que consideraba dogmática, y los dogmas emanaban de los libros de origen e ideas europeas”, decía Pérez Borgarelli.


Muy bueno fue el tratamiento dado por Pérez Borgarelli sobre la figura de Luis Alberto de Herrera.


Herrera fue adquiriendo una real dimensión e importancia del americanismo. Actuó casi por inercia, por instinto, al atropello que los norteamericanos cometieron en la Nicaragua de Sandino (1928), a quien salió rápidamente a apoyar. El ataque al terruño permite la aparición espontánea de la reacción, casi siempre proveniente del pueblo sin erudiciones ni academicismos fantásticos, el cual comprende el daño terrible que eso significa para la dignidad de los pueblos y las naciones. Pérez Borgarelli esbozó que “al gaucho le jodía cuando le atacaban su terruño, y no era necesario hacer teorizaciones al respecto para entender que eso era alevoso y que había que salir a defenderlo”. En tal sentido, el americanismo para Herrera es un sentimiento que nace del instinto del hombre de pueblo.

FUSIONISMO

El “fusionismo” fue una política surgida luego de la Guerra Grande (1839-1851), donde el Partido Blanco quería unirse al Partido Colorado con la idea de dejar a un lado las guerras intestinas, que tantas muertes y postergaciones había provocado al país. No por nada, a Uruguay lo llamaron “el país púrpura o purpúreo”, que es el color que toma la sangre vertida y expuesta a las condiciones del clima ambiental. A esta nueva corriente de concordia adhirió Luis Alberto de Herrera.

Hubo quienes vieron en el “fusionismo” una política rayana al cipayismo que, a grandes rasgos, implicaba un abandono de los cintillos, de los lemas y los estandartes. Esta definición es apresurada, si se comprende que fue “Manuel Oribe el que impulso el ‘fusionismo’ en Uruguay tres años antes de su muerte”, advierte Pérez Borgarelli. El objetivo principal del “fusionismo” consistió en “aunar las facciones en pugna, hacer un Gran Partido Nacional”, siguió diciendo. Esto era una copia de lo que en Estados Unidos fue el republicanismo, concepción que ya estaba en la mente de Oribe. Además, el “fusionismo” era “una política que salvaguardaba los derechos de los ciudadanos”, de acuerdo a lo que expresaba un autor citado por el disertante.

Resulta interesante saber que el título “Defensor de las Leyes” que le fue otorgado a Manuel Oribe antes de 1851, guarda relación con la naturaleza que se le quiso impregnar al “fusionismo”. Aquí, la libertad se encontraba garantizada en las leyes, por lo tanto éstas no la debían ni podían avasallar a aquélla, como sí lo hacían los liberales –cuyas ideas emanaban de la Revolución Francesa-.

Luis Alberto de Herrera veía bastardeado el término “democracia”, por eso prefería el de “republicanismo”. Por otro lado, Herrera se declaraba nacionalista y antiimperialista, en ese orden. Abogaba por la concordia con los uruguayos colorados (sean battlistas o riveristas) para que no haya un solo oriental más que muera a manos de otro coterráneo. Tan grande fue su llamado a la “fusión”, que al ser derrotado en las elecciones de 1926 a través de un fraude electoral, Herrera manifestó que “es preferible que se lleven todo menos la paz de la República Oriental del Uruguay”. O sea, en lugar de evitar desbordes y protestas violentas por el fraude que le hicieron, lo más trascendente para él es instar a la paz social entre los uruguayos y dejar todo como está. “Luis Alberto de Herrera en esta etapa era conciliatorio, fusionista”, remata Pérez Borgarelli.

REALIDAD CIRCUNDANTE

Ya en 1907 “Herrera había presentado un proyecto para que haya 8 horas laborales, pero el mismo fue tapado por los colorados”, describe el orador. Este dato es relevante, dado que un proyecto similar se aprobará recién en 1913 en Uruguay, y dos años más tarde hará lo propio Inglaterra.

Herrera estuvo solo en su lucha política, si bien el pueblo lo quería. En la Segunda Guerra Mundial se manifestó neutralista, partidario de que su país se mantuviera neutral en el conflicto. “No tenemos que pedir permiso en nuestros pensamientos y posturas”, solía vocear.

La soledad de la prédica y la lucha de Herrera tenía un por qué: durante 93 años, es decir, entre 1865 y 1958, dominó la escena política uruguaya el Partido Colorado, y contra todo ese sistema consolidado se tuvo que enfrentar. Tarea para nada fácil, por cierto. Sin embargo, el pueblo no era adepto a las directivas emanadas de los colorados. ¿Por qué? “El Partido Colorado –dice Pérez Borgarelli- aplicaba retenciones al campo y las distribuía en las metrópolis (políticas “urbistas”) con la excusa de permitir la industrialización del país que se aglutinaba en 4 o 5 industrias, nada más. Entonces, teníamos ruralistas empobrecidos y ciudades enriquecidas, lo que enardecía a los primeros”.

Otra característica que envilecía al campo uruguayo y las clases más populares fue la práctica del ‘dumping’. Mientras que un par de zapatos en Uruguay se vendía a $ 8.-, la producción en masa de Estados Unidos colocaba ese mismo par de zapatos en el mercado uruguayo a $ 5.-. Si a esto se le suman las políticas de retenciones o detracciones, los sectores sociales más pobres, como el campo, llevaban todas las de perder.

En esta coyuntura político-social, Luis Alberto de Herrera fue “ruralista”, y “hubo quienes dicen que pensaba en un nacionalismo agrario”, dice Pérez Borgarelli, y agrega: “Herrera comprendía la situación de los más necesitados; recorría rancho por rancho y visitaba a los campesinos más desilusionados. Los visitaba por medio de un “tren-relámpago””. En sus recorridos, también aceptaba adentrarse en jineteadas y festividades camperas.

En sus últimos años, Herrera mantuvo una insobornable solidaridad con distintos presidentes de Hispanoamérica. Le brindó ayuda a Jacobo Arbenz, presidente de Guatemala que fuera depuesto del gobierno en 1954, y acompañó a Juan Domingo Perón al asistir, hacia 1952, a los funerales llevados a cabo en honor de Eva Duarte de Perón en Buenos Aires.


Al final de la charla, algunos de los presentes le hicieron interesantes preguntas al orador. Todos salieron satisfechos.



Tras un último intento por ver restablecido al Partido Blanco en el poder –cuya última experiencia había sido en la antesala de la Guerra de la Triple Alianza-, Luis Alberto de Herrera teje una alianza con Benito Nardone (alias “Chicotazo”) el cual va a traicionar todas las promesas de prosperidad que tenía pensado poner en práctica una vez hecho con el Consejo Nacional de Gobierno.

Herrera muere el 8 de octubre de 1959 traicionado por “Chicotazo”, en pleno gobierno ‘blanco’ que, pese a todo, no hizo la reforma agraria y dejó morir al campo. Otros síntomas fueron la pauperización de la clase media, la juventud sin fe y los partidos tradicionales e históricos arrastrados al más aberrante desprestigio. La realidad actual del Uruguay valida buena parte de ese legado macabro que fuera obra del incumplimiento de la palabra empeñada.

Por Jóvenes Revisionistas