26 de septiembre de 2011

CONFERENCIA DE JOVENES REVISIONISTAS: "DR. GASPAR RODRIGUEZ DE FRANCIA, KARAI GUAZU" (23 DE SEPTIEMBRE DE 2011)

Un momento de la conferencia. Resalta la bandera de Jóvenes Revisionistas.

Retomando una de las más bellas actividades a la hora de revisar nuestra historia, Jóvenes Revisionistas brindó una conferencia el pasado Viernes 23 de Septiembre que giró en torno a la figura –misteriosa y sorprendente por igual- del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, personalidad que gobernó los destinos de la otrora sobresaliente República del Paraguay desde 1811 hasta 1840, año en que se produce su deceso. Fueron sus disertantes los señores Gustavo Salomón y Luciano Schwindt, ambos Vocales Titulares de la Comisión Directiva de Jóvenes Revisionistas.

En medio de la elegancia que brindaba el Salón Oval del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, la concurrencia puso toda su atención para escuchar a estos dos jóvenes que hacían sus primeros pasos en esto de otorgar conferencias sobre temas historiográficos. Si la memoria no nos falla, creeríamos que esta fue la primera vez que en Buenos Aires se iba a hablar sobre el Dr. Francia, una figura que la desgraciada Guerra de la Triple Alianza nos hizo olvidar casi por completo.

EL DICTADOR Y SU POLITICA SOCIAL

Rodríguez de Francia había nacido en Asunción el 6 de enero de 1766, y era hijo de García Rodríguez de Francia, quien prestó servicios militares en el gobierno español, y de María Josefa de Velasco y Yegros, nieta del antiguo gobernador de la Provincia. Era un erudito: fue maestro de Filosofía y Doctor en Sagrada Teología, títulos que obtuvo en la prestigiosa Universidad de Córdoba del Tucumán, de nuestro país.

Luciano Schwindt expresó que el Dr. Francia “era una hombre que vivió austeramente”, y que en 1816, en un Congreso, “él fue elegido Dictador pero no como hoy se entiende a la palabra ‘Dictador’, de modo peyorativo o negativo, sino como aquel hombre que, en un momento determinado, se mostraba como el más capaz de su país para gobernar en medio de un virreinato –el español- que estaba en decadencia y donde la anarquía se esparcía por todos lados”.

Dijo que, a comienzos del siglo XIX, el dictador era considerado como en tiempos de la antigua Roma, es decir, como un piloto de tormentas al que “se lo elegía en tiempos de emergencia”. Por lo tanto, al ser ungido Dictador a través de un Congreso y por aclamación popular, no se puede decir que el Dr. Francia “fue elegido con un golpe de Estado ni mucho menos”, sino legítimamente.

Lo novedoso del Dictador Supremo y Perpetuo, tal el título que ostentó, fue que en los Congresos de 1813, 1814 y 1816 “dejó que participara la gente de clases bajas, populares”. Esto, en aquellos primeros años del siglo XIX, lo convirtió en “un político atípico” en América, puntualizó el disertante Schwindt.


Retrato del Dr. Gaspar Rodríguez de Francia estaba presente en la conferencia que se hizo en su honor.

Un punto fuerte de su obra de gobierno en el Paraguay fue lo concerniente a la política social. Básicamente, el Dr. Francia se “dedicó a la infraestructura”, apuntó Gustavo Salomón. “Puso la primera fábrica de cal –prosiguió-, con la que se pudieron hacer hospitales, caminos, escuelas, etc.”. ¿Qué obras de infraestructura levantó el Dictador? Veamos:

*) Reconstruyó casi totalmente Asunción, la capital del Paraguay, empobrecida por una ya paupérrima administración colonial que la dejó exhausta.

*) Al Cabildo de Asunción se le agregaron dos plantas, siendo una de las más grandes edificaciones de su tiempo.

*) Se levantó un cuartel-hospital, el cual era de avanzada. Éste cumplía con un doble propósito: de defensa, por un lado, y de salud, por el otro.

*) Se construyó la plaza “San Francisco”, nombre que surge por estar ubicada justo detrás del convento de esa Orden religiosa (Franciscanos). Después de la Guerra de la Triple Alianza, se le modificó el nombre por el de plaza “Uruguay”.

*) Se mandó construir la Catedral de Asunción.

*) En 1828, fue construida la iglesia de los Dominicos.

*) Se creó un increíble sistema de luminarias que insumía unas 1500 velas diarias.

*) Para 1833, el Dr. Francia fundó la Primera Biblioteca Pública de Asunción, la cual tenía sus estantes de cristal y unos 5 mil tomos de libros.

*) Fue emplazada la primera Fábrica de Instrumentos de América, espacio desde el cual se nutrían las bandas militares paraguayas, únicas en su época.

*) Creación del Fuerte Olimpo, que funcionó como una guarnición militar que tenía material bélico de muy buena calidad. El nombre, tomado del Olimpo de la mitología griega, estaba fundamentado porque allí radicaba el poderío militar de la orgullosa República del Paraguay.

*) Creación de un Astillero, hecho que permite dilucidar que Gaspar Rodríguez de Francia fue, tranquilamente, el creador de la Marina paraguaya.

*) Se levantaron fábricas de armas, de cañones, de aceros, etc., etc.

Los paraguayos pudieron jactarse, en ese entonces, de ser el único país en América donde todos sus habitantes, y especialmente los hijos de los campesinos, “sabían leer, escribir y contar”, expresó Gustavo Salomón.

SECTORES SOCIALES Y NACIONALIDAD

La Iglesia era vista por el Dr. Francia como “una oligarquía” en el Paraguay, por eso su función consistió en disminuir la influencia que aquélla tenía y ejercía en no solamente la sociedad sino también en las demás instituciones guaraníes.

Con respecto a los indios, el Dictador Supremo mantuvo una relación paternalista con ellos; a cambio, Francia quería que las diferentes tribus les brindaran el mismo trato que recibían de parte de él. Cuando fue preciso, por ejemplo, combatir a los guaycurúes, lo hizo sin atenuantes, facilitándoles armas a otras tribus que los tenían como enemigos. Pero, en líneas generales, por lo antedicho al principio queda desmentida la versión falseada que ha llegado al presente, de que Gaspar Rodríguez de Francia era un ultimador de indios.

Quizás hayan sido las “Estancias de la Patria” lo más revolucionario –y novedoso- que implementó el Dr. Francia en su largo período como Dictador del Paraguay. Bajo este sistema, “no había latifundios ni terratenientes”, sostuvo Gustavo Salomón, quien agregó: “Los campos debían ser cultivados y trabajados por los propios campesinos y para el Estado. (Francia) decidía qué cantidad había que cultivar”.

Mediante las llamadas “Estancias de la Patria”, Francia controló total y absolutamente la ganadería, el tabaco y la yerba-mate. Este modelo fue tan fructífero, que el mismísimo Doctor Francia el 3 de septiembre de 1830 ordena el sacrificio de toda vaca sin proceso, porque “las varias estancias de la patria están rebozando y no hay necesidad de multiplicar más y más, antes perjudica”.


Gustavo Salomón y Luciano Schwindt explicaron datos biográficos interesantes del Dr. Francia.

Como mentor de la nacionalidad paraguaya, hizo cerrar las fronteras del país, clausurando, de ese modo, las tinieblas de la guerra civil, que no la tuvo jamás el Paraguay. Y en ese encierro, forjó el Dr. Francia las particularidades, la idiosincrasia del terruño. Entre otras cosas, “consolidó el idioma guaraní, y creó la identidad del Paraguay”, dijo Luciano Schwindt.

“Una anécdota famosa –prosiguió Schwindt- que marca la intransigencia del Dictador Supremo y Perpetuo, tuvo lugar en un Congreso cuando él puso sobre una mesa dos pistolas, agregando que ‘una es para el Rey Fernando VII y la otra para Buenos Aires’”. Bajo esa tesitura, resistió las campañas militares del general Manuel Belgrano de 1811. Se dice que en ese tiempo ya tenía planes para levantar un nuevo país.

Sabedor de que la soberanía se podía mantener solamente si se tenía un ejército capaz de resistir y contraatacar las incursiones más duras, el Dr. Francia se ocupaba de las estrategias de defensa y ataque. Algunas particularidades del ejército del Paraguay en su época, señalan que “el grado máximo era el de Capitán” y que Francia “destinaba el 80% del presupuesto anual al ejército”, manifestaban los disertantes.

Con José Artigas lo distanciaron, más que nada, cuestiones de intereses más que ideológicas. Se dice, por ejemplo, que Gaspar Rodríguez de Francia solía importar armas que, no obstante, Artigas trataba de impedir le llegaran. Hay que agregar que Francia y Artigas nunca se vieron personalmente si bien mantuvieron nutrida correspondencia entre sí. Era, ante todo, una relación de respeto. Otra personalidad de la época que lo respetó fue Manuel Belgrano, “al punto de llegar a firmar ambos algunos pactos en 1812. En cambio, Simón Bolívar tuvo varios encontronazos con el Dr. Francia, al punto tal que Bolívar quiso invadir al Paraguay”, continuó vertiendo Salomón.

Como dato de color, el naturalista francés Aimé Bonpland, de paso por América del Sur, se quedó 10 años en el Paraguay y le gustó como lo llevaba políticamente Gaspar Rodríguez de Francia. Eso da una idea de lo bien que marchaban las cosas en un Paraguay que hoy es apenas una sombra de su antiguo esplendor.

Por Jóvenes Revisionistas

LUIS ALEN LASCANO, MAESTRO DEL REVISIONISMO SANTIAGUEÑO

Luis Alen Lascano



El 25 de septiembre de 2010 los santiagueños perdimos a uno de los máximos exponentes de nuestra cultura. En ese triste día se nos fue don Luís Alen Lascano.

Para quienes no lo conocieron, digámoslo de entrada nomás, cosa que no quede ninguna duda; el maestro Luís Alen fue un eminente historiador identificado con el revisionismo histórico; hispanista y católico declarado; investigador, maestro, y divulgador de los hechos de nuestra historia, enfocados desde una óptica nacional.

Había nacido en Santiago del Estero, un 10 de octubre de 1930. Ejerció la docencia en varios colegios de nuestro medio y fue profesor por concurso en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.

Siendo muy joven se unió al Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. Mas adelante, su solvencia intelectual le permitió formar parte de la Academia Nacional de Historia, así como de diversas instituciones prestigiosas, entre ellas la Academia Sanmartiniana.

En lo político Lascano provenía del radicalismo irigoyenista y como tal adscribió al pensamiento de Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche y Homero Manzi. Fue candidato a diputado por el radicalismo en 1954 y 1958, y diputado nacional constituyente en 1957. Se desempeñó como diputado provincial en 1963-1966.

Su obra historiográfica abrevó en autores de la talla de Adolfo Saldias, Vicente Sierra, Manuel Galvez, José Maria Rosa y Ernesto Palacio. Escribió numerosos libros, opúsculos y artículos, así como una gran cantidad de prólogos a libros ajenos.

De su producción podemos destacar “Ibarra y el federalismo del norte”, libro en el que reivindica la figura del caudillo santiagueño, y que fuera premiado por la Comisión Nacional de Cultura del Ministerio de Educación Nacional en 1970.

Igual mención, en esta apretada nota, merece su obra “Rosas, el gran americano” escrita en 1975. En ella Luís Alen Lascano traza una excelente síntesis de la vida de don Juan Manuel de Rosas, resaltando el enfrentamiento del Restaurador tanto con la oligarquía portuaria como con la clase terrateniente durante el bloqueo imperialista.

Su obra monumental, sin lugar a dudas, fue la “Historia de Santiago del Estero”; punto de referencia obligado de todo aquel que quiera estudiar el pasado santiagueño. Su importancia es tal que, como dijo el Dr. Raúl Lima, “en ella abrevaron legiones de alumnos del profesorado de historia, y todos nuestros profesores y licenciados de historia”[1].

Algún día se deberá hacer una adecuada reseña de su ingente producción, así como un concienzudo análisis de sus aportes.

Digamos finalmente, y ya en el plano humano, que Luís Alen Lascano no solo fue un brillante historiador sino que también fue un distinguido caballero, amable y servicial con todos los que requerían de sus servicios. Justamente por ello fue director de numeroso tesistas, a quienes les brindo generosamente su apoyo y su biblioteca. Lamentablemente muchos de sus antiguos discípulos se olvidaron del gigante sobre el cual se montaron oportunamente y hoy alejados de su magisterio caminan henchidos de orgullo a pocos metros del terrenal suelo.

Vaya entonces de nuestra parte el agradecido reconocimiento, y el justísimo homenaje, para aquel que providencialmente nos develó la verdad de nuestro pretérito y nos brindó la calidez de su persona.


Por Edgardo Atilio Moreno



[1] Revista La Columna. Sgo del Estero. Abril 2011

25 de septiembre de 2011

UN 24 DE SEPTIEMBRE MORIA DOÑA MALVINA VERNET DE CILLEY

Doña Malvina Vernet de Cilley (1830-1924)



Hace 87 años, fallecía la única dama argentina que tuvo el privilegio de nacer en las islas Malvinas, motivo por el cual se empezó a utilizar y a adoptar en nuestro país el nombre de “Malvina” para el sexo femenino. Pionera en doble sentido, repasamos los rasgos más característicos de la vida de esta mujer cuya biografía debería ser rescatada del olvido.

Doña Malvina Vernet de Cilley nació el 5 de febrero de 1830 en Puerto Luis, isla Soledad, cuando su padre, Luis Vernet, se encontraba allí desempeñando el cargo de gobernador y cuidando el desarrollo de la colonia por él instalada. Su madre fue doña María Sáenz, que había acompañado a aquél junto con los tres niños que ya tenían (Luis Emilio, Luisa y Sofía), y de la cual se conoce su interesante diario redactado en esa época.

El verdadero nombre de la señora de Cilley fue Matilde, pero por haber nacido allí se le dio el apodo de Malvina, que se convirtió en nombre, usado desde entonces en la familia.

Luego de la destrucción de la colonia, primero, por la fragata “Lexington” (de bandera norteamericana) y, más tarde, por la usurpación de aquélla a manos de la “Clío” (de bandera inglesa), la familia Vernet regresó a Buenos Aires.

Malvina Vernet casó con un marino norteamericano, y años después ambos se radicaron en San Isidro, en la quinta “Las Malvinas”, formada por la parte que le tocó a la señora de Cilley de la que había pertenecido a su padre.

Fue dama benefactora en dicha localidad del Gran Buenos Aires. Al respecto expresó: “Un gran retazo he donado para la construcción de un paseo que sale al río y que forma parte de uno de los tantos rincones hermosos de esta localidad…”. En efecto, su donación sirvió para construir el hermoso Paseo del Tala, llamado así por existir en él un tala plantado por Luis Vernet.

La señora Malvina Vernet de Cilley falleció el 24 de septiembre de 1924, a los 94 años de edad.


Jóvenes Revisionistas



Bibliografía:

- Sosa de Newton, Lily. “Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas”, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, Abril de 1986.

19 de septiembre de 2011

BUSCANDO AL SOLDADO JOSE GREGORIO BUSTOS (INVESTIGACION)

Uno de los documentos examinados es éste, en el cual se observa que el soldado José Gregorio Bustos fue herido en las acciones de la Batalla de Ituzaingó, el 20 de febrero de 1827.


Hace unos meses atrás, el ciudadano Zenovio Bustos –oriundo de La Plata- nos escribió a nuestro correo electrónico para confiarnos la historia de un supuesto antepasado suyo que, revistando en las filas del Ejército Argentino que combatió en la Guerra del Brasil, fue herido en la Batalla de Ituzaingó, hecho de armas ocurrido el 20 de febrero de 1827 y que resultó en una contundente y gloriosa victoria de las armas nuestras.

A dicho correo le siguieron otros tantos más. En uno de ellos, el platense nos dio algunas referencias biográficas de su pariente heroico, al cual viene rastreando desde hace algunos años, y también una fuente bibliográfica donde vagamente se lo nombra entre las filas del entonces “Regimiento N° 16 agregado a la División de Vanguardia” del Ejército Republicano. En una misiva electrónica, Zenovio Bustos nos confiaba que “Los datos de Ituzaingó los extraje del libro editado por la Comisión Nacional del Centenario de Ituzaingó en 1927”.

ANALISIS DEL LIBRO DEL CENTENARIO

En efecto, la obra que él nos cita fue impresa en Buenos Aires en los “Talleres Gráficos del Instituto Geográfico Militar”, trabajo hecho por la “Comisión de Homenaje a la batalla de Ituzaingó en su primer centenario. 1827 – 20 de Febrero – 1927”. El libro contiene 138 páginas y pequeñas notas biográficas de las principales figuras de la época, anotadas por Enrique Udaondo entre las páginas 73 y 111. Solamente se menciona a un tal “GREGORIO BUSTOS” en dos lugares: Página 42 (como uno de los heridos del “Regimto. N° 16”) y en la página 56 (como uno de los heridos del “Regto. N° 16 agdo. a la Divion.”).

A juzgar por los datos ofrecidos por el libro de 1927, el soldado GREGORIO BUSTOS figuraría en dos formaciones diferentes dentro de las filas del Ejército Argentino que pelearon contra Brasil: Regimiento N° 16, a secas, y Regimiento N° 16 agregado a la División de Vanguardia, por el otro.

Agregamos a lo ya expuesto, dos datos más. La mención de la página 42 está inserto en un informe suscripto por el general Lucio Norberto Mansilla en el “Cuartel General en San Gabriel, Febrero 27 de/827”, o sea, el mismo día de la Batalla de Ituzaingó. En cambio, la nómina de la página 56 la suscribe el general Juan Lavalleja en el “Campamento de Vanguardia y Marzo 6 de 1827”, es decir, una semana después del primer informe de muertos y heridos de las filas patriotas. Para hacer notar que los datos entre una y otra listas se repiten, en la obra de 1927 se transcribe una carta que el general Mansilla –a la sazón, encargado del Estado Mayor General del Ejército- le escribe a Carlos de Alvear –Ministro de Guerra y Marina- el 6 de marzo de 1827, en donde le consigna lo que sigue:

“El General encargado del E. M. G. del Ejército tiene el honor de saludar al Excelentísimo Señor Ministro encargado del despacho de la Guerra y de incluirle las relaciones de muertos y heridos de la célebre Batalla de Ituzaingó; advirtiendo que por la premura del tiempo por la agitación de un Ejército siempre en marcha como S. E. conocerá bien, no ha sido posible reducir a una, las dos que son inclusas y en las que observará ESTAR DUPLICADA LA NOTICIA DE LOS REGIMIENTOS 16, Y 8…”.

Esta aseveración de Mansilla, sirve para tener un concepto más claro de por qué soldados como GREGORIO BUSTOS aparecen nombrados bajo dos cuerpos de ejército diferentes en la obra citada.

No satisfecho con los únicos datos bibliográficos que consiguió y sabe de su antepasado, Zenovio Bustos nos transcribió, también por correo electrónico, la carta que le dirigió al Jefe del Estado Mayor del Ejército Argentino en enero del corriente año 2011, en donde lo pone en conocimiento de su infructuosa búsqueda de datos que le aseguren que GREGORIO BUSTOS fue su ancestro y que resultó herido en Ituzaingó.

“Según recuerdo versión verbal de mi extinto padre –redacta Zenovio-, (Gregorio Bustos) habría nacido en Córdoba y tendría a la sazón de Ituzaingó unos 28 años, aproximadamente, si tenemos en cuenta que en esos tiempos solían existir diferencias entre las edades declaradas y las reales. Habría nacido entonces en 1799”. Agrega que tiene conocimiento del “Acta de Bautismo de su hijo LUIS JULIO de la parroquia de San Andrés de Giles, el 1 de octubre de 1846 donde también consta que estaba casado con JUANA CORDOBA”, y que también vio el “Acta de Bautismo de su nieto VICENTE de la parroquia de Bragado”. De acuerdo a lo que Zenovio Bustos le contó a Jóvenes Revisionistas, GREGORIO BUSTOS “sería mi tatarabuelo”. Este dato, asimismo, lo incluye en la nota elevada a las autoridades del ejército.


Documento de Julio de 1827, varios meses luego de las acciones de Ituzaingó en las que fuera herido. José Gregorio Bustos aparece mencionado "en comisión".


La respuesta que la institución castrense le dio a Zenovio estuvo orientada a la búsqueda de nuevas fuentes que den, por fin, con GREGORIO BUSTOS y su actuación, al menos, en la milicia. Le han dicho que revisara documentos en el Archivo General de la Nación, “Sala III Nro. de Caja 60 (…) Guerra del Brasil. Ejército Republicano 1826 – 1828. Regimiento 16° de Caballería. Libro 25”, o tal vez en “Sala III desde la Caja 36 hasta la 49. Guerra del Brasil. Ejército Republicano. 1826-8”. Habiendo tomado Jóvenes Revisionistas conocimiento de todos estos datos proporcionados por Zenovio hacia nosotros, un buen día de no hace mucho nos dedicamos a hacer una investigación para esclarecer lo que el tiempo pareció olvidar y dejar atrás.

LOS RESULTADOS DE NUESTRA INVESTIGACION

Cabe señalar que la requisa de documentos fue exitosa y que la información encontrada es de carácter estrictamente militar. No hallamos datos de la vida cotidiana del soldado Bustos, ni de su familia.

Jóvenes Revisionistas pidió el Libro 60 de la Sala III, cuyo Numero de Legajo es 45-2-3, correspondiente a la Guerra del Brasil. En él se encuentran numerosos listados con los nombres de los soldados que revistaron en los diferentes cuerpos que conformaban el “16° de Caballería”. Los listados están separados en al menos 3 períodos que van desde “Octubre a Diciembre 1826”, “Enero a Diciembre 1827” y “Enero a Noviembre 1828”. A su vez, cada uno de ellos se encuentra dividido en “Cuadernos o Carpetas” por “Escuadrón” y por “Compañía”.

Al fin encontramos, tras varios minutos de búsqueda, un listado en el que figuraba el soldado JOSE GREGORIO BUSTOS, tal su nombre completo, como perteneciente al “1er. Escuadrón de la 2da. Compañía del Regimiento N° 16 de Caballería de Línea”, según consta en los documentos oficiales.

Por ejemplo, en el “C. 4” (Cuaderno o Carpeta 4) un archivo de Octubre de 1826 da los siguientes nombres de los que son parte del 1er. Escuadrón de la 2da. Compañía del 16° de Caballería:

“SARGENTO MAYOR GRADUADO CAPITAN


D. Pedro José Díaz



TENIENTE 1°


D. Bernardo Navarro



TENIENTE 2°


D. Juan José Pires



ALFEREZ


D. Carmelo Maldes
D. Cayetano Merlo



SARGENTOS 2°


Anselmo Garay
Francisco Pimentel
Francisco Belmudes
Clarines Valentín Pérez
Joaquín Salazar
Natalio Gutiérrez



Cabos 2°


Casimiro Díaz
Pedro Islas
Juan León Espinas



SOLDADOS


José Valdéz (*)
Narciso Leguizamón (*)
Manuel de la Cruz (*)
Salvador Castaño
Santiago Sevilla
Raimundo Vargas
JOSE GREGORIO BUSTOS
Manuel Arias
Eusebio Mendoza
Avelino Sierra
Juan Vicente Aquino
Etc.”


(*) Revistaron como Soldados hasta el 1° de Octubre de 1826, cuando pasaron a Cabos 2°, señala el documento citado.

Algunos apuntes sobre este documento, nos indican que el por entonces Sargento Mayor graduado Pedro José Díaz fue el mismo que, siendo unitario, en vísperas del desleal “Pronunciamiento” del general Urquiza contra Rosas se pasó a los ejércitos federales, luchando por y para ellos cuando Caseros en 1852. Además, en una tercera columna que no incluimos en la trascripción anterior, figura el “Destino” de cada uno de los militares. En todos, junto a sus respectivos nombres, está escrita la letra “P”, por lo cual no sabemos si esto quiere decir que todos estaban “en Plaza” (en su cuartel y con su tropa) o qué.

Otro archivo de la “Carpeta o Cuaderno 4” tiene por fecha 9 de Noviembre de 1826 en Arroyo Grande. Aquí, en este brazo tributario del Río Uruguay, estaba el cuartel de los integrantes del 1er. Escuadrón de la 2da. Compañía del Regimiento 16, y creemos firmemente que desde allí partieron para batirse en Ituzaingó el 20 de febrero de 1827. Por ende, interesante sería recabar datos de JOSE GREGORIO BUSTOS en Entre Ríos (donde se sitúa el arroyo Grande) o alrededores.


Libro 60, Legajo 45-2-3 de Guerra del Brasil. Las notas que Jóvenes Revisionistas investigó provienen de este libro de grandes proporciones. Hay que seguir investigando.



Otra denominación que recibió el Regimiento N° 16 de Caballería fue “Regimiento de Lanceros N° 16 - 2ª. Compañía”. Por otra parte, a modo de descripción leemos en cada encabezamiento: “Lista de los S. S. oficiales y tropa que tiene la expresada para la revista de Comisario del presente mes de la fecha”.

En noviembre y diciembre de 1826, por lo que pudimos rastrear, hubo ascensos entre la oficialidad y la tropa: Carmelo Maldes, que en octubre era Alférez, a partir del 4 de diciembre ascendió a Teniente 2°, y Anselmo Garay pasó de Sargento 2° a Sargento 1° el 13 de Noviembre de ese mismo año. El resto se mantuvo igual que antes, con el agregado de algunos otros efectivos: Indalecio Chenado (Capitán), Ramón Ferrer (Teniente 1°), Pedro José Olguín (Sargento 2°), Basilio Palavecino (Cabo 2°), José Antonio Córdoba (Cabo 2°) y Pedro López (Cabo 2°). Todos ellos –veteranos y novatos- fueron quienes presentaron batalla junto al soldado JOSE GREGORIO BUSTOS en la gloriosa jornada de Ituzaingó.

HERIDO Y QUITADO DE LAS LISTAS

La anteúltima mención que encontramos de JOSE GREGORIO BUSTOS es la que figura en la “Carpeta o Cuaderno 10”, en un nuevo listado anotado en Febrero de 1827, inmediatamente después de la refriega. Y dice así en la parte correspondiente a los soldados que tomaron parte en las acciones:

“(…)

Clases

SOLDADOS


Salvador Castaño P
Santiago Zeballo P
Raimundo Vargas P

JOSE GREGORIO BUSTOS HERIDO EN EL HOSPITAL
Manuel Arias P
Eusebio Mendoza Enfermo a retaguardia
Avelino Sierra P
Etc.”


Esta prueba contundente es la que avala que el tatarabuelo de Zenovio Bustos peleó y fue herido heroicamente en la Guerra del Brasil, más precisamente en la Batalla de Ituzaingó, ni más ni menos. Y si ésta fue la anteúltima mención que hallamos de JOSE GREGORIO BUSTOS, la última se encuentra en la “Carpeta o Cuaderno 15” del Legajo 45-2-3 que inspeccionamos. Allí, junto a su nombre se lee “EN COMISION”, lo mismo que el soldado Manuel Arias. Y el almanaque ya marca Julio de 1827. En la parte correspondiente a “Enero a Noviembre de 1828”, ya no aparece más el nombre de JOSE GREGORIO BUSTOS en los listados. El revisionismo se seguirá encargando de verificar qué otro destino le cupo a BUSTOS a partir de la fecha indicada.

De todo lo que aquí mencionamos, dan prueba las fotografías que hemos sacado cuando fuimos al Archivo General de la Nación y que aquí exhibimos. Para la última fecha (junio de 1827), muchos Soldados fueron ascendidos, en merecimiento de su valor en Ituzaingó, a Cabos 2°, si bien no encontramos semejante honor en JOSE GREGORIO BUSTOS. Suponemos, asimismo, que éste tardó algunos meses o semanas en recuperarse. Todos los documentos examinados llevaban la firma del Sargento Mayor don Pedro José Díaz.

Como deseamos que se sepa la mayor cantidad de datos posibles sobre el pasado histórico argentino, incentivamos a los revisionistas –sean jóvenes o mayores- a interiorizarse en la vida de los soldados que se desangraron en los campos de batalla cuando la famosa Guerra del Brasil, cuya memoria fue agraviada en alto grado cuando el entrerriano Justo José de Urquiza permitió a las tropas brasileñas a que desfilaran, triunfantes, por las calles de Buenos Aires el 20 de Febrero de 1852 después de la derrota de la Confederación Argentina.

Por la información que nos brindara su tataranieto, es menesteroso acudir a los Archivos de Bragado y San Andrés de Giles para ver documentación relacionada a JOSE GREGORIO BUSTOS. En estos pueblos dejaron sus huellas el nieto y el hijo del soldado-héroe de Ituzaingó, respectivamente.

Jóvenes Revisionistas se compromete a continuar la búsqueda y a recibir, de aquí en más, otros pedidos para hacer trabajos investigativos que lleven a profundizar los conocimientos de los hombres y mujeres que desde el más humilde anonimato levantaron a nuestro bendito país, verdadero solar del continente americano. Porque el revisionismo histórico, ¡nunca descansa!


JOVENES REVISIONISTAS

11 de septiembre de 2011

UN LOCRO TRADICIONAL EN LOS VIEJOS CUARTELES DEL REGIMIENTO 'PATRICIOS'


Integrantes de Jóvenes Revisionistas estuvieron en el "Tradicional Locro Anual" del Regimiento de Infantería I 'Patricios'.

Que el locro es una de las comidas de olla más esperadas cuando llegan las estaciones hibernales, nadie lo pone en duda. Comida excelsa y popular en los tiempos coloniales, este guisado fue el alimento de nuestros primeros dirigentes, y cuando la noche se le aparecía al gauchaje en las huellas olvidadas, también sirvió como su alimento cálido, sencillo y sabroso.

La tradición se encargó de señalar que el locro fue una de las comidas que degustaron los hombres que acompañaron al brigadier general Cornelio de Saavedra –primer jefe de la Legión de Patricios Urbanos de Buenos Aires- en la víspera de la Revolución de Mayo de 1810, y que, por eso mismo, anualmente y desde entonces se prepara un exquisito guisado para los jefes, oficialidad y tropa del primer cuerpo armado de la patria. ¿Qué otros platos comía Saavedra? La cocinera Rosa solía entretenerlo “con un poco de queso, unas anchoas en aceite y unas aceitunas de Sevilla”, o sino “una fuente de carne (de espaldar, casi siempre) con muchos garbanzos mojados con un hilo de aceite”, de acuerdo a lo que arriman las crónicas de aquellos momentos.

Hasta unos pocos años atrás, el “Tradicional Locro Anual” de los ‘Patricios’ se conmemoraba en el mes de mayo, correlato histórico exacto que hacía honor al génesis de tan comestible recordatorio. Pero con el tiempo, la fecha se fue corriendo hasta hacerla coincidir, días más días menos, con el 15 de septiembre, jornada donde se conmemora el aniversario de la creación del regimiento.

EN MEDIO DE LA HISTORIA


Jóvenes Revisionistas (JR) recibió una cordial invitación para concurrir a la añeja ceremonia del locro que las autoridades de los cuarteles de Palermo ofrecieron el pasado día Sábado 10 de Septiembre.

Media hora antes de la ingesta, resonaban los sones de la mítica Banda Militar “Tambor de Tacuarí” en la plaza de armas, ante los aplausos del público presente. Un “carrusel” ensayado por aquélla, lleno de movimientos sincronizados y perfectos, daba tintes alegres a la media mañana invernal, al tiempo que unas voces firmes traían el recuerdo de combates heroicos introducidos en marchas que la memoria colectiva nunca ha podido olvidar. Siempre se reserva para el final el “Uno Grande”, marcha que caracteriza al bicentenario Regimiento de ‘Patricios’. Luego del último son, todos se aprestaron para ir al rancho de tropa, comedor por donde pasaron generaciones enteras de “colimbas” que sirvieron en este reducto argentino.

Aprovechando que la plaza de armas se iba quedando vacía, JR sacó algunas de las imágenes que se vuelcan en esta nota. Había mucho para retratar: los monumentos de los dos primeros jefes ‘Patricios’ –Saavedra y Manuel Belgrano-; los pabellones construidos a principios del siglo XX; la monumental soledad del playón; cañones de vieja factoría nacional; la chimenea con el recuerdo de los conscriptos idos; placas y banderas. En otro lugar, lejos de donde estábamos, nos aguardaba el locro tradicional.

EL LOCRO


El rancho de tropa estaba a lleno. Una bella jornada.

No era poca cosa esto de andar comiendo un locro en medio de soldados, suboficiales y jefes del primer regimiento que vio nacer nuestra Argentina. También había civiles, muchos, todos amigos de esta institución que está por cumplir 205 años de vida ininterrumpidos.

Los integrantes de Jóvenes Revisionistas -y de esto damos fe- se sirvieron varios platos del manjar. “Riquísimo”, dijo uno de ellos. “¡Que bueno poder comenzar el día con un locro adentro”, soltó otro, extasiado. De esta forma, JR contribuía al sostenimiento de esta tradición que viene allende los tiempos. Y era otra forma de recrear, comiendo, la historia y sus costumbres, y dejando, por un momento, las lecturas y las conferencias a un lado.

Cuadros y fusiles “Remington” adornaban las paredes del comedero, todo en impecable atmósfera de pulcritud. Al locro le siguió un postre-helado, y para tomar hubo gaseosas y vino. El epílogo se completó con un sorteo de objetos proporcionados por la gente de Protocolo y Ceremonial de la unidad, y con un brindis cálido y ameno.

Al salir nuevamente al playón, Jóvenes Revisionistas quiso sacar unas últimas instantáneas antes de emprender el regreso a casa. Restaba ver el monumento que le hicieron a los Veteranos de Malvinas que revistaron como ‘Patricios’: emocionante. Y casi llegando a la puerta principal, nos detuvimos a contemplar el mural dedicado a los soldados que murieron al pie de las murallas de Curupaytí, en la indescriptible Guerra de la Triple Alianza. Todos habían pensado que al concluir esa batalla, los ‘Patricios’ iban a desaparecer porque fue la primera y única vez en su historia que su máxima autoridad era un suboficial, pues casi todos estaban muertos. Allí, en los esteros paraguayos, pudo haberse terminado la ceremonia del “Tradicional Locro Anual” pero, por fortuna, nada de eso se hizo realidad.


Jóvenes Revisionistas pasó una media mañana agradable. Aquí están junto al capitán licenciado Diego Cejas, Director de la Banda Militar "Tambor de Tacuarí" del RI1.


Comisión Directiva

JOVENES REVISIONISTAS

8 de septiembre de 2011

ACTIVIDADES DE JOVENES REVISIONISTAS (SEPTIEMBRE-OCTUBRE)






Las que siguen, son las actividades que Jóvenes Revisionistas estará realizando en el presente mes de septiembre y hasta mediados de octubre:


Miércoles 14 de Septiembre
A las 10 AM, un grupo de Jóvenes Revisionistas nos encontraremos en la intersección de Avenida Corrientes y Av. Leandro N. Alem para ir al Archivo General de la Nación (AGN). Esta actividad, que la trataremos de repetir cada 15 o 20 días, tiene por finalidad despertar el espíritu investigador de aquellos jóvenes que se pliegan a la revisión histórica.


Viernes 23 de Septiembre

Conferencia Externa que darán, a partir de las 18:30 horas, los Vocales Titulares Gustavo Salomón y Luciano Schwindt, y que llevará por título: "Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, "Karaí Guazú"". La disertación se llevará a cabo en la Sala de Conferencias del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas".

Viernes 30 de Septiembre
Participación en el acto que realizará el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, con motivo del 22° Aniversario de la Repatriación de los Restos del Restaurador de las Leyes. El mismo tendrá lugar en la bóveda de los Ortiz de Rozas, a las 10 AM (aunque falta confirmación oficial).

Miércoles 12 de Octubre
Acto por el Día de la Raza, con horario y lugar a confirmar.

También tenemos pensado comenzar a hacer, dentro del Instituto Rosas, algunas proyecciones (1 al mes) de “Cine-Debate”. Una película que vamos a estar dando, quizás en los primeros días del mes de octubre, sea “El Cid”, en referencia a la cercanía del Día de la Raza. ¡Estén atentos!


Comisión Directiva
JOVENES REVISIONISTAS

2 de septiembre de 2011

ORIBE, DESCRIPCION DE SU PERSONALIDAD

Brigadier General Manuel Oribe.

Oribe, que descendia nada más y nada menos que del gran Cid Campeador, tenia un trato era muy afable, sus modales de una cultura exquisita parecía como decía el ilustre Carlos Villademoros, que el General estuviera siempre agitándose en un medio aristocrático, a pesar de ser un apasionadísimo republicano.

Sus ratos de ocio los pasaba en su quinta del Miguelete, arrullado en una hamaca incrustada en un marco de verdor perfumado que matizaba los jazmines del país y las deliciosas madreselvas.

El General Lavalleja, que iba a menudo a su quinta cuando no lo encontraba en sus habitaciones, se dirigía a la “selva poética”, pues ese nombre le había puesto su morador, y allí lo veía rodeado de diario y libros, estos últimos los recibía muy a menudo de su primo hermano que ocupaba altos puestos en España.

Su inteligencia era amplia y despejada, y rápida en la concepción; sus juicios breves y sentenciosos, observador por naturaleza y muy dado a la meditación. Cuantas veces se le veía de noche pasearse por su quinta, con la cabeza baja, ensimismado, como resolviendo algo grave para su existencia. La gente de los alrededores en seguida sabían que era el, pues era conocida su vestimenta. En verano su traje consistía en una especie de uniforme blanco como toda su persona, y en invierno un amplio robe de chambre de paño azul con alamares de cordón de oro. Era muy lujoso en vestir. El prestigioso ciudadano don Juan María Pérez, decía: “el general Oribe debe tener Dios aparte, pues sus oficiales contaban que en los campos de batalla brillaba tanto su uniforme como el sol.” Y esto lo prueba aquel estribillo popular de la época que decía:

Con lo que Oribe gastó
En uniformes para pelear,
Se podría comprar tabaco
Para el ejército fumar.

Como decía el ilustrado y caballeresco Coronel Lasala, cuando vestía uniforme. El General don José María Reyes decía “cuando Oribe monta a caballo, con su gran uniforme de gala, venían ímpetus de gritar ¡Viva el Emperador!”.

Su temperamento, en general, se caracterizaba por una placidez halagadora en la paz. Le agradaba la vida de sociedad y el trato con el bello sexo.

Era un católico consciente y un fiel cumplidor del deber, pues en esto, decía el, consistía la religión. Los templos de la Unión, Paso Molino, Reducto, Pando, Nueva Palmira, Miguelete, fueron mandados construir por él.

El desayuno, que era la tradicional taza de chocolate lo tomaba en familia, aprovechando esa hora para emplearla en la educación practica de sus hijos, hablándoles de todo aquello que enseña la experiencia y que podía estar al alcance de la comprensión de ellos.

Sus conocimientos militares eran vastos, pues fue después de San Martín el segundo general americano que uso infantería como arma predilecta para el combate. Su arma favorita era la artillería, y esto lo prueba no solo, en las compañías que tenia de esa arma en el Cerrito, sino que hasta en los batallones de infantería había piezas de artillería. Su ejército lo tenía siempre ordenado por batallones y regimientos, con las numeraciones tácticas correspondientes, y su organización era estrictamente militar, realizándose en el hasta ejercicios de maniobras. Los días de fechas patrias (como el 25 de Mayo) eran festejados en el ejército en la forma que permitía su situación. En Barcelona, se lució mandando unas maniobras militares y fue el que introdujo la táctica del General Concha. Las obras militares de su biblioteca,. Andan algunas todavía peregrinando por las librerías que se ocupan de obras antiguas.

En la guerra se puede decir, que desdoblaba su personalidad. La imaginación que serenamente desempeñaba su papel natural en la paz, era grande en los campos de batalla. Era fiel cumplidor de las leyes y servidor de las autoridades legalmente constituidas, como lo prueba su persecución a Rivera en 1828, por orden del gobierno de la época. Estallada la revolución lavallejista de 1832, don Santiago Vázquez, como medio de inutilizar aquel movimiento, se puso al habla de don Manuel Oribe, obteniendo la respuesta de que “su espada estaba al servicio de las instituciones”.

(…)

El General don Juan Barrios, su íntimo amigo, recibió de sus labios esta confesión pocos días antes de fallecer. “Muero con el sentimiento de que no queda nadie que me remplace”. Y sus últimas palabras al partido fueron: “que todos mis amigos respeten al gobierno y que no desmientan la autoridad constituida”.


Por Ignacio Pérez Borgarelli