9 de octubre de 2007

REIVINDICACION DE LA HISPANIDAD


La reivindicación de la Hispanidad bajo Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón


Hace aproximadamente 300 o 250 años que se viene librando una de las guerras más monumentales que el mundo haya visto jamás, que es la que se efectúa contra la herencia recibida de España cuando ésta decidió conquistar el continente americano hacia fines del siglo XV. La prolongación de esa lucha en semejante lapso de tiempo lo convierte, hasta ahora, en un fenómeno inusual y de lamentables consecuencias para las culturas tradicionales de los pueblos hispanoamericanos.
Así es como en el presente, conmemorar el Día de la Raza cada 12 de Octubre se ha convertido, por desgracia, en sinónimo de “barbarie”, “genocidio”, etc., etc., léxicos que los voceros del sistema repiten sin cesar omitiendo, sin lugar a dudas, que ellos están impregnados de ideologías que, de no haber sido por el desembarco de Cristóbal Colón el 12 de Octubre de 1492, jamás hubieran tenido adeptos en este lado del mundo. Ahora, ¿con qué razón un marxista, por ejemplo, puede despotricar contra la Conquista y reivindicar a los “pueblos originarios” cuando el comunismo nació en conciliábulos europeos aristocráticos y literarios y, por ende, quienes hasta hoy lo quieren imponer tergiversan y se mofan de la cultura de los indígenas, a los cuales alienan y les hacen perder todos sus credos culturales y típicos? La misma observación, aunque con otras características tan terribles como las anteriores, les cabe a los capitalistas especuladores quienes manejando los mercados mundiales en favor de la expansión infernal de los avances tecnológicos, permitieron que la cultura anglosajona pise sobre firme no solamente en la América Hispánica sino en todo el resto del mundo, sin excepciones.
En los últimos dos siglos y medio vemos como Inglaterra y los Estados Unidos tuvieron en su geopolítica de dominación universal, el generar una guerra cultural solapada contra todo lo que representa la hispanidad y, por otra parte, trabar de cualquier forma los proyectos de unidad o integración de los pueblos iberoamericanos.
Los cretinos locales que apoyan la fábula de la “Leyenda Negra” de la Conquista, mote con el que se pretendió ensuciar el extraordinario aporte hecho por la España Imperial en nuestro continente, omiten decir que la Conquista española fue la que dio origen, a través del mestizaje que produjo, al ser argentino por excelencia, el gaucho. No existe otro arquetipo más genuino de la argentinidad como el hombre de nuestras tierras, que se forjó de la unión del español conquistador y la mujer indígena. ¿Qué ocurrió con los “civilizados campeones de la libertad” anglosajones? Apenas un puñado de familias de origen británico, irlandés, escocés, etc., se entremezclaron entre sí a fines del siglo XVIII, al tiempo que se dedicaban a masacrar a los pueblos aborígenes. Por ende, no se puede decir que en Estados Unidos exista una cultura nativa, originada del encuentro entre anglosajones e indios, como sí lo hubo en los antiguos virreinatos españoles.

Yrigoyen y Perón: defensa de los orígenes patrios

Fue Hipólito Yrigoyen, el legendario presidente radical, quien ayudó a contrarrestar el mito de la “Leyenda Negra” de la Conquista Española en América dado que, por decreto del 4 de Octubre de 1917, se instituyó el 12 de Octubre como el “Día de la Raza”, el cual fue considerado jornada de “Fiesta Nacional”. El decreto representó la reivindicación primaria y necesaria de la herencia hispánica de gran parte del continente americano. El texto legislativo expresa lo siguiente:
“1º. El descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores derivan de este asombroso suceso, que a la par que amplió los límites de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu.
“2º. Que se debió al genio hispano intensificado con la visión suprema de Colón, efemérides tan portentosa, que no queda suscrita al prodigio del descubrimiento, sino que se consolida con la conquista, empresa ésta tan ardua que no tiene término posible de comparación en los anales de todos los pueblos.
“3º. Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana.
“Por tanto, siendo eminentemente justo consagrar la festividad de la fecha en homenaje a España, progenitora de las naciones a las cuales ha dado con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua una herencia inmortal, debemos afirmar y sancionar el jubiloso reconocimiento, y el poder ejecutivo de la nación:
“Artículo primero: Se declara Fiesta Nacional el 12 de octubre.
“Artículo segundo: Comuníquese, publíquese, dése al Registro Nacional y se archive”.

Se dice que antes y durante la instauración por ley del Día de la Raza, los afiliados de la UCR que estaban dispersos en las provincias argentinas ya solían identificarse con las tradiciones folklóricas hispánicas exaltadas por escritores nacionalistas como Manuel Gálvez, al tiempo que en las campañas electorales del interior evocaban a los viejos federales de antaño entrando a los pueblos a caballo, envueltos con ponchos colorados, bincha blanca y armados de una caña de punta afilada.
Hay quienes afirmarán con énfasis que don Hipólito Yrigoyen perteneció a la Masonería, lo cual es cierto. Sin embargo al momento de afiliarse a la Logia Docente en marzo de 1882, por expreso mandato de su tío Leandro Nicéforo Alem, Yrigoyen declaró ser católico, soltero y tener 26 años de edad, aunque en verdad contaba entonces con 22 años. Que así mismo, su rol en dicha logia duró lo que un suspiro, pues tuvo poca actividad y se retiró de la orden casi sin haberle aportado nada a la misma.
Otro defensor de la hispanidad, por formación y predicamento, fue Juan Domingo Perón, quien coincidió plenamente con la tesitura de Yrigoyen respecto a este pensamiento. El día 12 de Octubre de 1947, al rememorarse el cuarto centenario del nacimiento de Miguel de Cervantes Saavedra, Perón hizo quizás su mejor homenaje y defensa acerca de los valores que España dio al nuevo mundo. Entre las cuantiosas frases que en aquella jornada deslizó, citamos sólo algunas: "(…) Al impulso ciego de la fuerza, al impulso frío del dinero, la Argentina, coheredera de la espiritualidad hispánica, opone la supremacía vivificante del espíritu. Y a través de la figura y de la obra de Cervantes va el homenaje argentino a la Patria Madre, fecunda, civilizadora, eterna, y a todos los pueblos que han salido de su maternal regazo. Por eso estamos aquí, en esta ceremonia que tiene la jerarquía de símbolo. Porque recordar a Cervantes es reverenciar a la madre España; es sentirse más unidos que nunca a los demás pueblos que descienden legítimamente de tan noble tronco; es afirmar la existencia de una comunidad cultural hispanoamericana de la que somos parte y de una continuidad histórica que tiene en la raza su expresión objetiva más digna, y en el Quijote la manifestación viva y perenne de sus ideales, de sus virtudes y de su cultura; es expresar el convencimiento de que el alto espíritu señoril y cristiano que inspira la Hispanidad iluminará al mundo cuando se disipen las nieblas de los odios y de los egoísmos (…)”.
En otro pasaje de la vibrante alocución, Juan Domingo Perón señaló: “Nuestro homenaje a la madre España constituye también una adhesión a la cultura occidental. Porque España aportó al Occidente la más valiosa de las contribuciones: el descubrimiento y la colonización de un nuevo mundo ganado para la causa de la cultura occidental” (…) Como no podía ocurrir de otra manera, su empresa fue desprestigiada por sus enemigos, y su epopeya objeto de escarnio, pasto de la intriga y blanco de la calumnia, juzgándose con criterio de mercaderes lo que había sido una empresa de héroes. Todas las armas fueron probadas: se recurrió a la mentira, se tergiversó cuanto se había hecho, se tejió en torno suyo una leyenda plagada de infundios y se la propaló a los cuatro vientos. Y todo, con un propósito avieso. Porque la difusión de la leyenda negra, que ha pulverizado la crítica histórica serie y desapasionado, interesaba doblemente a los aprovechados detractores. Por una parte, les servía para echar un baldón a la cultura heredada por la comunidad de los pueblos hermanos que constituimos Hispanoamérica. Por la otra procuraba fomentar así, en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a sus fines imperialistas, cuyas asalariados y encumbradísimos voceros repetían, por encargo, el ominoso estribillo cuya remunerada difusión corría por cuenta de los llamados órganos de información nacional. Este estribillo ha sido el de nuestra incapacidad para manejar nuestra economía e intereses, y la conveniencia de que nos dirigieran administradores de otra cultura y de otra raza. Doble agravio se nos infería; aparte de ser una mentira, era una indignidad y una ofensa a nuestro decoro de pueblos soberanos y libres. España, nuevo Prometeo, fue así amarrada durante siglos a la roca de la Historia. Pero lo que no se pudo hacer fue silenciar su obra, ni disminuir la magnitud de su empresa que ha quedado como magnífico aporte a la cultura occidental. Allí están, como prueba fehaciente, las cúpulas de las iglesias asomando en las ciudades fundada por ella; allí sus leyes de Indias, modelo de ecuanimidad, sabiduría y justicia; sus universidades; su preocupación por la cultura, porque “conviene –según se lee en la Nueva Recopilación. Que nuestros vasallos, súbditos y naturales, tengan en los reinos de Indias, universidades y estudios generales donde sean instruidos y graduados en todas ciencias y facultades, y por el mucho amor y voluntad que tenemos de honrar y favorecer a los de nuestras Indias y desterrar de ellas las tinieblas de la ignorancia y del error, se crean Universidades gozando los que fueren graduados en ellas de las libertades y franquezas de que gozan en estos reinos los que se gradúan en Salamanca”. España levantó, edificó universidades, difundió la cultura, formó hombres, e hizo mucho más; fundió y confundió su sangre con América y signó a sus hijas con un sello que las hace, si bien distintas a la madre en su forma y apariencias, iguales a ella en su esencia y naturaleza. Incorporó a la suya la expresión de un aporte fuerte y desbordante de vida que remozaba a la cultura occidental con el ímpetu de una energía nueva”.
Como es de esperar, el Teniente General Perón revaloriza lo actuado en su momento por Hipólito Yrigoyen, al decir que “el día de la Raza, instituido por el presidente Yrigoyen, perpetúa en magníficos términos el sentido de esta filiación”, agregando casi inmediatamente que “si la América española olvidara la tradición que enriquece su alma, rompiera sus vínculos con la latinidad, se evadiera del cuadro humanista que le demarca el catolicismo y negara a España, quedaría instantáneamente baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez”.
En 1973, poco antes de emprender su definitivo retorno a la patria desde Madrid, España, Juan Domingo Perón fue entrevistado por un periodista argentino que buscaba de aquél una opinión sobre el pueblo español, a lo que el conductor le contestó: “Opinar sobre España es como opinar de la madre de uno. Esta es la patria de la hidalguía. Humilde o encumbrado, en cada español se refleja la grandeza histórica de España. Los valores esenciales de la raza no han cedido a los factores de descomposición que atontan al mundo de este tiempo. El progreso material –continuó- que normalmente empequeñece al hombre y hasta lo insectifica, no ha podido destruir al español y a España. Por eso, en la fortuna o en la desgracia será siempre el reflejo de sus hombres. Y de esos hombres salió el Quijote a galopar por el mundo”.
Sólo la estupidez, la colonización pedagógica, o intereses inconfesables, pueden pretender la anulación del 12 de Octubre como el Día de la Raza, porque esta medida tendría una esencia básica y profundamente antipopular, y si así no se la consideraría, veamos entonces cuán arraigados están en el pueblo de la patria las concepciones hispánicas de Hipólito Yrigoyen y de Juan Domingo Perón.

Gabriel Oscar Turone


Bibliografía:

- CAMPARO, José. Perón y España. Política Social, Interna e Internacional, Plus Ultra, 1983.
- RODRIGUEZ ZIA, Cnl. (R), Jorge. 1000 Millones Hablando Español. Geopolítica de la Lengua. Santa Fe de la Vera Cruz, Argentina, Editor Zurita Fernández, 1991.
- PERÓN, Juan D. La Cultura Nacional. Colección Grandes Temas Nacionales, Fusión, 1982.
- “Todo es Historia”, Año I – N º 2, Junio 1967, Revisa Mensual de Difusión Histórica.

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