10 de agosto de 2011

TRAJES TIPICOS ESPAÑOLES DE EVA PERON, EN EL MUSEO DE ARTE ESPAÑOL "ENRIQUE LARRETA"



Al irse los hombres de esta vida, lo que queda de ellos son sus obras, sus documentos y sus objetos. Éstos dan enriquecedor testimonio de un pasado que siempre merece ser investigado, analizado y divulgado, resultando que de esta magnífica tarea emergen las crónicas históricas, lo que, a su vez, alimenta esa ciencia llamada Historia. La visita a un museo es, desde luego, un acto recreativo que, en mayor medida, nos devuelve la imagen de una antigüedad casi siempre heroica o conmovedora. Poco entenderíamos ese pasado que nos inquieta si no fuera por los museos que exhiben una época que quizás no vivimos y que nos ha llegado por crónicas perdidas u olvidadas.


Algo parecido a lo dicho anteriormente es lo que ocurre en el Museo de Arte Español “Enrique Larreta”, complejo ubicado en el barrio de Belgrano, Buenos Aires, en la intersección de Juramento y Vuelta de Obligado. Allí hay una muestra denominada “Evita y los trajes del pueblo español. Memoria de una colección”, que se inauguró el pasado 23 de julio de 2011, y cuya duración se prolongará hasta el 28 de agosto del corriente año. Esta muestra pone a la expectación del público los 50 trajes regionales españoles que le fueron obsequiados a Eva Duarte de Perón en su gira por España, en 1947.






Una imagen de algunos vestidos que se exhiben. Los dos vestidos del medio son el de Tarragona y el de Guipúzcoa, los cuales guardan estrecho contacto con los conflictos internos de España.



Se trata, sin lugar a dudas, de una faceta prácticamente desconocida de aquel mítico viaje a la Madre Patria que, en ese entonces, estaba gobernada por Francisco Franco Bahamonde. La estadía de Eva Perón comenzaba en Madrid en los primeros días de junio de 1947, y terminaría poco más de dos meses más tarde, el 23 de agosto de 1947, no sin antes visitar otros territorios tales como Italia, Francia y Portugal. El viaje fue, en sí, una muestra cabal de la Argentina hacia la angustiada España que había quedado aislada económica y políticamente del mundo que no le perdonó, entre otras cosas, el haberse mantenido neutro durante la Segunda Guerra Mundial. Al despedir a su señora esposa, el teniente general Juan Perón manifestó: “Dirá Evita a la vieja España que nosotros, aquí, bajo la Cruz del Sur, no desmentimos que pertenecemos a la gloriosa estirpe española de todos los tiempos”.


La recepción que recibió de parte de los españoles jamás volvió a repetirse en la riquísima historia de la Madre Patria. Fotografías y documentales de esos tiempos, dan pruebas suficientes de los millares de españoles que la ovacionaron cuando Eva Perón se asomó desde los balcones del Palacio de Oriente, o cuando, en la noche del 10 de junio de 1947, fue homenajeada en la Plaza Mayor de Madrid. Precisamente, en esta jornada resultó obsequiada la Primera Dama nacional con “un traje típico seleccionado y confeccionado especialmente para su visita” por cada una de las cincuenta provincias españolas que ese día desfilaron ante su presencia.


La recepción de las prendas tradicionales se hizo ante una plaza totalmente desbordada de gente, y en la parte central del lugar “se había levantado un escenario de proporciones monumentales (…) tapizado en rojo y dorado, cubierto de flores naturales y contaba con un magnífico sistema de iluminación”, advierte Patricia Nobilia, guía del Museo de Arte Español “Enrique Larreta”. Las danzas típicas de esas zonas se hicieron ver y escuchar por la multitud agolpada en la ocasión, resaltadas con coreografías fantásticamente elaboradas.


TRAJES E HISTORIA


Los vestidos son un fiel reflejo de las costumbres de España de los últimos siglos. En varios de ellos, se aprecian los elementos distintivos que utilizaban las mujeres españolas, como ser: la peineta, la mantilla, el mantón, el pañuelo, el Rosario y el abanico. Cada región reúne sus propias características. El traje de Navarra que le fue regalado a Eva Perón, “posee una clara influencia francesa inspirada en la moda romántica. El frío de los Pirineos exige el uso de paños abrigados en su confección”. En cambio, los vestidos de Madrid y Granada, están catalogados como “Trajes Goyescos”, pues han “sido inmortalizados en la obra de Francisco de Goya, artista que perpetuó la moda de los majos y majas de Madrid. Con el tiempo los majos fueron apareciendo en otras ciudades, y a principios del siglo XX su forma de vestir fue adoptada por las clases altas, que imitaban a las clases populares”, explica un interesante folleto de la muestra que aquí describimos.


Cada vestido venía envuelto y protegido en un canasto de mimbre, uno de los cuales se conserva impecable en el Museo “Enrique Larreta”. Como se observa en una de las imágenes de esta nota, a su lado está el baúl en que arribaron las joyas de los cincuenta vestidos ofrendados a Eva Duarte de Perón. Esas joyas son, en su mayoría, de oro 14 K y con incrustaciones de berilo.


Una de las piezas más interesantes de la muestra, es la perteneciente a la medalla que iba con el traje regional de Asturias. En el anverso aparece la imagen de la Virgen de Covadonga, en el reverso, la leyenda grabada “Por España y la Argentina. 1-7-47”. Hay algunos trajes que aparecieron en nuestro país cuando languidecía el siglo XIX y despuntaba el siglo XX, cuando las corrientes inmigratorias de entre 1880 a 1910, entre las que podemos nombrar las vestimentas de las regiones de Galicia, Asturias, País Vasco, Cataluña, Andalucía y Cantabria. De este modo, las mujeres de la Madre Patria que se afincaron en Argentina dejaron mucho más que su presencia física; también dejaron sus costumbres sociales como el de las prendas típicas de sus zonas.



Vista panorámica del Museo de Arte Español "Enrique Larreta" y del Jardín de los Naranjos.



Otros diseños, para el caso Toledo, Ciudad Real y Albacete, dejan ver reminiscencias musulmanas, hebreas y cristianas, heterogeneidad cultural que vivenciaron estos lugares a lo largo de la historia de España, por ser una “estratégica ubicación geográfica” de la península en la que se reflejaron “todas las culturas que se asentaron en España”. Las rencillas internas de la Madre Patria también tienen su correlato en los trajes, como en el de Guipúzcoa y Tarragona. “El rechazo hacia las autonomías por parte del franquismo se observa en el traje de Guipúzcoa al que se le cambió el color verde por el amarillo para formar la bandera española. Sin embargo en la falda del traje de Tarragona –habitualmente floreada- la similitud de las franjas con la bandera catalana parece haberse pasado por alto”.


LOS VESTIDOS EN EL PAIS Y EL REVISIONISMO


Con fecha 23 de agosto de 1947, Eva Perón retornaba al país junto a los valiosos trajes regionales que el régimen de Franco le había regalado por su rol de “Embajadora de la Paz”.


Una vez aquí, los mismos fueron expuestos por primera vez en el Museo Nacional de Arte Decorativo bajo el título “Trajes de España. Colección Doña María Eva Duarte de Perón”. Más de 150.000 personas vieron las piezas, lo que constituyó todo un éxito para la época. Entre los que contribuyeron al fomento de esta muestra artística figuró la Comisión Nacional de Cultura, entre cuyos miembros figuraban, entre otros, el senador nacional Dr. Diego Luis Molinari, el diputado nacional Dr. Ernesto Palacio, el Dr. Gustavo Martínez Zuviría y el Dr. Carlos Ibarguren, todos prohombres del revisionismo histórico argentino.





Instantánea que muestra otras prendas.


Acontecido el golpe de Estado de 1955, los vestidos fueron confiscados por las autoridades militares en medio de una situación que invitaba al caos y la turbulencia. Hubo prendas que jamás volvieron a recuperarse, pero la mayoría se salvaron dado que “quedaron incautadas durante años en los depósitos del Banco Municipal de la calle Jean Jaurés”. Años más tarde, en 1966, “el Banco anunció que un lote de prendas que habían pertenecido a Eva, iría a subasta pública. Una protesta, encabezada por varios artistas ligados al peronismo lo impidió. En 1967, mediante el decreto N° 3894, se dispuso que los “trajes hispanos” pasaran a formar parte del patrimonio del Museo de Arte Español Enrique Larreta”. Desde entonces, un total de 800 piezas (entre vestidos, joyas y zapatos) le dan vida a esta colección casi única a nivel mundial.


El Museo “Enrique Larreta” tuvo el privilegio de divulgar estos uniformes españoles por primera vez en 1985, y lo hizo nuevamente ahora, en el presente año 2011. Como dice Patricia Nobilia, “Su exhibición excede la mera presentación estética para convertirse en un disparador que motive una reflexión profunda. Desde su lugar el museo asume el rol de cuidar este patrimonio, y en contra del olvido se convierte en un espacio que preserva la memoria”.


Jóvenes Revisionistas auspicia la visita al Museo de Arte Español “Enrique Larreta”, porque implica un acto de investigación y asomo a la historia argentina y de la Madre Patria, de cuyas tradiciones se ha nutrido nuestra nación para generar a su arquetipo, el gaucho, a sus instituciones, sus modismos, su lengua y su religión.


El paseo por su delicioso Jardín de los Naranjos, obra de un sirio libanés que dejó, para los tiempos, sus licencias de jardinero y arquitecto, también reavivan el interés por el conocimiento historiográfico del terruño. En este oasis que se encuentra en medio de los edificios de Belgrano, hay un árbol traído de Hiroshima, Japón, que sobrevivió a la criminal acción de la bomba atómica arrojada allí en 1945, recibiendo el nombre de “Árbol de la Vida”.




Paisaje del Jardín de los Naranjos. Nótese los cercos laberínticos que hay en él, y la variedad de la vegetación existente. En primer plano, una fuente de sobria confección. Los árboles no dejan ver las edificaciones que dan sobre la calle Cuba.


Ejemplares de cipreses, palmeras de todo tipo y fuentes de exquisita confección, acompañan a un bicentenario ombú que, ubicado en los confines del jardín, fue testigo de todos los acontecimientos patrios habidos y por haber. Dos glorietas que hay allí, le dan un toque romántico a este espacio verduzco que es de ensueño. El toque del sirio libanés está plasmado en los caminos laberínticos que surcan las extensiones del lugar, y en los ventanales que dan a la calle Juramento, acaso el modo de “contactarse con el exterior”, según ha dicho cuando dio por concluida su obra maestra.



Por María del Carmen Amud - Gabriel O. Turone

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