9 de octubre de 2007

CICLO DE PENSADORES NACIONALES: "MANUEL GALVEZ"

CONFERENCIA ORGANIZADA POR LOS JOVENES REVISIONISTAS.

INSTITUTO JUAN MANUEL DE ROSAS.


Manuel Gálvez: Poeta, historiador y militante.

Por Andrés Mac Lean (29/8/07)





Nació nuestro escritor y poeta el 18 de Julio de 1882 en la provincia de Entre Ríos y transcurrió su infancia en el seno de una rica familia patricia en Santa Fé, encumbrada al poder político bajo el régimen del general Julio A. Roca.

El tío, José Gálvez, impulsó un profundo cambio legislativo, en el espíritu de las concepciones liberales del 80, y creó la universidad de Santa Fé.

Su padre, fue senador provincial, ministro de Hacienda y dos veces diputado nacional por provincia de Santa Fé.

Manuel, a los 15 años de edad, se trasladó a Buenos Aires en mitad de sus estudios secundarios, los que completó en 1897, en la misma.

En 1898 ingresó en la Facultad de Derecho de la universidad de Buenos Aires y desde 1900 se desempeñó como ujier en la Cámara de Apelaciones de la Capital, trabajo que le permitió conocer Buenos Aires, barrio por barrio, y lo familiarizó con la vida y el lenguaje de los bajos fondos, influyendo en el despertar de inquietudes sociales que se reflejan en su obra. Fue entonces cuando tomó contacto con los cinco tomos de la “Historia de la Confederación Argentina”, de Adolfo Saldías y escribió el drama en un acto titulado “La Conjuración de Maza”.

Junto a Carlos Alberto Leumann, Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast), Emilio Becher, Emilio Ortiz Grognet, Juan Pablo Echagüe, Alberto Gerchunoff, Atilio Chiappori y otros, decidió crear la revista Ideas que apareció entre 1903 y 1905. Gálvez nos cuenta al respecto: “Yo era por entonces anarquista, aunque tolstoiano y el asunto de la mujer explotada, víctima de la sociedad, se prestaba maravillosamente para mis desahogos rebeldes”.

En Marzo de 1905 rindió sus últimos exámenes y logró el grado de doctor en derecho con una tesis sobre la trata de blancas. Gálvez nunca ejercería como abogado.

En 1906 y, por veinticinco años, se desempeñó como Inspector de Enseñanza Secundaria y normal, lo que le permitió viajar por las provincias del Norte y del Oeste.

En 1907 comenzó a publicarse la revista Nosotros dirigida por Alfredo Bianchi y Roberto Giusti, donde, durante el primer lustro de su existencia, Gálvez colaboró por única vez. La que se dejó de editar reapareciendo en 1912 e incluyendo a Gálvez en la comisión directiva de la revista, encargándose también de la sección de Bellas Artes. Llegaría a ser vicepresidente del directorio en 1914. Acerca de este momento el escritor nos relata que debido a sus continuos viajes por las distintas provincias, se pone “en contacto íntimo y profundo con el alma nacional, con los paisajes de mi tierra, las costumbres, las canciones, las danzas, las gentes, las formas de vida. Y por medio de ese cargo, me impregné de amor a lo nuestro y de auténtico nacionalismo”.

De ese contacto surge el libro de versos Sendero de humildad (1909) donde plasma el profundo mensaje de melancolía provinciana.

Viajó dos veces a Europa: por primera vez en 1905 y en Julio de 1910, después de casarse (Contrajo matrimonio en Abril de 1910 con Delfina Bunge. Y fruto de su amor fueron Delfina, Manuel y Gabriel).

Fruto de su estadía en España, es el libro titulado El Solar de la Raza. Libro que ha merecido el elogio de los personajes más prominentes de la literatura y de la política españolas y del rey Alfonso XIII. .Otras grandes figuras que trató en Madrid fueron: Franco Rodríguez, Emilia Pardo Bazán, Valle Inclán, Blasco Ibáñez, Ramón Pérez de Ayala, Antonio y Manuel Machado, Francisco Villaespesa y otros. No conoció a don Miguel de Unamuno, a quien idolatraba y tuvo gran influencia sobre su pensamiento, pero mantuvo correspondencia con él por años. En París, entabla amistad con Rubén Darío, a quien admiraba profundamente.

Gálvez publicó El Diario de Gabriel Quiroga y sus novelas más brillantes: La Maestra Normal y El Mal Metafísico.

En 1918 apareció Nacha Regules, novela en que el autor al ocuparse de la vida de las mujeres “descarriadas” dejó manifiestas sus inquietudes sociales ya anunciadas en su tesis universitaria. Al año siguiente recibió por su novela, el Primer Premio Municipal y comenzó a colaborar en el periódico La Unión.

En 1919 fundó la editorial PAX y al año siguiente la Biblioteca de Novelistas Americanos.

En una serie de artículos aparecidos en 1922 en la revista Atlántida particularmente en el titulado “Las razones de la democracia” argumentó a favor del voto popular y resaltó que solo el apoyo del pueblo legitimaba la permanencia de un gobierno en el poder, por entonces a cargo de Hipólito Yrigoyen.

Tiempo después se vinculó con el grupo nacionalista que fundó La Nueva República (por entonces antiliberal y antidemócrata, influenciado por Charles Maurras). Nuestro novelista nunca coincidió totalmente con esas ideas: a Gálvez más le importaba la solución de los problemas provocados por la injusticia social y la restauración de la jerarquía y el orden en la sociedad. Y aunque todavía elogiaba a la generación del 80, su pensamiento fue evolucionando al compás de la llegada al poder, efímera, de los grupos nacionalistas con el General Uriburu. Publicó Miércoles Santo.

En 1931 propuso fundar la Academia Argentina de Letras, a la que pronto renunció.

En 1932 obtuvo el Primer Premio Nacional de Literatura por su novela El General Quiroga.
En esos años fundó la cooperativa de escritores que editó alrededor de cien libros: el P.E.N. Club de Buenos Aires.

Del renombre internacional que por entonces adquirió la obra de Gálvez da cuenta un Decreto del Gobierno de Francia de 1930 por el cual se disponía que los aspirantes a ser alumnos de la Escuela Naval, debían conocer, para el examen de ingreso, veinte obras de literatura universal. En esa lista, junto a Racine, Balzac, Blacke, Thomas Mann, Somerset Maugham y otros escritores, aparecía Los Caminos de la Muerte.

La iniciación de Gálvez en el campo de la biografía se produjo con su Vida de Fray Mamerto Esquiú publicada en 1933.

Luego de la muerte de Hipólito Yrigoyen, nuestro escritor concibió la idea de escribir la biografía del caudillo radical.

Cotejando documentación y, sobre todo, realizando entrevistas a muchas personas que conocieron a Yrigoyen, entrevió la intimidad del personaje y lo retrató imparcial, siguiendo el estilo de André Maurois. De modo que nos dejó Vida de Hipólito Yrigoyen (el hombre del misterio).

En 1938 se fundó el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, del que Gálvez fue parte.

Mientas investigaba para redactar su novela El Gaucho de los Cerrillos, Gálvez comenzó a interesarse en la figura de Don Juan Manuel de Rosas; pero fue a partir de sus indagaciones sobre Yrigoyen que comenzó a documentarse seria y ampliamente sobre Rosas.

Fue así que nos cuenta: “Trabajé en el Rosas con encarnizado fervor, dominado por afán de justicia y de verdad y convencido de que faltaba una historia suya. La de Saldías Historia de la Confederación Argentina, comprende cinco volúmenes y no todo se refiere a Rosas. El libro de Carlos Ibarguren, aparecido catorce años antes que el mío, es excelente pero incompleto.”
Y pudo publicarlo a los dos años debido a que “trabajaba desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche. Para mí no hubo domingos ni días de fiesta. Y en los dos últimos meses llegué a trabajar diez y seis horas diarias.”

Fue tal la labor de nuestro biógrafo que revisó ciento treinta y cuatro legajos de la secretaría de Rosas y otros legajos del AGN. Investigó en el Archivo Nacional de Montevideo, el de la Universidad de la Plata y las bibliotecas Nacional, del museo Mitre y del Jockey Club. Finalmente, dio a conocer su Vida de Don Juan Manuel de Rosas en 1940.

No debemos olvidar estas palabras de Gálvez: “Entre todos mis libros, es el Rosas uno de los que más quiero, porque es uno de los que más me han hecho sufrir. Por él se me han cerrado muchas puertas. Por él fui insultado y amenazado. Pero no importa. El que sale en defensa de la verdad y la justicia no ignora que tendrá que sufrir.”

Enrolado plenamente en los contenidos ideológicos de la corriente revisionista, se dedicó de lleno a recrear escenas de nuestra historia que le cautivaron.


Gálvez nunca fue un historiador, sino un novelista y un ensayista; por tal razón, nunca escribió tratados históricos propiamente dichos. Para tratar los hechos históricos apeló a dos géneros: la novela histórica y la biografía.

Manuel Gálvez no fue político, de hecho, la única vez que se vinculó orgánicamente a un partido político, fue cuando, en 1918, entró por un período reducido en una agrupación de católicos, el partido Constitucional, organizado por Mons. De Andrea y dirigido por un diputado cordobés (Dr. Arturo Bas) uno de los congresistas católicos que impulsaban leyes de contenido social. Pero no duró mucho su vinculación. Entre otras cosas Gálvez nos cuenta que nunca participó en la política por una terrible sordera que fue agravándose año tras año y sus constantes dolores estomacales.
Con respecto al peronismo, movimiento que anticipó en su libro Este Pueblo Necesita…adhirió al comienzo de la revolución y un artículo suyo, en el que elogiaba al Coronel Perón, sirvió como prólogo para el libro Este Pueblo Quiere Saber de que se Trata. Gálvez nos cuenta sobre este momento: “Revolución del 43. Ni durante la guerra, ni antes ni después, jamás, fiel a mis principios, tomé parte en política. Nadie me habrá visto en manifestaciones callejeras, ni en los banquetes partidarios.” Sobre este momento es su libro El Uno y la Multitud.

Pero, con la destrucción del Jockey Club y la quema de las iglesias, nuestro escritor se alejó del peronismo y se lamentó en su libro Tránsito Guzmán. También recuerda estas atrocidades en La Gran Familia de los Laris.

Dicho esto vale la pena recordar lo que nos cuenta acerca de cierto nacionalismo militarista: ”Esta aspiración no es exactamente nacionalista, pues todo nacionalismo, a lo menos ideológicamente, aspira a ser un movimiento popular, de grandes masas, y no un movimiento de minorías, dirigido por militares, aunque estos militares tengan ideas y sentimientos nacionalistas.”

De esta manera podemos comprender que Manuel Gálvez no puede situarse junto al nacionalismo sin pueblo de Lugones, Irazusta y cía., ni tampoco como peronista debido a que juzgó los hechos comentados anteriormente como inaceptables para una nación independiente, soberana y justa. Debemos entenderlo como un intelectual que apoyó desde la historia y desde las novelas, principalmente, los procesos de transformación de nuestra Argentina durante toda su vida.

En 1951 nuestro novelista fue nominado al Premio Nobel de Literatura que no pudo obtener por ser católico y nacionalista.

Delfina Bunge murió el 30 de Marzo de 1952. Esto dejó una profunda huella en el espíritu de nuestro escritor. Contrajo matrimonio por segunda vez, el 29 de Noviembre de 1954 con María Elena Gaviola Salas.

Y en 1962, Manuel Gálvez se marchó de este mundo dejándonos más de sesenta libros y diversos artículos.



Andrés Mac Lean


Bibliografía:

Gálvez, Manuel: Amigos y Maestros de mi Juventud, Hachette, Buenos Aires, 1961.
Gálvez, Manuel: En el Mundo de los Seres Ficticios, Hachette, Buenos Aires, 1961.
Gálvez, Manuel: El Solar de la Raza, Poblet, Buenos Aires, 1943.
Gálvez, Manuel: Este pueblo necesita..., Librería de A. García Santos, Buenos Aires, 1934.
Revista Argentina, Año II, N°18, 1 de Julio de 1950.
Gálvez, Manuel: En el Mundo de los Seres Reales, Hachette, Buenos Aires, 1961.

1 comentario:

Laura Gomez dijo...

Bueno la verdad muy buena reseña, yo que no concia en profundidad la biografia de Galvez me resulto muy ilustrativa... lastima queno pude ir a la conferencia.
Saludos !!