Este homenaje póstumo, el primero que se le brinda a dicha personalidad en la historia, tuvo lugar en la bóveda del general Arturo Ossorio Arana, uno de los principales responsables del ilegal golpe de Estado contra Juan Perón en septiembre de 1955. El lugar no era erróneo: el revisionismo histórico, merced a su incesante búsqueda de la verdad, determinó hace pocos años atrás, que la fosa común donde fueron arrojados los restos de Cuitiño, después de aplicársele la pena capital en 1853, quedaba donde hoy yace el mausoleo de Ossorio Arana. Luego de saberse este dato, faltaba alguna conmemoración…que llegó por una iniciativa de Jóvenes Revisionistas.
Cerca de las 11:30 horas, comenzaron a acercarse pequeños grupos de personas que habían prometido ser parte de este hito histórico. Al momento de dar por iniciado el acto, ya se había ubicado un retrato de grandes dimensiones de Ciriaco Cuitiño que reposaba sobre una silla, en uno de cuyos costados pendía un cintillo federal punzó. El compañero y miembro de JR, Diego Mazzella, obró como presentador de la ceremonia, dando la bienvenida al público reunido y anunciando las instituciones y personalidades que se hallaban en el sitio.
Hubo integrantes del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, de Patricios de Vuelta de Obligado (PVO), y 2 descendientes directas del coronel Ciriaco Cuitiño: la señora Ana Rosa Astobiza (concejal del Partido de General San Martín, provincia de Buenos Aires) y su señora madre, doña María Elena Rivarola, cuya bisabuela había sido hermana de Cuitiño. Así bien lo acreditaban sendos documentos que la señora María Elena nos entregó una vez finalizada la ceremonia.
LA HORA DE LOS DISCURSOS
Como es costumbre, había llegado el momento de las palabras. El primero en hablar fue Gabriel O. Turone, presidente de Jóvenes Revisionistas; éste fue el discurso que pronunció ante los hombres y mujeres que lucían sus propias divisas rojo punzó:
“Camaradas, compañeros, señoras, señores:
En un acto que consideramos tardío pero justo, reivindicamos hoy, 29 de Diciembre de 2010, el 157° Aniversario del paso a la inmortalidad del CORONEL D. CIRIACO CUITIÑO, uno de los más entusiastas defensores, sino el mayor de ellos, de la Santa Federación de Juan Manuel de Rosas.
Es posible que desde el ingreso de su cadáver en este Cementerio de la Recoleta de forma clandestina, en diciembre de 1853, jamás se le haya tributado un homenaje a su memoria. Es posible que durante largas décadas se haya extraviado la verdadera morada de quien supo ser, durante la Federación, un funcionario limpio, honesto y convencido de los ideales que seguía. También es posible, por todo lo aquí expresado, que se haya calumniado, sin justificación documental o de archivos a la vista, su rol al frente de la Más Horca, la fuerza de choque de la Sociedad Popular Restauradora.
Como muchos Federales Netos que siguieron y sostuvieron ese gobierno ejemplar y patriota del Restaurador de las Leyes, Ciriaco Cuitiño actuó, cuando las circunstancias así lo impusieron, con el rigor y la justicia que se requerían para evitar la disgregación territorial de nuestra nación por hombres que perseguían intereses inconfesables.
Con ese fin, participó el coronel Cuitiño en numerosas campañas desde 1833 a 1852, a saber: Revolución de los Restauradores de Octubre de 1833; Campaña en Buenos Aires de 1840 y 1842 contra los salvajes unitarios; y Batalla de Caseros de 1852.
Un mito sensacional, que por desgracia ha recaído sobre la figura de Don Ciriaco Cuitiño, fue el que le cupo como máximo referente de la Más Horca, como también por los mentados “crímenes” que la misma habría cometido en los años 1840 y 1842, por los que la historiografía liberal triunfante lo condenó sin misericordia. Para limpiar la memoria de este funcionario que no tuvo riquezas, deberemos ver aquí esos supuestos “crímenes” de modo cuantitativo, para así verificar que Cuitiño no fue un asesino ni un verdugo desalmado como nos lo han querido mostrar desde su fusilamiento.
Pero hay también otros datos riquísimos que se han perdido de vista por la escritura parcializada de nuestra historia, en general, y de la biografía de Cuitiño, en particular. Se desconoce prácticamente que el CORONEL CIRIACO CUITIÑO fue el primer habitante del barrio de Boedo, en esta Capital Federal, o que fue alcalde en el primitivo poblado de Quilmes en la segunda década del siglo XIX, cuando era apenas un muchacho atento al cumplimiento de las leyes. Todo eso sin argumentar que también fue el primer comandante del Cuerpo de Vigilantes de a Caballo de la Policía Federal en su historia.
Ciriaco Cuitiño juró ser fiel al sistema federal que terminó abrupta e ilegalmente en los campos de Caseros el 3 de febrero de 1852, y a partir de entonces aceptó con resignación cristiana la venal reacción de los unitarios que diseñaron y dirigieron la política y la economía argentina hasta nuestros días.
Sin embargo, tras sublevarse con el general Hilario Lagos en los primeros meses de 1853, y luego de fracasado este intento para reinstaurar un régimen federal a mediados del mismo año, Ciriaco Cuitiño fue apresado por las autoridades del gobierno de la Provincia de Buenos Aires que ya entonces estaba bajo el mando de Pastor Obligado, antiguo consejero y secretario de Cuitiño.
En esos momentos, se perseguía y enjuiciaba a los antiguos funcionarios de Juan Manuel de Rosas, poniéndose énfasis en los dirigentes federales que habían sido parte de la Sociedad Popular Restauradora y de la Más Horca, entablándose una serie de juicios sumarísimos que terminó por condenar a sus principales figuras a la sentencia de muerte. Así vemos el final del CORONEL CUITIÑO, al tiempo que el expediente de su causa desapareció envuelto en misterios.
En las primeras horas del 29 de diciembre de 1853, tanto él como su segundo, Leandro Antonio Alen, fueron sacados de los calabozos con rumbo al paredón de la Iglesia de la Concepción, donde un nutrido pelotón esperaba para cumplir la pena capital. Fue entonces que Cuitiño salió con paso firme, y al enfrentar los calabozos del ex edecán de Rosas Antonino Reyes y de otros compañeros, les llamó por sus nombres y se despidió en alta voz. Hasta tuvo tiempo para señalar que había servido a una autoridad legal, y obedecido a un gobernador legítimo, y que lo que había hecho fue ordenado por Juan Manuel de Rosas, de manera que era inocente y moría como buen federal. El último deseo en vida del CORONEL CUITIÑO fue que le alcanzaran una aguja e hilo para coser su pantalón a la camisa, pues dijo que “Como después de fusilados nos van a colgar, no quiero que a un federal ni de muerto se le caigan los pantalones".
Gabriel O. Turone dirigiéndose al público que estuvo en el cementerio de La Recoleta, por los 157 años de la muerte de Ciriaco Cuitiño.
Ante un nuevo aniversario de su paso a la inmortalidad, es nuestro deseo que el Federal Neto Apostólico Ciriaco Cuitiño DESCANSE EN PAZ, y que su entrega en aras del bienestar de la Patria sea reconocido, por fin, por el conjunto del pueblo argentino para que sirva como ejemplo a la hora de empezar a restaurar valores que hoy parecen confundidos o borrosos, y que se resumen en el amor a Dios y la Patria.
A continuación, un antiguo colaborador de Jóvenes Revisionistas, el Dr. Sandro Olaza Pallero, quien además es bibliotecario del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, dirigió unas palabras que centraron su atención en aspectos jurídicos irregulares que cayeron sobre los federales mazorqueros entre 1853 y 1855, bienio en el que fueron condenados a muerte todos ellos a excepción de algunos que, desconociendo su pasado rosista, se vendieron a los usurpadores de turno tras la batalla de Caseros.
Olaza Pallero resaltó, en ese sentido, que esto último no ocurrió con Cuitiño y Alén, quienes murieron sin arrepentirse de su caracterización como Federales Netos, dejando tras de sí familias pobres que no recurrieron al Estado para pensiones o resarcimientos. El doctor Olaza Pallero expresó que “la esposa de Alén, madre del futuro creador de la UCR, Leandro Nicéforo Alem, crió a su hijo vendiendo pastelitos y cosiendo prendas de vestir”, lo cual nos habla de la honradez del hombre de confianza de Ciriaco Cuitiño. Sobre éste, remarcó que “al igual que con Rosas, a la familia de Cuitiño también le expropiaron todos sus bienes, quedando su esposa e hijos en la más absoluta miseria”.
Dijo, asimismo, que hay que revalorizar a “personalidades como Cuitiño y Alén, quienes fueron testimonios vivos de nuestras tradiciones más profundas”, y hasta tuvo tiempo para referirse a Leandro Nicéforo Alem, quien “quedó tan perturbado cuando presenció el fusilamiento de su padre que, años más tarde, intentó una vuelta a aquella patria gaucha y federal porque observó que el país había perdido su rumbo. Creó la Unión Cívica Radical, que fue la última reacción del siglo XIX para volver a un sistema federal en la política, fue la última montonera que se levantó”. Si bien “no triunfó ese proyecto, sí sentó las bases para otro proyecto afín que apareció en 1945”, señaló sobre el final Olaza Pallero.
Sandro Olaza Pallero pusó énfasis en las irregularidades de los procesos judiciales que les siguieron a los dirigentes de la Mazorca entre 1853 y 1855.
Finalmente, el historiador Osvaldo Pueyrredón Ituarte cerró la jornada evocativa de Cuitiño recitando un poema de su autoría que versaba sobre la Mazorca, cuya jefatura recayó en el coronel Ciriaco Cuitiño y cuya mentora había sido la señora Doña Encarnación Ezcurra y Arguibel, esposa del Restaurador de las Leyes.
Así se cerró este acto emotivo. La trastienda sirvió para escuchar algunos viejos relatos familiares de los Cuitiño que nos dispensó la señora María Elena Rivarola. Dijo estar muy emocionada por el homenaje a su antepasado ilustre, al tiempo que sostuvo que “en mi familia, él no era mencionado, permanecía oculto para nosotros”. Que, por tal motivo, “nunca se la habían hecho recordatorios a Ciriaco Cuitiño en la familia”.
En hora buena, pues, que la memoria del coronel Cuitiño haya sido exaltada en pleno siglo XXI. Y así iremos, los Jóvenes Revisionistas, rastreando otras moradas ocultas de otros héroes de la Santa Federación que todavía no recibieron el aplauso o la ovación póstuma y merecida.
Jóvenes Revisionistas
1 comentario:
No se dejen engañar muchachos, Osvaldo Ituarte es un orate que vive en la plaza frente al cementerio. Dice que es historiador. Mmm, no figura en Internet más que por algún comentario de algún blog, no se le conocen libros, ni trabajos. Es un mitómano y suele inventar historias. Consejo: No lo tomen como algo serio, si no, cualquier duda, consulten en la dirección de Recoleta.
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