12 de diciembre de 2010

BOLETIN "LA RECONQUISTA", AÑO 2, N° 14









JOVENES REVISIONISTAS










“LA RECONQUISTA” Año 2. N. 14







Lord Ponsonby y el derrocamiento del gobernador Manuel Dorrego





Entrada de las tropas de Juan Lavalle al fuerte de Buenos Aires (1828).

John William Ponsonby, cuarto conde de Bessborough, nació el 31 de agosto de 1781 y falleció en Dublin, el 16 de mayo de 1847. Fue vizconde de Duncannon de 1793 a 1844 e integró las filas del partido Whig. En 1834 fue secretario de Estado del Departamento –ministro del Interior- y más tarde teniente gobernador de Irlanda de 1846 hasta su muerte. Miembro de una prominente familia de Cumberland, fue el mayor de los hijos de Frederick Ponsonby, tercer conde de Bessborough y Lady Henrietta Frances.



Lord Ponsonby dirigió una carta interesante a Lord Aberdeen, fechada en Río de Janeiro el 22 de septiembre de 1828. Comienza diciendo que los diplomáticos argentinos y brasileros fueron transportados en un buque británico con destino a Buenos Aires el día 9, a efectos de ratificar la convención preliminar para dar fin a la guerra entre estos dos estados desde 1825. Ponsonby afirma que Dorrego puede ser derrocado si dudara en reafirmar la paz. El ministro inglés en Buenos Aires en sus informes al Foreign Office combatió al gobernador, pero actuó hábilmente para imponer a Buenos Aires una desastrosa paz con el Brasil y la independencia de la Banda Oriental, que convenía a los intereses británicos:



“Los generales Balcarce y Guido se han embarcado con destino a Buenos Aires el 9 del corriente, en la balandra Heron de S.M., y con ellos un oficial al servicio de S.M. el emperador, quien conduce plenos poderes para uno de los ministros de S.M. en Montevideo para ratificar la convención preliminar suscrita por los plenipotenciarios de la república del Río de la Plata y los de S.M.I. Los plenipotenciarios republicanos deseaban tener una nota escrita por mí, persuadiéndolos de la conveniencia de asentir a la evacuación por las tropas republicanas, de las Misiones, que ellos pudieran comunicar a su gobierno, si fuera necesario. Por consiguiente, les escribí una nota, cuya copia adjunto, suavizando el modo y los términos de una nota anterior, (ya comunicada a V.E. con el n° 5), que yo creo, decidió su consentimiento de evacuar el territorio en cuestión. Me es muy grato comunicar a V.E. que el general Guido me ha expresado su firme convicción de que el gobierno de Buenos aires ratificará, sin dilación, la convención preliminar; y, en respuesta a ciertas observaciones mías, sobre la posibilidad de que tropezara con dificultades para tan necesaria terminación de este asunto, el general me hizo la promesa formal de tomar todas las medidas para inducir a su gobierno a cumplir fielmente con su deber, diciéndome, además, que, antes de su partida de Buenos Aires, había adoptado algunas disposiciones en el sentido aludido, para asegurar el éxito. Al expresarse así, el general hablaba con toda sinceridad –tengo razones para suponerlo-, y creo que Dorrego puede ser arrojado del gobierno, y lo será, si hesitara en concluir la paz iniciada. No molestaré a V.E. con detalles sobre el particular; pero me aventuraré a manifestarle que mis medidas han sido concertadas para obtener por la presión, si fuera necesario, el fiel cumplimiento de lo que Dorrego se ha comprometido a hacer, como parte, para el perfeccionamiento de la ratificación final de la convención preliminar, aunque la sometiera a la asamblea de Santa Fe y fuese alterada o rechazada por aquel cuerpo”.



Todos los opositores al gobierno de Rivadavia, federales y unitarios, conocían la nota de despedida que le remitiera Lord Ponsonby a Dorrego, en julio de 1828, una vez embarcado en el “H.M.S. Thetis”, afirmaba que los lazos de dependencia económica sellados con Gran Bretaña ningún gobierno los rompería, y que podrían “interferir en la política de América, al menos tan lejos como sea necesario para la seguridad de los intereses europeos”.




Lord John William Ponsonby




Años después, el 27 de octubre de 1860, José María Roxas y Patrón en carta a Juan Manuel de Rosas le recordaba su actuación en los sucesos de la guerra con el Brasil y las posturas de Dorrego y Lord Ponsonby: “Dorrego mismo no quería la independencia de la Banda Oriental; porque según me decía, ese Estado no podría componer sino una linda estancia…En esta complicación inestricable de conflictos, procuré tener una entrevista con Lord Ponsonby, en casa de don Manuel García. De buenas a primeras le dije, Milord, la simpatía que se trasluce en V. a favor del Brasil en la reclamación injustificada de las presas hechas por nuestros corsarios, de buques cargados de armas que tienen gravada la corona y las híncales del nombre del emperador del Brasil; y además, los papeles que acreditan su destino: prueban que el objeto principal de Inglaterra en su mediación, es la independencia de la Banda Oriental para fraccionar las costas de la América del Sud. Era un hombre que aunque viejo tenía pólvora en el cerebro. Sí señor, me contestó con viveza. El gobierno inglés no ha traído a la familia real de Portugal para abandonarla. Y la Europa no consentirá jamás que solo dos Estados, el Brasil, y la República Argentina, sean dueños exclusivos de las costas orientales de la América del Sud, desde más allá del Ecuador, hasta el Cabo de Hornos. El señor Dorrego que era otro polvorín, y Lord Ponsonby estaban en desinteligencia por el negocio de las presas: y Mr. Parish y yo procurábamos calmarlos”.

Por Sandro Olaza Pallero





Fuentes:



HERRERA, Luis Alberto de, La misión Ponsonby. La diplomacia británica y la independencia del Uruguay, Eudeba, Buenos Aires, 1974, 2 tomos.



RAED, José, Rosas y el cónsul general inglés. Las condecoraciones, Editorial Devenir, Buenos Aires, 1965.



RAED, José, Cartas inéditas de Rosas Roxas y Patrón. I. 1852-1862 Monarquía republicana, Platero S.R.L., Buenos Aires, 1980.

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“El Himno de Obligado”

Cuando sonó el primer cañonazo enemigo, Mansilla bajó el brazo derecho y cerró de un golpe el catalejo. Todo estaba consumado. El crimen era un hecho. La cuarta guerra exterior del país comenzaba. El héroe alzó el brazo de nuevo, dio la señal convenida y el Himno Nacional Argentino estalló en la barranca. La primera bala francesa dio en el corazón de la patria.La segunda bala francesa cayó sobre el Himno. El canto nacía indeciso en el fondo de las trincheras excavadas entre los talas, trepaba resuelto por los merlones de tierra, se deslizaba ágil por las explanadas de las baterías, corría animoso por los claros de grama esmaltados de verbenas, se animaba con furia animal en el monte de espinillos, y ascendía estentóreo y salvaje, en el aire de oro de la mañana de estío. Allí, hecho viento, transformado en ráfaga heroica, ganaba la pampa, el mar, la selva, el desierto, la estepa y la cordillera y uniendo de un extremo al otro del país la voz de júbilo con la de protesta, la de la imprecación con la del entusiasmo cívico, creaba un clamor de alegría y borrasca, incomparable y único.La voz clara y sonora de Mansilla acaudillaba los ritmos heroicos. El eco pasaba de una garganta a la otra; partía de los pechos de acero que amurallaban la patria y se confundía y entrechocaba sobre los muros de las baterías. Las notas prorrumpían de los bronces y tambores majestuosamente, con corrección inigualable, como en un día de parada. La banda del Batallón 1º de Patricios de Buenos Aires, que ejecutaba el himno al frente del regimiento inmortal, solo encontraba extraño en esta formación de tropas que, en vez de ser un jefe, fuese la Muerte quien pasara revista. Lo demás era lo acostumbrado desde los tiempos de Saavedra y la trenza con cintas. La hueste asistía impecable a la inspección, en tanto la metralla francesa e inglesa llovía sobre las filas sonoras y abría claros en la música y el verso.Los huecos se cubrían con premura y renacía la estrofa, redoblada y heroica. Cada voz sustituta centuplicaba la fuerza del canto. La oda se había constituido en una marejada incontenible de estruendo y de furia.Toda la barranca ardía en delirio con las voces. Cantaban los artilleros, los infantes, los marineros, los jinetes, los jefes, los oficiales y los soldados, los veteranos de cien encuentros y los novicios que por primera vez, olían la sangre y la muerte. La misma tierra quería hendirse para cantar. Parecía pedir la voz de todos los pájaros para acompañar en el canto a quienes la amparaban hasta morir abrazados sobre ella, crucificados sobre su amor, dándole a beber generosamente de su propia sangre. Cantaban allí los camaradas de aquellos que custodiaba en su seno, y que murieron defendiendo su pureza criolla en los campos, sobre los ríos y las montañas, en los páramos frígidos y a la sombra de los montes de naranjos donde dormían cálidamente, bajo la lluvia votiva del azahar.

Los viejos patricios de Buenos Aires, los capitanes que cruzaron la cordillera con el Intendente de Cuyo y libertaron los países que se recuestan sobre un mar donde se pone el sol, los oficiales que habían combatido contra el Imperio del Brasil, destrozando a lanzazos los cuadros terribles de la infantería mercenaria austríaca, los marineros de camiseta rayada, cubiertos de cicatrices, que habían cañoneado y abordado naves temibles al mando del Almirante, en el río y en el mar, luchando en proporción de uno a veinte con la mecha o el sable en el puño, todos los que habían hecho la patria y no deseaban vida que no se dedicase a sostenerla, se hallaban allí y cantaban religiosamente, con la mirada arrasada y el corazón desbordante de ternura por los recuerdos, la canción que hablaba de cadenas rotas, de un país que se conturba por gritos de venganza, de guerra y furor, de fieras que quieren devorar pueblos limpios, de pechos decididos que oponen fuerte muro a tigres sedientos de sangre, de hijos que renovaban luchando el antiguo esplendor de la patria y de un consenso de la libertad que decía al pueblo argentino : ¡Salud! La canción era seguida por juramentos de morir con gloria y el deseo que fueran eternos los laureles conseguidos.Jamás resonó canción como aquella. Los que habían conseguido los laureles pedían frente a la muerte que fueran eternos, los que vivían coronados por la gloria adquirida luchando con el fusil, el sable o el cañón, a pie, a caballo o sobre el puente de una nave, en defensa de su Nación, juraban morir gloriosamente si la vida debía comprarse al precio del decoro y el valor.

Los proyectiles franceses e ingleses caían ahora sobre la protesta, el desafío o la muerte, el orgullo y la voluntad. La voz, engrosada y magnificada por el eco, había recorrido de una frontera a otra de la tierra invadida, y retornaba al lugar de su nacimiento para recobrar vigor y lanzarse esta vez hacia el frente, en procura de los agresores. Descendía presurosa por la barranca, corría sobre la playa de arena, alcazaba la orilla del río, volaba sobre el espejo del agua y se lanzaba al abordaje sobre los invasores, repitiendo un asalto sorpresivo y desenfrenado. Trepaba por las cuadernas de las quillas, se encaramaba por las bordas, hacía esfuerzos desesperados por amordazar los cañones de 80 milímetros, de 64, de 32, las cien bocas que vomitaban fuego sobre las baterías de menor alcance, lograba poner el pie en las cubiertas, brincaba a lo puentes donde se hallaban, condecorados y magníficos, Tréhouart, el capitán de la Real Marina Francesa y el Honorable Hothan, de la armada de Su Majestad, con uniformes de gala, cubiertos de entorchados, dirigiendo con el catalejo el bombardeo implacable e impune; ascendía por los obenques a las gavias y las cofas y giraba sobre las arboladuras lanzando un grito recio y retumbante. Luego descendía sobre el río y soplaba en el mar, y a través de las olas, cabalgando sobre el agua y la espuma, pisaba la tierra desde donde las naves habían partido y se retorcía en remolinos briosos y épicos en busca de oídos para requerir, demostrar, probar, retar y herir.La canción aludía a los derechos sagrados del hombre y el ciudadano, a los principios de igualdad política y social, al respeto por la propiedad ajena, a la soberanía de la Nación, a la obligación de cada ciudadano de respetar la ley, a la libre expresión de la voluntad popular, al respeto de las opiniones y creencias ajenas, a la abolición de los obstáculos que impiden la libertad y la igualdad de los derechos. La voz hablaba de la injusticia de la metralla, y ésta, tal como si hubiera interpretado la protesta del canto, hería ahora el seno de la voz, en acto obstinado, buscando rabiosamente el corazón de la canción.Los defensores eran ya los árbitros de la batalla. El enemigo había entendido la voz y comprendía que el triunfo pertenecía, por derecho propio, al atacado, cualquiera fuera el desenlace de la acción. Ya no significaba nada vencer en el encuentro y cobrar el botín de la conquista para conducirlo a la tierra donde estallarían aclamaciones y vítores junto a los arcos de triunfo. El adversario cantaba estoico frente a la muerte; cantaba vivamente, alegremente, enhiesto e impasible, sin responder al fuego, como queriendo demostrar que era más importante terminar con aquel canto, antes que defender la vida y resguardar la defensa del paso. Los cañones de 80 golpeaban el vacío, asesinaban la nada; las granadas explosivas no acallaban la música ni podían matar la poesía. La lucha era imposible: ¡Si al menos los defensores hubieran dejado de cantar!...Cuando la voz dejó de escucharse hasta en su último eco, Mansilla recogió de nuevo el catalejo, tomó la espada, y alzando el brazo nuevamente, dio orden de iniciar el fuego contra las naves. La barranca ardió en llamas y comenzó el cañoneo que se sostendría por espacio de ocho horas…Pero la hazaña principal estaba cumplida, con el Himno entonado frente al adversario y que escucharían después los siglos. La música de los cañones sólo componía el acompañamiento de este canto. El héroe había legado a la patria su tesoro más puro de heroísmo, de exaltación emocional y de pasión patriótica: el Himno ganaba de paso, igualmente, la batalla de la Vuelta de Obligado.


Por José Luis Muñoz Azpiri (h)


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Juan Felipe Ibarra: apoyo soberano en tiempos de la Guerra del Paraná



Cuando tuvo lugar la batalla de Vuelta de Obligado (20 de noviembre de 1845), en el mundo entero se barajaba una idea generalizada que quedaba demostrada en hechos bien concretos: los centros de poder mundial iniciaban una nueva etapa para colonizar a aquellos países que querían ser prósperos, libres y fuertes.

Como motores de esa etapa colonial, sobresalían los roles de Inglaterra, Francia y Estados Unidos. De los dos primeros países, sabido es que se coaligaron y atacaron violenta y ardorosamente a las fuerzas patriotas de la Confederación Argentina en aquel conflicto desgraciadamente olvidado: la Guerra del Paraná, que se inició en noviembre de 1845 y finalizó a principios de junio de 1846 tras la batalla de Angostura del Quebracho.

Unos años antes, y siempre dentro de esta coyuntura de avanzada imperial a nivel global, Inglaterra emprende la Primera Guerra del Opio contra China (1839-1842), donde los británicos forzaron a los orientales para que comercialicen dicha droga con las reglas económicas y de mercado por ellos impuestas. Ganar el mercado chino era sumamente importante, y lo lograron a cañonazos limpios como buenos “civilizados”.

A finales de 1844, tienen lugar en Estados Unidos las elecciones presidenciales que dieron como ganador al demócrata James Polk, cuyo nombre era sinónimo de expansionismo territorial. Tal es así, que en su plataforma política incluyó, como si nada, la anexión territorial como método a implementar una vez en el poder. Esto significaba entrar a una guerra segura, lo que ocurrió el 11 de mayo de 1845 cuando Estados Unidos se la declaró a México. Desde entonces, los actuales estados de Texas, California, Nevada, Utah, Colorado, Arizona, Nueva México y Oklahoma pasaron a ser parte del territorio estadounidense.

Entonces, si tenemos en cuenta que en unos pocos años el mundo vivió convulsionado y lleno de invasiones imperiales, lo que se avecinaba en las costas argentinas del río Paraná no era broma. Toda la Confederación Argentina, dirigida por don Juan Manuel de Rosas, comprendió que en Obligado, Angostura del Quebracho, Paso del Tonelero, San Lorenzo y Acevedo se jugaba su destino como nación. O el despedazamiento y la ocupación se quedaban para siempre, o los hijos más lúcidos y guerreros de la patria salían al ruedo a parar las embestidas de los países más poderosos del planeta Tierra. Prevaleció esta última opción, gracias a Dios, sea poniendo tropas, recursos materiales o adhiriendo con proclamas y notas, como hizo el gobernador de Santiago del Estero, brigadier general Juan Felipe Ibarra.


El santiagueño Ibarra contra la agresión anglo-francesa

Algunos revisionistas dan a entender que, el de Juan Felipe Ibarra, fue un gobierno que se limitó a resolver y a inmiscuirse en temas solamente concernientes a la provincia de Santiago del Estero; que el suyo fue un gobierno relativamente “tranquilo” y que el caudillo federal murió pacíficamente en 1851.

Sin embargo, la actitud que Ibarra tomó antes de que se desencadenaran los hechos de guerra de Obligado, dista mucho de tan liviana apreciación. La provincia de Santiago del Estero, si bien en la geografía parecía estar aislada y desentendida de los problemas que sucedían en el resto del país, se conmovió por el clima bélico que se respiraba unos meses antes del 20 de noviembre de 1845. Por eso, en carta al Restaurador de las Leyes del día 27 de septiembre de 1845, escribió:

“La escandalosa intervención que se han arrogado los Agentes Anglo-Franceses en la cuestión que se ventila por los Gobiernos de la Confederación Argentina y de la República Oriental del Uruguay, contra un grupo de anarquistas que audazmente atentó contra la independencia del primero y la legalidad del segundo, apoyados por brazos extranjeros, es un hecho que ha escandalizado al mundo; que ha conculcado los principios establecidos por el derecho común de las naciones; que ha empañado el lustre de los gobiernos cuyo nombre se invoca, y que en fin, ha excitado toda la susceptibilidad del pueblo Argentino, celoso defensor de su independencia y de todos los amigos de la Libertad Americana”.

Y en otro párrafo, Ibarra expresaba a Rosas que “la Provincia de Santiago del Estero, que juró morir y vivir independiente, hoy a vista de aquel hecho escandaloso ha reproducido sus juramentos; y su gobierno, fiel órgano del sentimiento popular que preside, se dirige a S. E. el Señor Gobernador de Buenos Aires, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina y Jefe Supremo de los Ejércitos de la República, para manifestarle con la más decidida expresión que espera las órdenes de V. E. para marchar con todos sus recursos al campo del honor y tomar parte con los demás pueblos Confederados, en la defensa de los augustos fueros de la nacionalidad argentina”. Como puede apreciarse, en esta parte de la carta Ibarra le ofrece a Juan Manuel de Rosas hasta milicias de su provincia para defender la soberanía nacional, ante la inminencia de un ataque anglo-francés.

Para el caudillo santiagueño, dejar actuar a los ingleses y franceses en nuestras tierras equivalía a “merecer la ignominia del esclavo”, pero eso no habría de ocurrir en la patria federal y mucho menos con los paisanos de Santiago del Estero, quienes blandían incólumes principios soberanos.


La proclama de Ibarra

El 12 de diciembre de 1845, apenas unas semanas luego de llevada a cabo la batalla de Vuelta de Obligado, Juan Felipe Ibarra lanza una vibrante proclama, llena de profundos conceptos patrióticos y americanistas. Vale la pena transcribirla de forma completa:

“Dos potencias Europeas que bajo el disfraz de la amistad habían ocultado el nefando designio de señorearse sobre nuestro suelo, pretextan sin pudor una alianza ignominiosa con los salvajes unitarios, para desplegar contra nosotros sus execrables planes de conquista. El precio de nuestra independencia nacional es la sangre de millares de víctimas que desde el campo del honor, adonde reposan sus cenizas, nos recuerdan nuestros deberes y nuestros juramentos. ¿Habrá Argentino que oiga indiferente esos ecos sagrados?

“Para recuperar los derechos de la naturaleza rompisteis los vínculos que os ligaban al tirano de la España, y mirando en menos las fuertes simpatías que nos unían a los que profesaban nuestro idioma y nuestra religión, todo lo sacrificasteis, hasta las más íntimas relaciones de sangre por ser independientes. ¿Cuál es entonces hoy vuestro deber, cuál será vuestro denuedo y vuestra decisión cuando os amaga una esclavitud mil veces más ignominiosa como que tiene por único título la fuerza, por único objeto la dominación, por único fin apoderarse de las riquezas con que el Dios del Universo ha favorecido a los hijos de la joven América?

“He ceñido ya la espada que empuñó mi brazo en la guerra gloriosa de la Independencia. A vuestro frente marcharé, adonde quiera que nos llame la voz del Ínclito Argentino que preside los negocios nacionales de la Confederación. ¡Estad prontos santiagueños! Independencia y Federación es vuestra divisa…”.

Esta muestra de apoyo a la soberanía nacional, mereció el elogio por parte de “La Gaceta Mercantil” de Buenos Aires, el 13 de enero de 1846, pues se refiere el matutino a una “Proclama patriótica y enérgica que ha dirigido el Exmo. Sr. Gobernador y Capitán General de la Provincia de Santiago, Ilustre Brigadier Don Felipe Ibarra a los valientes santiagueños con motivo de la escandalosa intervención Anglo-Francesa contra las Repúblicas del Plata”. También se menciona que el caudillo provincial “se ha puesto al frente de las fuerzas de esa benemérita Provincia, decidido a sostener el honor e independencia nacional y el pacto federal de la República”.

En un intercambio epistolar, y con fecha 4 de marzo de 1846, Juan Manuel de Rosas le escribe a Ibarra que “admite complacido la importante cooperación que V. E. le ofrece y tiene la satisfacción de contar con ella para sostener y cumplir dignamente, el santo juramento de la independencia y honor nacional y la fidelidad a los principios americanos, tan cruelmente atacados por la tiranía y sangrienta intervención Británica y Francesa”. Aquí también se nota el sentido americanista del Restaurador de las Leyes, pues reconoce que es la paz y la soberanía lo que buscan todos los países del continente, y que al ser atacado uno de ellos, las demás naciones se sienten contrariadas. Recuérdese, además, que la Guerra del Paraná, para el 4 de marzo de 1846, todavía estaba en pleno desarrollo. Deberán transcurrir exactamente 3 meses más para su finalización, por lo tanto, durante el desarrollo de dicho conflicto Ibarra estuvo siempre dispuesto a poner tropas de Santiago del Estero para la defensa de la patria. Todo un ejemplo para aferrarse a la idea de que la Guerra del Paraná, y en especial la batalla de Vuelta de Obligado, fue, sin lugar a dudas, una guerra de toda la patria que luchaba por su supervivencia.



Por Gabriel O. Turone

Fuentes:

Alen Lascano, Luis C. “Juan Felipe Ibarra y el Federalismo del Norte”, Editorial Peña Lillo, Julio de 1968.
Fontana, Esteban. “La Anexión de Texas”, Revista Todo es Historia, N° 28, Suplemento 17, Agosto 1969.
Röttjer, Aníbal Atilio. “Rosas. Prócer Argentino”, Ediciones Theoría, Buenos Aires, Septiembre de 1972.



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Seineldín: Soldado de Dios y de la Patria




El día 2 de septiembre próximo pasado nos dejó el Coronel Mohamed Alí Seineldín, última expresión de unas FF.AA. de carácter nacional.

“Milo” como me autorizó a llamarlo, fue una excelente persona pero además un brillante oficial del Ejército Argentino.

Durante su carrera realizó el curso de paracaidistas, convirtiéndose luego en 1968 en Jefe de la especialidad. Fue comando y Jefe de cursos de las fuerzas especiales en 1975. Participó de la lucha contra la subversión en el Monte Tucumano. Ese mismo año, realizó junto a un grupo de oficiales un pronunciamiento oponiéndose a todo intento de ruptura del orden constitucional. Producido el Golpe de Estado contra el gobierno legal de Isabel Perón, el por entonces Mayor Seineldín manifestó su posición contraria al “Proceso” por lo que a partir de ese momento fue considerado como “persona no confiable” y amenazado con ser arrestado o dado de baja. Fue profesor de Estrategia de la Escuela Superior de Guerra. En 1978 organizó la Unidad Especial Halcón para cuidar la seguridad de ataques terroristas en el Mundial de Fútbol. En 1981 se lo designó Jefe del Regimiento 25 de Infantería en Chubut. Héroe de Malvinas, participó de la Operación del Rosario, con la que se recuperaron las islas. Una vez allí estuvo al mando de la defensa de la pista de aterrizaje, lugar estratégico y vital para mantener las comunicaciones con el Continente. Dicha posición continuó operable hasta el final de la guerra. Condecorado por su gran actuación en la Gesta del Atlántico Sur, en 1985 fue ascendido a Coronel y destinado como Agregado y Asesor Militar en Panamá. Finalmente, ya de vuelta en el país, y al ver el estado de disolución al que iban conducidas las FF.AA., el avance del proyecto mundialista, la cultura gramsciana y la campaña de desmalvinización, se puso al frente de los pronunciamientos militares de 1988 (Virgen del Valle), y del 3 de diciembre de 1990. Por este último hecho fue condenado a muerte por Carlos Menem, situación de la que fue salvado por las activas gestiones del ex presidente Arturo Frondizi. Juzgado entonces, fue condenado a cadena perpetua, purgando 13 años de prisión en la Cárcel Común de Caseros y en el Penal Militar de Magadalena, padeciendo afrentas como la denegación de autorización para estar junto a su hijo Mariano cuando éste falleció. Tarde recibió el indulto del presidente Eduardo Duhalde en el 2003, que le devolvió la libertad junto al terrorista que comandó el ataque al cuartel de La Tablada, Enrique Gorriarán Merlo.

He aquí una somera síntesis de la carrera militar de nuestro Coronel.

La prensa cipayo, y la mentira de la historia oficial no se privaron de injuriarlo durante su vida, situación que él soportó con el estoicismo que lo caracterizaba.

Sin embargo, ni siquiera ante el respeto que deben generar los muertos, se detuvo la prensa canalla y los pseudo-historiadores del régimen.

No les bastó con intentar destruir su fama de guerrero y defensor de la Patria cuando Seineldín estaba con vida. Tampoco bastaron los años de encarcelamiento. Era necesario comenzar a mancillar su memoria. Había que enterrar su ejemplo y su legado.

De esta manera se dijo del ilustre fallecido: Que fue un procesista y que violó los derechos humanos. Puntualmente lo acusaban del secuestro y desaparición de Alfredo Giorgi, científico que trabajaba en el INTI y pertenecía a Montoneros. Se dijo también que atentó contra la democracia y que sus pronunciamientos fueron intentos de golpe de estado…si hasta en una inocente presentación de un libro de mi autoría sobre su subordinado –Roberto Estévez- el diario La Nación lo acusó de hacer comentarios racistas –dichos que como quedó demostrado, jamás existieron-.

En este artículo destruiremos una tras otra todas estas patrañas.

En primer lugar, comentaremos la más pesada de ellas.

Ya hemos dicho que Seineldín jamás fue “procesista”, todo lo contrario, pertenecía a la línea nacional del Ejército y se opuso tenazmente al Golpe del 76 que trajo consigo al Proceso; mientras algunos falsos demócratas aplaudían a Videla o decían de él “que era un General democrático”. Pero iremos al fondo de la cuestión. Hemos revisado las listas de militares acusados de violaciones a los DD.HH., de fuentes insospechables de “pro militarismo”, como ser:
www.desaparecidos.org/GrupoF/su.html (“Informe de la CONADEP”, Informe de la Asociación de Abogados de la Provincia de Tucumán, Informe de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la provincia de Chaco (1984), Publicaciones de las organizaciones de derechos humanos como “692 culpables del Terrorismo de Estado” y “Culpables para la sociedad – Impunes por la ley”); y en ninguna de ellas figura el Coronel como represor o torturador. Pero no figurar en ninguna lista de militares acusados de violar los DD.HH. no fue obstáculo para que el diario La Nación le imputara la desaparición de Alfredo Giorgi, científico que trabajaba en el INTI, y que pertenecía a la Organización Montoneros. Pero pareciera que el diario citado desconoce las siguientes pruebas que eximen a Seineldín de esta vergonzosa acusación:

El 23 de agosto de 2005 la Agencia ANCLA publicó la noticia de la detención del Gendarme (R) Eugenio Pereyra Apestegui, quien ofició de jefe del campo de detención ilegal “El Olimpo”, acusándolo de la detención y desaparición de Alfredo Giorgi en 1978. Por otra parte, también se conoció la sentencia del 19 de noviembre de 2003 que en su parte fundamental decía:


AUTOS Y VISTOS:

Para resolver en esta causa n° 14216/03 del registro de la Secretaría n° 6 del Tribunal y en relación a JULIO HÉCTOR SIMÓN, alias “el Turco Julián, argentino, nacido el 12/08/1940, DNI n° 5.482.792, CI n° 4.985.217 (…)

133. Alfredo Antonio Giorgi:

Conforme la imputación fiscal de fs. 1195, el nombrado fue detenido el 25 de noviembre de 1978, siendo trasladado al centro clandestino de detención Olimpo, sometido a tormentos, hallándose desaparecido.

Su caso fue desarrollado bajo el n° 348 en la sentencia dictada en la causa 13/83 en la que se dio por acreditada la ilegal privación de la libertad del nombrado.

Mario César Villani atestiguó la detención de la víctima en este centro, en tanto Susana Leonor Caride confirmó ello aseverando que el Turco Julián interrogó y torturó a Giorgi (cfr. actas mecanografiadas, Legajos 119 y 359) (…)

RESUELVO:

I) DECRETAR EL AUTO DE PROCESAMIENTO, con PRISION PREVENTIVA, de JULIO HÉCTOR SIMÓN, de las restantes condiciones personales consignadas en autos, por considerarlo prima facie y por semiplena prueba, autor responsable en la comisión de los delitos de privación ilegal de la libertad agravada por la calidad del autor y la duración en que se ejecutó tal privación (art. 142 incs. 1° y 5° del Código Penal), en forma reiterada, hechos que damnificaran a (…) Alfredo Antonio Giorgi (…) en concurso real con el agravante del art. 144 ter del código de fondo, ante la aplicación de tormentos, tanto físicos como psíquicos (incs. 1° y 3°), en forma reiterada (…) mandando trabar EMBARGO sobre sus bienes suficientes a cubrir la suma de PESOS DIEZ MILLONES ($ 10.000.000), diligencia que llevará a cabo el Sr. Secretario del Tribunal como Oficial de Justicia ad hoc (arts. 55, 144 bis, 142 incs. 1° y 5°; 14 ter del Código Penal; 306, 312, 511 y ccdtes. Del Código Procesal Penal).

Pasando en limpio, el secuestro, tortura y desaparición del Sr. Alfredo Antonio Giorgi fue imputado por la justicia a los Sres. “Turco Julián” y al Gendarme (R) Eugenio Pereyra Apestegui, por lo cual el Coronel Seineldín quedó totalmente eximido de cualquier acusación al respecto. Pero si lo dicho no bastara, adjuntamos un “memo secreto” de la Embajada de EE.UU. recientemente desclasificado, en donde puede leerse que Giorgi fue visto con vida en “El Olimpo” en diciembre de 1978, época en la que el Coronel se encontraba desempeñando funciones en Mendoza.


MEMORANDUM OF CONVERSATION
DATE: December 28, 1978
SUBJECT
PARTICIPANTS:

Disappearence of Alfredo Antonio Giorgi
(681/78/12)

Mr. Osvaldo Giorgi, Parent of Desaparecido
Mr. F. Allen Harris, Political Officer,
American Embassy, Buenos Aires

ARA* INR/OIL/NFAC/
- Mr. Lister
POL/R USICA

I called Mr. Osvaldo Giorgi into the Embassy to inform him
Confidentially that his son, Alfredo, had been seen at a
Clandestine detention facility in Buenos Aires in mid-
December. *

Mr. Giorgi stated that he had received this same information
from the wife of Mignone’s source. This person had been
kidnapped, interrogated and released in early December, 1978
(See Harris-Mignone memcon of 12/26/78).

According to Mr. Giorgi, the source had been a friend of his
son in high school and later went on to study medicine.
His son, Alfredo, pursued a career in chemistry at the
Faculty of the Exact Sciences. The two had remained casual
Acquaintances over the years.

Source told his wife that he had an opportunity to talk with
Alfredo Giorgi briefly in the showers at the detention

POL:FAHarris: sz
Drafting Office and Officer
Ã, ussn
ARGENTINA PROJECT (S200000044)
US. DEFT. OF STATE, A/RPS/1PS
Margaret P. Grafeld, Director
(IH&ease C ) Exdse ( ) Deny

Una vez zanjada la cuestión de DD.HH., nos dedicaremos a aclarar el tan remanido argumento que acusaba a Seineldín de haber intentado un golpe de estado.

En lo que hace a este tema, lo primero que hay que destacar es que jamás se acusó al ex Coronel de querer efectuar un golpe de estado al producirse el levantamiento de Villa Martelli durante el gobierno del Dr. Alfonsín. Por lo tanto habrá que remitirse solamente al alzamiento del 3 de diciembre de 1990, en la presidencia del Dr. Menem. Por aquellos sucesos se juzgó a Seineldín y los otros cabecillas del alzamiento, el 15 de abril de 1991 en la Cámara Federal.

En el juicio declararon conspicuos menemistas, y demás testigos que aseguraron que en su opinión los hechos del 3 de diciembre no se trataron de un golpe militar. Entre ellos podemos citar a Alberto Kohan quien sostuvo “que de las reuniones con él mantenidas no puede desprenderse que atacaran el orden constitucional (…)”. El Doctor Raúl Granillo Ocampo dijo “No se adoptaron medidas extraordinarias de seguridad ni en la Casa de Gobierno ni en ningún otro organismo público. Nadie tomó seriamente que se pudiese atacar la Casa de Gobierno (…)”. El por entonces miembro de la SIDE y luego subsecretario del Interior, Doctor Gerardo Conte Grand declaró que su opinión era a título personal, entendiendo “que no fue una tentativa inmediata de golpe de Estado, pues no hubo empleo de otras FF.AA., no hubo proclama revolucionaria, ni tampoco la propalación de ideas revolucionarias (…)”; y el General (leal) D. Dante Caridi respondió que “el Coronel (Seineldín) tiene una formación de nacionalismo extremo, unido a concepciones fuertemente religiosas. No me consta que eso lo llevara al punto de atentar contra el orden democrático”.

Además, y como para dar una prueba más contundente aún, reproducimos fragmentos de fojas de la sentencia de la Cámara al momento de dictar el fallo. Así, a fojas 2838 vta. podía leerse “(El levantamiento) Fue promovido, gestado y ejecutado como un solo alzamiento bajo un único comando y con personal concertado para ejecutarlo reunido el mismo día y a la misma hora, mediante acciones coordinadas dirigidas al reemplazo del Jefe del Estado Mayor General del Ejército y a las autoridades inmediatas (…) Para subrayar en la foja 2842 vta. “no ha quedado acreditado así, que se pretendiese un Golpe de Estado, mediante el derrocamiento de alguno de los poderes públicos del gobierno nacional, ni mucho menos que se obrara con el fin de cambiar de modo permanente el sistema democrático de gobierno, extremos que no encuentran sustento alguno en las constancias fácticas de este juicio”.

Hasta aquí la verdad de los hechos. Con la fuerza irrefutable de los documentos. Esperamos hacerle justicia al Coronel del pueblo y que por fin, encuentre su justo descanso.


Por Federico Gastón Addisi


Fuentes:

ABETE, Hugo Reinaldo. ¿Por qué rebelde?, Bs. As., Librería Huemul, 1997, pp. 342, 343.
CHINDEMI, Norberto. Seineldín. La Verdad, Bs. As., Editorial Los Nacionales, 1999, pp. 121, 122.


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Poesía en clave Nacional.

“Anhelo de la Patria vieja”.



Recuerdo hoy la Patria vieja
que somos cuatro banderas, Hacemos caso al imperio
permitiéndome invocar considerando extranjero
a la estrella federal al que cruzó la frontera
que es el blasón de este suelo. para poder trabajar.
En la sangre soy indiano Al hermano hay que ayudar.
y en espíritu cristiano, ¡No hay lugar pa’ chauvinismo!
como usted, amigo mío, Bien lo sabe el fronterizo
no me lo puede negar; que no somos tan distintos
en los cuatro lados hay como nos quieren mostrar;
los mismos criollos e indios. es la misma identidad
la de estos pueblos hermanos.
Corrió sangre rioplatense
por obra de tantos cipayos Si ese ancho río reúne
que ya es hora, mis hermanos, las aguas de los cuatro estados,
de a las fuentes retornar. y sin hacerlas a un lado
Es para eso el versear fluyen juntas hasta el mar,
de este porteño gaucho. ¿por qué no lo puedo tomar
En los planes del imperio como ejemplo pa’ juntarnos,
estuvo el desmembramiento, compartiendo la pelea,
el “divide y reinarás”. los aciertos, las miserias,
Pa’volvernos a juntar pa’l mismos destino afrontar?
piense usted si ya no hay tiempo. Mas dejando de llevar
la chapa infame de mercado.
Las apariencias engañan
y se funden en la ignorancia. Orientales , paraguayos,
Lo que separan los años bolivianos y argentinos,
no ha de creerse esencial. salimos del mismo nido,
Ser no es igual que estar, y es deber volver a estar
y los pueblos no son culpables. bajo un cielo federal
Hay históricos contrastes en unión definitiva.
en las conquistas sociales. Era el sueño de Bolívar,
Pa’ hablar, primero pensar San Martín, Belgrano, Artigas,
cuánto se pudo aguantar cuando dieron libertad,
la guerra “patria o colonia”. para siempre procurar
la unidad del virreinato.


Por Matías Falagán


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La Hispanidad

La Hispanidad es un concepto acuñado durante la primera mitad del siglo XX que manifiesta el ideal español hecho conciencia, originado como sucesión del helenismo y la romanizad y de esta última en el Imperio romano-germánico cristianizada, siendo la interacción con los pueblos descubiertos y posteriormente culturizados por españoles el factor superador de los ideales hechos conciencia argumentados como precedentes. Refiérese a ella como un “espíritu permanente con fuerza y energía creadora y fecundante, capaz de corporeizarse, de hacerse visible y operar a través de esquemas distintos”.

Posee dos vertientes bien diferenciables en la práctica debido a la corriente filosófica cristiana que adoptará: la primera se puede denominar como supremacista religiosa, con fuertes influencias mosaicas del Antiguo Testamento, cree en un dios terrible que preferencia a un pueblo elegido y castiga a los pueblos infieles; la segunda se basa en la contemplativa filosofía tomista, que rechaza la imposición por un lado, y tolera la diferencia de creencias y voluntades fundamentalmente, como es claramente el caso del noble español del siglo XI Rodrigo Díaz de Vivar cuya vida y obra se hallan narradas en el bien conocido Poema de Mío Cid. Ambas posturas se encontrarán a veces discordantes y otras veces combinadas durante la etapa imperialista de España.

Con el advenimiento de la dinastía borbónica en España mediante la coronación de Felipe V se produjo la infiltración paulatina del iluminismo-racionalismo francés, en boga en aquel tiempo, entre los integrantes de las instituciones independientes de una monarquía que venía perdiendo hegemonía y hace colisión con la Revolución Francesa. Ya no mira España a sus dominios de ultramar desde la óptica católica, sino desde la liberal-masónica, y entonces se da lugar a que ciertos españoles americanos, al divisar el menosprecio y la reducción de derechos políticos que sufrían, pero sobre todo a la invasión napoleónica y el cautiverio de Fernando VII, sin dejar éste un Regente ni autoridad alguna, empiecen a pensar en la emancipación, más no en independencia; por otra parte los mercaderes que ven un claro para comerciar libremente con o sin influencias iluministas, y por último a que comenzaran los cuestionamientos de los buenos súbditos sobre las “malas autoridades” en pos de las “buenas autoridades” españolas. Aunque se las presente indiscriminadas por la historiografía oficial –liberal-, los fines de las revoluciones americanas desde la de Túpac Amaru fueron bien diferentes según los ideales de sus promotores.

Es destacable un hecho de nuestra historia que demuestra las contradicciones recientemente mencionadas: Las invasiones inglesas de 1806 y 1807 a Buenos Aires encontraron, por ejemplo, a un Mariano Moreno que deserta de la resistencia y facilita la huida de Beresford –comandante de la primera expedición-, un Cornelio Saavedra que después de que Whitelocke –comandante de la segunda expedición- anunciara a los terratenientes la confiscación de todos sus bienes tomaría partido por la resistencia, y un Manuel Belgrano que materializa el ideal hispánico –que fue el que tuvo el pueblo al enfrentar al invasor viendo amenazada su cultura, sus costumbres, su tradición y religión- exclamando “servir al antiguo amo o a ninguno”, dan cuenta de que en los albores de nuestra nacionalidad ya estaba implantada esta idea de liberalismo versus hispanidad, de iluminismo versus catolicidad. El mismo Belgrano será quien en carta a Fernando VII le comunique los deseos del pueblo de que sea su monarca, pero sin ingerencias de españoles peninsulares; la prepotencia borbónica y las maquinaciones liberales de ciertos americanos lo impedirán y se cortarán irreversiblemente los vínculos políticos con España. No es menor el dato de que un cacique tehuelche se presentara ante el virrey Sobremonte para ofrecer voluntariamente veinte mil de sus hombres para enfrentar a los ingleses, ya que las áreas de influencia de las intendencias del virreinato estaban ciertamente casi totalmente reducidas a los poblados, si se tiene en cuenta la vigente visión indigenista de que todos los españoles maltrataron a todos los indios siempre, y cuando entonces a dicho el cacique poco le debería haber importado cuáles europeos ocupasen el territorio que supuestamente les habían arrebatado.

Otro dato soslayado de la Hispanidad tolerante que permitió la fusión positiva con las culturas indígenas de América, es por ejemplo aquella que en otrora territorio rioplatense –ahora perteneciente a la actual Bolivia- cuando Juan José Castelli fue a celebrar el primer aniversario de la Revolución de Mayo a la antigua Tiahuanaco –en donde residían mayoritariamente aimaraes-, mientras explicaba los derechos del ciudadano le gritaban “¡aguardiente, tata!”, evidenciando que el pueblo rechazaba manualcitos importados que nada tenían que ver con su idiosincrasia, mucho menos con la de los pueblos conservadores del Alto Perú.

Por su incomprensión de origen iluminista los liberales –los mismos que despreciaban a la “irracional” España- sentenciaron al indio a desaparecer por medios mucho más terribles que los imputados en “la leyenda negra” a las autoridades españolas. Así fue cómo aparecieron muchos “doctorcitos” liberales en la Buenos Aires de Bernardino Rivadavia, Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y Julio Roca, quienes sostenían tales aberraciones, y cómo brotaron de la conciencia de la tierra –que también es hispanista- los calumniados o silenciados Juan Manuel de Rosas, Rufino Solano, Francisco Pascasio Moreno y el salesiano José Fagnano, italiano de nacimiento, pero hispanoamericano en su obra. Lamentablemente, triunfaron los exterministas; pero no sea cosa que de ese “abono a la tierra” surjan legiones de buenos americanos después de que pasen la seca, la helada y la peste.


Por Matías Falagán

Fuentes:

“La judaización del Cristianismo” – Federico Rivanera Carlés.
“Así se hizo América” – Vicente Sierra.
“Historia Argentina”, tomos I y II – José María Rosa.
“Mística y política de la Hispanidad” – Blas PIñar.



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Inauguración del Archivo de Audio y Video “Don Roberto Rimoldi Fraga”




En las instalaciones del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas”, la organización Jóvenes Revisionistas dio un importante paso en la batalla por el nacionalismo cultural al inaugurar, este miércoles 16 de diciembre de 2009, el Archivo de Audio y Video “Don Roberto Rimoldi Fraga”.Con la presencia del compositor y cantante folklórico federal Roberto Rimoldi Fraga, además de las autoridades del nombrado instituto, se procedió a estrenar el importante Archivo de Audio y Video como un beneficio más para los asociados del Instituto Nacional “Juan Manuel de Rosas” y para todos aquellos militantes del nacionalismo argentino que se interesen en las voces que, desde lo musical y lo fílmico, han dado sostenimiento y trascendencia a los verdaderos patriotas de nuestra nacionalidad.Particular mención merece el esfuerzo desinteresado del señor Matías Falagán, integrante de Jóvenes Revisionistas, quien durante todos estos meses ha preparado con notable dedicación la selección y el armado de los más de 150 títulos de audio y video que conforman la videoteca nacionalista.La inauguración, que contó con una nutrida cantidad de público, empezó con una conferencia de prensa en la que hicieron uso de la palabra Matías Falagán –elegido por sus compañeros como presidente del Archivo de Audio y Video-, el Dr. Alberto Gelly Cantilo –presidente del Instituto Nacional “Juan Manuel de Rosas”- y, finalmente, el querido don Roberto Rimoldi Fraga. Presentaba a los disertantes el presidente de Jóvenes Revisionistas, señor Federico Addisi.El joven Falagán expresó que con esta novedosa videoteca se estaba “privilegiando la historia argentina en contraposición con la historiografía cipaya, falsaria”. Asimismo, señaló que “mis compañeros me distinguieron unánimemente como el primer Presidente del Archivo de Audio y Video”, distinción que agradeció con gratitud. A continuación, dijo unas breves pero sustanciosas palabras el doctor Gelly Cantilo, en las que agradeció el esfuerzo de los Jóvenes Revisionistas por aportar, con formas novedosas, la difusión del nacionalismo argentino a las multitudes aún confundidas del país. Y elogió la presencia del folklorista Rimoldi Fraga, de quien se supo admirador en sus años de juventud.

Luego fue el turno del propio Roberto Rimoldi Fraga. Comenzó señalando que fue gracias a su madre que adoptó “el amor por la lectura y por la historia argentina”. A continuación se metió de lleno en la figura de don Juan Manuel de Rosas: “Uno fue valorando la forma de ser de este hombre”, dijo, porque actuaba de modo sencillo y real, sin rebusques. Para Rimoldi Fraga, por paradójico que suene, Rosas fue “una de las figuras más combatidas y de más recuerdos en la conciencia nacional”. Además, enfatizó que los admiradores del Restaurador de las Leyes “estamos convencidos de que estaba en una causa justa”, en cuanto defensor de los valores de religión, patria y familia.Se lamentó el cantautor federal que se haya ido tergiversando algo que fue exclusivo de la Argentina potencia, como eso de “tener padres obreros e hijos profesionales”. Para Rimoldi Fraga, la Argentina tiene y debe unirse como pueblo para poder salir de la dramática situación en que vive. “La historia argentina está marcada de antinomias; tenemos que terminar con las antinomias”, sostuvo.Reconoció en el recientemente fallecido ex Coronel Mohamed Alí Seineldín a “un amigo, un hombre de fe”, acaso un esclarecido que le comentó en reiteradas oportunidades la importancia geoestratégica de las Islas Malvinas para beneficio de toda la patria. Y maldijo a los que no reconocen en los veteranos de Malvinas y sus muertos a “hombres que fueron a pelear por convicción”.

Respecto del ya cercano bicentenario de la Argentina, reflexionó Rimoldi Fraga que el mismo “debe ser una bisagra donde, además de tomar lo externo, haya una responsabilidad para con lo interno de la patria misma”.Más adelante, tuvo palabras de reconocimiento para los jóvenes que se entusiasman y plantean una lucha por la reivindicación de los valores culturales argentinos. Pero dijo que la lucha debe ser serena, sin violencia, y enseguida parafraseó a Juan Perón: “Perón, que era un gran sociólogo, decía que los jóvenes a los 18 años son incendiarios, y a los 30 son bomberos”. Es decir, la juventud no tiene que desesperarse en este combate que debe hacérselo con calma y sin apresuramientos.Hilvanando la línea histórica del pensamiento nacional, Roberto Rimoldi Fraga señaló que “San Martín, Rosas, Perón, fueron hombres que lucharon”, y para terminar dijo que “la trilogía fundamental de la patria es la Fe, la Patria y la Familia”, que sin esos valores nada puede ser posible.

Después de las palabras, se inauguró formalmente el Archivo de Audio y Video “Don Roberto Rimoldi Fraga", donde el homenajeado cortó la cinta con los colores nacionales que pendía delante de la vitrina de la videoteca. Una cartelera con los rostros de Rimoldi Fraga, Juan Manuel de Rosas y el coronel Ciriaco Cuitiño, daban un condimento de color a la escenografía impecablemente preparada para la ocasión. Luego del solemne acto, sonaron unánimes aplausos.Para finalizar, se invitó a todos a un vino de honor en el Salón Oval del instituto, en el que aparte de vino hubo gaseosas y abundantes sandwichs de jamón y queso. Como no podía ser de otra manera, Rimoldi Fraga deleitó a la concurrencia con algunos de sus temas más representativos, cuando, guitarra en mano, se dispuso a evocar a los héroes de la patria vieja. Entre otros, sonaron “Revuelo de Ponchos Rojos” y “Pucará de Malvinas”. A esta altura, la noche estaba completa.

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