11 de septiembre de 2011

UN LOCRO TRADICIONAL EN LOS VIEJOS CUARTELES DEL REGIMIENTO 'PATRICIOS'


Integrantes de Jóvenes Revisionistas estuvieron en el "Tradicional Locro Anual" del Regimiento de Infantería I 'Patricios'.

Que el locro es una de las comidas de olla más esperadas cuando llegan las estaciones hibernales, nadie lo pone en duda. Comida excelsa y popular en los tiempos coloniales, este guisado fue el alimento de nuestros primeros dirigentes, y cuando la noche se le aparecía al gauchaje en las huellas olvidadas, también sirvió como su alimento cálido, sencillo y sabroso.

La tradición se encargó de señalar que el locro fue una de las comidas que degustaron los hombres que acompañaron al brigadier general Cornelio de Saavedra –primer jefe de la Legión de Patricios Urbanos de Buenos Aires- en la víspera de la Revolución de Mayo de 1810, y que, por eso mismo, anualmente y desde entonces se prepara un exquisito guisado para los jefes, oficialidad y tropa del primer cuerpo armado de la patria. ¿Qué otros platos comía Saavedra? La cocinera Rosa solía entretenerlo “con un poco de queso, unas anchoas en aceite y unas aceitunas de Sevilla”, o sino “una fuente de carne (de espaldar, casi siempre) con muchos garbanzos mojados con un hilo de aceite”, de acuerdo a lo que arriman las crónicas de aquellos momentos.

Hasta unos pocos años atrás, el “Tradicional Locro Anual” de los ‘Patricios’ se conmemoraba en el mes de mayo, correlato histórico exacto que hacía honor al génesis de tan comestible recordatorio. Pero con el tiempo, la fecha se fue corriendo hasta hacerla coincidir, días más días menos, con el 15 de septiembre, jornada donde se conmemora el aniversario de la creación del regimiento.

EN MEDIO DE LA HISTORIA


Jóvenes Revisionistas (JR) recibió una cordial invitación para concurrir a la añeja ceremonia del locro que las autoridades de los cuarteles de Palermo ofrecieron el pasado día Sábado 10 de Septiembre.

Media hora antes de la ingesta, resonaban los sones de la mítica Banda Militar “Tambor de Tacuarí” en la plaza de armas, ante los aplausos del público presente. Un “carrusel” ensayado por aquélla, lleno de movimientos sincronizados y perfectos, daba tintes alegres a la media mañana invernal, al tiempo que unas voces firmes traían el recuerdo de combates heroicos introducidos en marchas que la memoria colectiva nunca ha podido olvidar. Siempre se reserva para el final el “Uno Grande”, marcha que caracteriza al bicentenario Regimiento de ‘Patricios’. Luego del último son, todos se aprestaron para ir al rancho de tropa, comedor por donde pasaron generaciones enteras de “colimbas” que sirvieron en este reducto argentino.

Aprovechando que la plaza de armas se iba quedando vacía, JR sacó algunas de las imágenes que se vuelcan en esta nota. Había mucho para retratar: los monumentos de los dos primeros jefes ‘Patricios’ –Saavedra y Manuel Belgrano-; los pabellones construidos a principios del siglo XX; la monumental soledad del playón; cañones de vieja factoría nacional; la chimenea con el recuerdo de los conscriptos idos; placas y banderas. En otro lugar, lejos de donde estábamos, nos aguardaba el locro tradicional.

EL LOCRO


El rancho de tropa estaba a lleno. Una bella jornada.

No era poca cosa esto de andar comiendo un locro en medio de soldados, suboficiales y jefes del primer regimiento que vio nacer nuestra Argentina. También había civiles, muchos, todos amigos de esta institución que está por cumplir 205 años de vida ininterrumpidos.

Los integrantes de Jóvenes Revisionistas -y de esto damos fe- se sirvieron varios platos del manjar. “Riquísimo”, dijo uno de ellos. “¡Que bueno poder comenzar el día con un locro adentro”, soltó otro, extasiado. De esta forma, JR contribuía al sostenimiento de esta tradición que viene allende los tiempos. Y era otra forma de recrear, comiendo, la historia y sus costumbres, y dejando, por un momento, las lecturas y las conferencias a un lado.

Cuadros y fusiles “Remington” adornaban las paredes del comedero, todo en impecable atmósfera de pulcritud. Al locro le siguió un postre-helado, y para tomar hubo gaseosas y vino. El epílogo se completó con un sorteo de objetos proporcionados por la gente de Protocolo y Ceremonial de la unidad, y con un brindis cálido y ameno.

Al salir nuevamente al playón, Jóvenes Revisionistas quiso sacar unas últimas instantáneas antes de emprender el regreso a casa. Restaba ver el monumento que le hicieron a los Veteranos de Malvinas que revistaron como ‘Patricios’: emocionante. Y casi llegando a la puerta principal, nos detuvimos a contemplar el mural dedicado a los soldados que murieron al pie de las murallas de Curupaytí, en la indescriptible Guerra de la Triple Alianza. Todos habían pensado que al concluir esa batalla, los ‘Patricios’ iban a desaparecer porque fue la primera y única vez en su historia que su máxima autoridad era un suboficial, pues casi todos estaban muertos. Allí, en los esteros paraguayos, pudo haberse terminado la ceremonia del “Tradicional Locro Anual” pero, por fortuna, nada de eso se hizo realidad.


Jóvenes Revisionistas pasó una media mañana agradable. Aquí están junto al capitán licenciado Diego Cejas, Director de la Banda Militar "Tambor de Tacuarí" del RI1.


Comisión Directiva

JOVENES REVISIONISTAS

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, buenas...mi nombre es David y deseo comunicarme con ustedes...me podrían dejar aquí su correo electrónico para mandarles un mail. Muchas Gracias.

JOVENES REVISIONISTAS dijo...

Hola David:

Te paso nuestro correo electrónico para que puedas comunicarte con nosotros. El mismo es: jovenesrevisionistas2005@hotmail.com

Un gran abrazo federal.


Gabriel O. Turone
Presidente Jóvenes Revisionistas