BOLETIN “LA RECONQUISTA”. Año 2. N. 8.
La decisión de la Iglesia Católica, a través de Su Santidad Benedicto XVI de declarar Beato a Ceferino Namuncurá, durante el pasado año, dividió a la comunidad aborigen respecto de la opinión que este suceso les merecía.
Mientras gran parte de los aborígenes sintieron una profunda alegría, hubo otro sector que levantó las peores falacias históricas para denostar tan santo y feliz episodio. Como muestra de este último grupo se puede mencionar al Sr. Jorge Nahuel, titular de la Dirección de Pueblos Originarios de la Secretaría de Ambiente de la Nación y responsable de la Coordinadora de Organizaciones Mapuches. El mismo expresó hirientes y falsos argumentos en contra de la beatificación, que nos dan lugar a refutar por su intermedio, las mentiras indigenistas sobre nuestro querido Ceferino Namuncurá, como así también, señalar verdades que por el contrario se ocultan.
Sobre el tema dijo el nombrado Nahuel: “Para nosotros es un acto de manipulación del Vaticano: toman una figura simbólica para propaganda con una cosmovisión totalmente distinta del pueblo mapuche”, y consideró que Ceferino “es un símbolo de una persona arrancada de su tierra y su familia por la Iglesia, que lo terminó llevando a Roma, pero murió a los 18 años de tuberculosis, una de las enfermedades contagiadas a los pueblos originarios por soldados y misioneros”.
Hasta aquí la falacia indigenista, ahora la verdad histórica.
Primeramente debemos señalar que las investigaciones y observaciones que la Iglesia ha efectuado sobre la vida y obra de Ceferino, son de muchos años atrás (luego de años de investigaciones eclesiásticas, en 1972 el Papa Pablo VI dictó el decreto de Heroicidad de Virtudes y declaró Venerable a Ceferino) y recién después de 35 años, en 2007, el Papa Benedicto XVI declaró a Ceferino Namuncurá Beato. El sentido común lleva a la conclusión de que por la seriedad y el tiempo que llevó la “manipulada” beatificación esta no fue tal sino un verdadero acto de amor y reconocimiento de parte de la Iglesia para con uno de sus hijos. Y si lo expuesto no basta, cabría preguntarle a los indigenistas que hablan de “manipulación” ¿por qué la Iglesia no declaró Santo a Ceferino en lugar de la “menos marketinera” figura de Beato?
En segundo lugar, se dice que se eligió a un “figura con una cosmovisión totalmente distinta”. Esto tampoco es cierto porque gran parte del pueblo de Ceferino, al cruzar de Chile hacia la Argentina (hacia 1830), fue convirtiéndose a la fe católica. En especial, esta conversión tuvo lugar por la acción realizada por los salesianos en la región de Aluminé, donde hasta el mismísimo Jefe de la tribu, Manuel Namuncurá recibió la Confirmación y la Primera Comunión, y su tribu fue catequizada y bautizada. Monseñor Juan Cagliero refirió que en aquella jornada el cacique, con júbilo, iba diciendo: “yo muy contento, yo vivir cristiano, mi familia también, yo buen argentino, y mi gente queriendo ser cristianos todos; ahora poder morir feliz, morir ahora buen cristiano”. Años antes (exactamente el 24 de diciembre de 1888) el Padre Domingo Milanesio, misionero conocido como “el apóstol de los aborígenes”, había bautizado al hijo del cacique y de Rosario Burgos: Ceferino Namuncurá. Todo esto parece ser desconocido, u omitido maliciosamente por los indigenistas que se empeñan en negar la cristianización y el mestizaje que sufrieron al mezclarse con “el hombre blanco”. Por supuesto no desconocemos que debe haber un importante número de aborígenes que aún mantienen sus antiguas creencias religiosas, pero esto no autoriza a hablar de cosmovisiones totalmente opuestas en un lenguaje dialéctico donde se enfrenta al cristiano con el aborigen.
En tercera instancia, decir que Ceferino “es un símbolo de una persona arrancada de su tierra y su familia por la Iglesia” es una patraña digna de ignorantes. Es célebre, y se encuentra en todas las biografías sobre Ceferino la frase que este pronunciara a su padre teniendo sólo 11 años, pidiéndole que lo lleve a Buenos Aires a estudiar, porque —le dice— “quiero ser útil a los de mi raza”. Ante dicho pedido, el viejo cacique Namuncurá lleva a su hijo a la ciudad de Buenos Aires en donde a instancias del General Luis María Campos, ingresa en los Talleres Nacionales que la Marina tenía en Tigre. ¿Dónde esta el despojo de la Iglesia “arrancando de su tierra y su familia” a Ceferino? Esta vida no resultó del agrado de Ceferino quien pidió nuevamente a su padre que lo cambie de lugar, y es por intermedio de su padre que él ingresa en 1897 en el Colegio “Pío IX” del barrio de Almagro. En 1898, luego de prepararse a conciencia, Ceferino recibió la Primera Comunión en la Iglesia Parroquial de San Carlos, y un año después, la Confirmación. Su devoción por Nuestro Señor y por la Iglesia Católica eran tan grandes que su conducta era digna de ser imitada. Muestra de esto es la carta que a continuación reproducimos.
¡ Viva Jesús, María y José!
R. P. Juan Beraldi, Pbro.
Cumplo con el deber de amor y gratitud que debo a V. R. por medio de esta humilde cartita. Mañana es el día de su onomástico, día de su santo protector muy querido, San Juan Bautista.
Quisiera ser un gran orador para demostrarle mi mucho agradecimiento, pero no lo soy y aunque lo fuera no bastaría para cumplir y satisfacer todo entero su amor, benevolencia y cariño que hacia mi humilde y pobre persona tiene V. R. ¿Podré yo numerar los favores que día a día me hago deudor, especialmente los favores espirituales de vuestra Reverencia?
Ciertamente, que no, es imposible. Y ¿qué haré? ¿Le regalaré muchos dineros? No. ¿Muchas y grandes extensiones de campo? Tampoco. ¿Muchos animales de todas clases? Menos, porque ninguno de esos bienes poseo. Acudiré a Cosas Superiores. ¿Haré la Santa Comunión por vuestra Reverencia? Sí. ¿Muchas oraciones? Perfectamente.
Esto me contesta mi ángel Custodio. Y me sugiere que lo segundo le agrada mucho más a su reverencia que si le hubiera dado todos los primeros.
Reciba, amadísimo Padre, mis felicitaciones, muchas prosperidades y bendiciones del Todopoderoso y El se digne concederle muchos años de vida para bien de la humanidad.Agradézcole de todo corazón por los preciosos regalitos de crucifijos, medallitas, estampitas y demás chiches que me dio a manos llenas en este corto tiempo que está en esta santa casa.
Preséntole al mismo tiempo los agradecimientos de mi pobre familia que habita en Junín de los Andes por los favores espirituales que V.R. dignóse hacerles en el año 1901 estando en Misión. Ruégole filialmente que no se olvide en sus fervorosas oraciones en modo especial en la Santa Misa.
A este su humilde hijo en Jesús y María.
Ceferino Namuncurá
N.B: - Pase muy buena fiesta.¡¡¡ Viva San Juan Bosco!!!
La cuarta afirmación, es quizás la más falaz de todas. Endilgar la enfermedad y muerte de Ceferino a “los 18 años de tuberculosis, una de las enfermedades contagiadas a los pueblos originarios por soldados y misioneros”, es una frase irresponsable que se olvida de señalar que la propia Iglesia llevó a Ceferino a Italia para tratar de reestablecer su salud (además de continuar sus estudios). Por otra parte, el tema de los contagios de enfermedades entre españoles y aborígenes no fue algo que se dio de manera unilateral, sino que por el contrario, ambas culturas sufrieron los beneficios y perjuicios del proceso iniciado en 1492, con el Descubrimiento. Además desconocen estos indigenistas la campaña de vacunación contra la viruela, que efectuó Juan Manuel de Rosas siendo distinguido en 1932 por la Sociedad Real Jenneriana de Londres, eligiéndolo como Miembro Honorario de dicho instituto enviándole el diploma que rezaba: “por los servicios que ha prestado a la humanidad, introduciendo la vacuna entre los indios”. ¿No era que los soldados y el hombre blanco eran culpables de la enfermedad? No sólo no eran culpables sino que se procuraba mejorar su salud y vacunarlos.
Lo que los indigenistas ocultan.
1- Los mapuches no son una etnia con origen en la Argentina, por lo que no puede hablarse de ningún modo de “pueblo mapuche”, aunque sí eran oriundos de Chile, y recién aparecen en nuestro territorio hacia 1830 con Calfucurá que según los autores era o bien Pehuenche, o Araucano.
2- La madre de Ceferino, Doña Rosario Burgos era una cautiva cristiana por lo que Ceferino no era aborigen sino mestizo.
3- Ceferino Namuncurá era nieto de Calfucurá. Este, en 1830 cruzó de Chile a las pampas argentinas. Calfucurá luego de una época de saqueos y exterminio sobre aborígenes de la Argentina (Tehuelches y Pampas fueron testigos de su ferocidad), entendió que el saqueo y la guerra permanente no podía ser sostenida. Así con el Acuerdo del Pino, en 1836 se acercó al Brigadier General de la Confederación Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, para afianzar una frontera segura, abandonar toda acción de guerra y contribuir con la custodia de esas fronteras. Por ese compromiso, que Calfucurá cumplió fielmente, este fue nombrado coronel de la Confederación Argentina. Mantuvo la alianza con Rosas y creó una confederación de pueblos cuya capital se situó en Salinas Grandes. A resultas de la alianza con Juan Manuel de Rosas, algunos indios guerreros de Calfucurá participaron en la batalla de Caseros, donde Rosas fue derrotado por Urquiza. Tiempo después, Calfucurá envió a su hijo Manuel Namuncurá a la ciudad de Paraná, capital de Entre Rios, para realizar una alianza, esta vez con Urquiza, manteniendo –si se quiere- una coherencia política. De todo esto resulta a las claras que el abuelo de Ceferino fue Coronel de Juan Manul de Rosas, y por lo tanto federal; y su padre, Coronel de la Confederación. Por supuesto que estos datos son silenciados por los indigenistas que no podrían soportar “que sus pueblos” hayan estado a las órdenes del “Tirano Sangriento”.
4- Los indigenistas “mapuches” deberían explicar por qué existe una sede internacional de apoyo a los reclamos indígenas y en particular mapuche, con sede en Bristol, Inglaterra, que trabaja en estrecha vinculación con las redes indigenistas de cada país de Hispanoamérica. Sobre todo Chile y Argentina.
FEDERICO GASTON ADDISI.-
- Gálvez, Manuel, El santito de la Toldería, Buenos Aires, 1947.
- http://www.mapuche-nation.org/espanol/nosotros.htm
- http://www.obradedonbosco.org.ar/notas/nota.asp?IdNota=44&IdSeccion=54
El 9 de Septiembre de 1947 los derechos políticos de la mujer son sancionados por la Ley 13.010, la denominada ley del voto femenino se promulga por el gobierno de Perón el 23 de Septiembre. Es un glorioso día para la mujer Argentina y Evita quien impulsara dichos derechos en emotivo discurso dice: "Mujeres de mi Patria; Recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, La Ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo ante nosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas".
Con estas palabras, Evita anunciaba que las mujeres argentinas adquiríamos el derecho de expresarnos en las urnas, derecho que luego, nos seria negado a todos, durante años de incesantes dictaduras. Quizás ahí aprendimos a valorar la posibilidad de elegir.
Un dato curioso, que habla de nuestra coquetería: en el año 1948 fue modificado el artículo 4°, que indicaba que se confeccionarían los padrones femeninos en la misma forma que se habían realizado los de los varones, sufrió el siguiente agregado: "Con la sola excepción de que en la impresión del padrón femenino no se consignará el año de nacimiento".
En un mensaje radial del viernes 9 de noviembre de 1951, Evita, ya muy enferma dijo: “Yo aprovecho esta oportunidad que se me brinda para pedir a todos los compañeros y compañeras peronistas de todo el país que me disculpen y me perdonen si esta vez no estoy al frente de la batalla como otras veces. Les pido que cada uno me sustituya en cada rincón del país y en el puesto que ocupe”
La acción política dirigida a la mujer cosechó sus frutos en las elecciones del 11 de noviembre de 1951. Votaron 3.816.654 mujeres. El 63,9% lo hizo por el Partido Peronista, el 30,8% por la unión Cívica Radical.
En 1952, las primeras 23 diputadas y senadoras ocuparon sus bancas, representando al Partido Justicialista. El resto de los partidos ignoraron la posibilidad de que sus mujeres tuviesen los mismos derechos aunque alguno de ellos lo hubiesen pregonado durante muchos años.
“Mejor que decir, es hacer…”
NATALIA JAUREGUIZAHAR.
Bibliografía:
- Chávez, Fermín, Perón y el peronismo en la historia contemporánea, II Tomos, Oriente, Bs. As., 1975.
- Chávez, Fermín, Perón y el justicialismo, Theoría, Bs As, 1984.
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Martín Miguel de Güemes, el subteniente del Regimiento Fijo
que jamás fue retratado.
Podríamos imaginar la indiferencia que habrá causado la muerte del valeroso gaucho y general Martín Miguel de Güemes en la alta sociedad porteña, cuando La Gaceta de Buenos Aires publicó, el 19 de julio de 1821, que “murió el abominable Güemes al huir de la sorpresa que le hicieron los enemigos. Ya tenemos un cacique menos…”. Desgarradora y errada conclusión para quien en vida dio lo mejor de sí, su cristalina condición de gaucho noble y arrojado, desde que se inició en el riesgoso camino de las armas.
Si el final de una vida de servicios a la Patria tenía ese “reconocimiento”, nada podría esperarse del hallazgo de algunos hermosos datos que ayudarían a contrarrestar, sin lugar a dudas, las varias veces distorsionada biografía del gaucho paladín que la enseñanza de la escuela liberal nos impuso desde pequeños. De allí la hechura de este artículo, de allí la necesidad de devolverle a Güemes apenas un poco de lo mucho que él nos dio para asegurar el suelo que pisamos.
Güemes, cadete y subteniente en el Regimiento Fijo de Buenos Aires.
Para grata sorpresa de muchos, Martín Miguel de Güemes revistó como cadete y subteniente del entonces denominado Regimiento Fijo de Infantería de Buenos Ayres, según consta en diversos documentos comprendidos entre 1808 y septiembre de 1809. Uno de ellos, que yace en la Sala IX-26-7-6, libro 8, foja 394 y siguientes del Archivo General de la Nación, contiene un listado de oficiales y cadetes del glorioso regimiento de Infantería de Buenos Aires, que al referirse a nuestro gaucho salteño dice “Cadete don Martin Guemes”, ubicado en el puesto número 11 en la jerarquía del mencionado listado. Lo encabeza el Ayudante Mayor don Pedro Durán, seguido del Capitán José Piris.
Cabe recordar que tras la Segunda Invasión Inglesa al Plata, en 1807, Buenos Aires vivió momentos de relativa calma, de aparente tranquilidad, la cual se rompe en mayo de 1810, como se sabe. Durante ese trienio, y por las extraordinarias acciones llevadas a cabo por el joven Martín Güemes contra los ingleses, éste gozaba de un prestigio más que considerable. Lo demuestra el hecho de que aparte de ser cadete en el regimiento porteño, Güemes ostentaba el grado de Teniente del Cuerpo de Granaderos del Virrey de Buenos Aires, General Santiago de Liniers. Incluso fue su edecán.
Ya incorporado Martín Miguel de Güemes al Regimiento Fijo de Buenos Aires como cadete, el 10 de marzo de 1808 remite una carta al Virrey Liniers con la idea de gestionar un viaje de urgencia a Salta capital, con motivo del fallecimiento de su padre. Argumenta, entre otras cosas, que “me es preciso pasar a dicha ciudad por el termino que la bondad de Vuestra Excelencia tenga vien hasta evacuar imbentarios, partidas y por ultimo dar cumplimiento a la ultima disposicion de mi dicho finado padre”. Añadimos que el padre del insigne prócer, hablamos del señor Gabriel de Güemes Montero, había sido ministro de Real Hacienda de la ciudad de Salta. En dicha carta, también alega el gaucho Güemes estar algo enfermo, situación que aseguró su anhelado viaje al terruño natal.
Güemes parece sentir el rigor de una incipiente hemofilia que afecta de a poco su salud. Recién volverá a la ciudad portuaria los primeros días de septiembre de 1809, dado que su licencia por enfermedad tenía carácter de “ylimitada”. Tiempo atrás, más precisamente el 13 de enero de 1809, la Suprema Junta Gubernativa del Reino de España, ubicada en Sevilla, le expidió a Martín Miguel de Güemes el ascenso a subteniente efectivo del Regimiento de Infantería de Buenos Aires.
Poco antes de que expire el poder virreinal de don Santiago de Liniers, Güemes le manda decir que como “para mi curacion y subsistencia necesito tener los auxilios precisos de mi pequeño sueldo, se ha de servir el piadoso corazon de / Vuestra Excelencia mandar que en ésta Tesorería de Real Hacienda de Salta, se me asista con el precitado y correspondiente sueldo, que goso segun el cese que tube del que percibi en mi Cuerpo”. Concretamente: Güemes, aquél héroe de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, percibía un magro sueldo que no le servía de mucho para paliar los problemas de salud que lo aquejaban desde hacía un tiempo, y que por ello pide se le reintegren los sueldos que durante su ausencia debió percibir, sea en el Regimiento de Infantería de Buenos Aires como en el Cuerpo de Granaderos del Virrey Liniers. El justificativo era que Martín Güemes, si bien estuvo en Salta, seguía figurando en los listados de ambos cuerpos armados como oficial.
Sin embargo nuevos ecos revolucionarios regresaban a la cuenca del Río de la Plata, y al frente del Virreinato estaba ahora Baltasar Hidalgo de Cisneros, el cual desoirá el justo reclamo de Martín Miguel de Güemes. En oficio del 23 de septiembre de 1809, queda sentado el rechazo a la petición del gaucho patriota. A partir de 1810 Güemes iniciará la Guerra Gaucha, épica gesta que merece todo nuestro respeto, reconocimiento y admiración.
El prócer sin retrato original
Pero si el olvido y el maltrato de la figura de Martín Miguel de Güemes no fuera aún suficiente, agregaremos que pesa sobre él la triste particularidad de que nunca fue retratado en vida. Resulta sorprendente y hasta lamentable que uno de nuestros mejores hombres, hacedor de innumerables patriadas, no haya quedado plasmado para la posteridad en alguna pintura u óleo que lo refleje.
Por ende, es acertado suponer que la fisonomía de Güemes está más bien idealizada, como la que popular y erradamente se tiene del soldado de Granaderos –jamás fue sargento- Juan Bautista Cabral, al cual se lo suele representar de tez blanca, cuando en verdad era moreno.
El retrato más cercano a la realidad que posiblemente exista sobre el general Güemes, es el confeccionado por el artista francés Ernest Charton a don Carlos Murúa Figueroa Güemes, sobrino nieto del patriota, de importante parecido con aquél. El retratista se instaló en la casa del doctor Juan Martín Leguizamón con todo su taller de pintura, y allí efectuó la obra utilizando el lápiz como técnica.
Dicho retrato, que data de 1876, fue el primero que se hizo en honor del ilustre salteño. Se destaca, asimismo, que en aquel momento el señor Murúa Figueroa Güemes tenía más edad que la que tuvo don Miguel Martín al momento de morir, por eso en la iconografía corriente aparece su rostro como si fuera más longevo. El general Güemes vivió hasta los 36 años, mientras que Carlos Murúa Figueroa Güemes andaría por los cuarenta o cincuenta años de edad cuando le propusieron posar.
El subtítulo de este apartado, por lo tanto, no cae en el error: Martín Güemes, el indomable gaucho del norte argentino que llegó a general tras el nombramiento concedido por José de San Martín, es un prócer sin retrato original. ¡Cuántos falsos próceres, sin merecerlo desde luego, fueron exaltados en vida por el arte!
Tenemos la súbita reacción de exaltar la figura de Güemes cada vez que intentamos buscar, con su ejemplo, el camino para afianzarnos en la auténtica reconstrucción y liberación que todavía nos debemos los argentinos. Y este acto reflejo, que nace del corazón, difícilmente pueda lograrse con aquellos logiados que el engaño y la confusión ensalzaron como “patriotas ejemplares” de nuestra historia.
Gabriel Oscar Turone
Bibliografía:
Revista del Archivo General de la Nación, Año IV, N°4, Buenos Aires 1974.
Romero Sosa, Carlos María. “Güemes”, Diario “La Nación”, Agosto 2008.
Yaben, Capitán de Fragata (R), Jacinto R. “Biografía Argentinas y Sudamericanas”, Tomo II, 1938.
El 6 de agosto de 1938 un grupo de militantes nacionalistas fundó el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. En la asamblea convocada en el restaurante Edelweiss con la participación de Julio Irazusta, Rodolfo Irazusta, Alberto Contreras, Juan Bautista Ithurbide, Ernesto Palacio, Evaristo Ramírez Juárez, Pedro Vignale, Alberto Ezcurra Medrano, Isidoro García Santillán y Raúl de Labougle, resolvieron “provocar un movimiento de revisión histórica” para investigar y esclarecer la época de nuestra historia que comprende el ascenso, gobierno y caída del brigadier Juan Manuel de Rosas. “No se trata –aclaraba la institución- de invitarlo a Rosas a participar en el festín de 1853 y de incorporarlo al panteón haciéndole un lugar junto a Sarmiento, Mitre, Urquiza. Por lo contrario, los blasones de Rosas son completamente distintos a los de aquéllos, y el primero, por no decir el único es el de servir como ejemplo de todo lo que debe afirmarse, y enfrentarse contra una experiencia de 85 años que ha sido destronada para la integridad y soberanía de la Argentina”. Fue el “rosismo” la rehabilitación del caudillo federal, a quien la tradición liberal había caracterizado desde tiempo atrás como el maldito de la historia oficial. El revisionismo no venía a innovar ni a resultar original, sino a retomar una historia deliberadamente inconclusa tras la derrota de Caseros, y a recordarles a sus compatriotas las raíces que les habían tergiversado u omitido. Pero sin proponerlo fue innovador, y fue original, del mejor modo que se puede ser: restituyéndose al origen. El logró hacer pesar ante la opinión pública, y aún ante los estudiosos del pasado, ese valioso legado rectificador que yacía silente en algún archivo privado o en ciertos círculos restringidos de especialistas. La primera importante recusación de la escuela liberal surgió en la década de 1880, en forma de una restringida y moderada exhortación a favor de un juicio equilibrado sobre la época rosista. Un presupuesto esencial del derecho a la identidad es el acceso a la verdad histórica, hecho que nos obliga a revisar ciertos aspectos de la nuestra y a recuperar parte sustancial de nuestro pasado común. En la prmera etapa del Instituto Juan Manuel de Rosas, que abarcó 46 años, desde 1938 a 1974 en que se logró la promulgación de leyes que reivindicaron al Restaurador y dispusiera la repatriación de sus restos, el Instituto realizó una tarea fundamental en el esclarecimiento histórico de la Argentina. Durante ese tiempo pasaron figuras como José María Rosa quien fue Presidente en varias ocasiones, Ramón Doll, Justo Díaz de Vivar, Carlos Ibarguren (h), Juan Pablo Oliver, Federico Ibarguren, Rodolfo Lestrade, Atilio García Mellid, Enrique Guerrero Balfragón, Vicente D. Sierra, Jorge María Ramallo, Gabriel A. Puentes, Carlos Ibarguren, Manuel Gálvez, Carlos Steffens Soler, Jorge Luna Valdés, Daniel García Mansilla, Mario Amadeo, Lucio Moreno Quintana, Bruno Jacovella, Pedro de Paoli, Arturo Jauretche, Raúl Roux, Fernando García Della Costa, Alberto A. Mondragón, Ricardo Font Ezcurra, Héctor Sáenz Quesada, Víctor Saá, Fermín Chávez, Benjamín Villegas Basavilbaso, Lauro Lagos, Enrique Pavón Pereyra, Josué T. Wilkes, Juan Manuel de los Ríos, Julio Castellanos, Homero Saldeña Molina, Eduardo Corvalán Posse, Julio César Corvalán Mendihalarzu, Mario César Gras, Luis Soler Cañas, Josué T. Wilkes, Jaime Gálvez, Félix G. Barreto, Enrique Stieben, Juan Miguel Hogan, Francisco Compañy, José Luis Muñoz Azpiri, Marcos P. Rivas, Raúl Oyhanarte, Leonardo Castellani, Roberto de Laferrere, Orlando Sanguinetti, Alfredo Ortiz de Rozas, Diego Luis Molinari, Rómulo D. Carbia, Manuel Benito Somoza, Roberto Tamagno, Guillermo Furlong, Guillermo Losteau Heguy y John W. Cooke. La segunda etapa del Instituto se inició en 1984, cuando un grupo de intelectuales y militantes nacionales reunidos en el café Tortoni y encaezados por Alberto Contreras resolvieron retomar las actividades interrumpidas por motivos políticos hacía una década. Recién se había salido de un gobierno de facto que había cambiado por decreto la avenida “Brig. Gral. Juan Manuel de Rosas” por “Monroe”, más afín al pensamiento de los civiles y militares del Proceso. En erl Boletín Nº 1 del Instituto, del 1º de noviembre de 1984 se afirmaba: “Mucho sucedió en el país en estos diez años. Equívocos, frustración, sectarismos y represiones demenciales, intentos de reculadas como si el tiempo fuera reversible, manipuleos de ignominia que dejaron la República como al cabo de una guerra perdida, manoseo de anhelos populares irredentos, una perpleja manera de querer administrar los hechos, sin poderlo”. La comisión directiva encabezada por Contreras e integrada por varios de los asistentes al Tortoni estaba integrada por Jorge Francisco Perrone, René Orsi, Enrique Oliva Vélez (Francois Lepot), José Alberto Pradelli, Carlos Alberto Abalsamo, Carlos French, Valentín Thiebaut, Luis Angel Cersócimo, Arturo Jorge Podestá, Juan Carlos Elizalde, Ariel Keller, Enrique Alberto Breccia, Víctor Tosto Valenzuela, Luis Fernando Calviño. Otros destacados colaboradores en la reorganización del Instituto fueron Luis Soler Cañas, Arturo Peña y Lillo, Fernando García Della Costa, Enrique Arturo Bonomi quien fue más tarde Presidente del Instituto Nacional y Fermín Chávez. Al poco tiempo el Instituto se mudó a la sede de Hipólito Yrigoyen 788 y se sostenía por el aporte patriótico de ssu socios y amigos. En 1989 el P.E.N. junto ala Comisión de Repatriación de los Restos de Rosas presidida por el Dr. Manuel de Anchorena y el Instituto lograron retornar los restos de don Juan Manuel. Culminando así el largo exilio a que fue sometido en vida y después de muerto el que fuera gobernador de la provincia de Buenos Aires, Jefe de la Confederación Argentina y campeón de la soberanía, y culminó asimismo uno de los cometidos esenciales que dieron nacimiento al Instituto en 1938. Volvió a salir la Revista del Instituto Nº 24 en mayo de 1991, realizándose el Primer Congreso Nacional de Institutos Juan Manuel de Rosas en Mar del Plata, con la asistencia de Rubén Bini, Alberto Molfino, Miguel Ortiz de Rozas, Romano López Osorio, Humberto Fernández, Laura Giacnacovo de Gallardo, Alfredo Elizagaray, Carlos Bosano Ansaldo, Ricardo Elorza, etc. Se iniciaron dos veces al año las clásicas Jornadas de Historia de los Gobernadores Bonaerenses con la colaboración del Archivo y Museo Históricos del Banco de la Provincia de Buenos Aires, donde participaron destacados expositores como Fermín Chávez, Lauro Destéfani, Alberto de Paula, Carlos Pesado Palmieri, Jorge Bohdziewicz, entre otros. El 10 de enero de 1997 por el decreto Nº 26/27 del P.E.N., el Instituto fue nacionalizado dependiendo de la Secretaría de Cultura de la Nación. Se constituyó un cuerpo académico presidido pro el Brig. Carlos Rubén French y pr el cual pasaron Enrique Bonomi, José Castiñeira de Dios, Oscar J. C. Denovi, Jorge Oscar Sulé, Luis C. Alén Lascano, Arturo Pellet Lastra, Norberto Chindemi, Roberto Liñares, Haydeé Frizzi de Longoni, Carlos Tagle Achával, Héctor Julio Martinoti, Manuel de Anchorena, Carlos Ortiz de Rozas, Roberto Fernández Cistac, Roque Aragón, Rubén González, Enrique Mayochi, Mario Tesler, Carlos Pesado Palmieri, Enrique Oliva Vélez (Francois Lepot), Miguel Unamuno, José Pradelli, Francisco Hipólito Uzal, Alberto Gelly Cantilo quien fuera Presidente, Aurora Venturini, Carlos Steffens Soler, Federico Ibarguren, etc. Han colaborado con el Instituto y la Biblioteca Popular Adolfo Saldías, inaugurada el 12 de agosto de 1993, año del bicentenarario del de Rosas, las siguientes personas: Nicolás Antonio Carrizo, Robín Víctor Mezquida, Ernesto Vieytes, Néstor Walter Alauzet, Guillermo Greig, César María Castex, María Eugenia Varas de Ferrante, Miguel Angel Lentino, Filomena Dabusti de Tomassini, Fernando Irigaray, Federico Addisi, Diego Bras Harriot, Eduardo Rosa, Francisco Pestanha, Graciela French, René Orsi, Norberto Chiviló, José Luis Muñoz Aspiri (h), Gustavo Lambruschini, Pedro García Mansilla, Miguel Angel Ramírez, Carlos Torreira, Fernando Hrycak, entre otros. La Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Adolfo Saldías y el Instituto Histórico Juan Manuel de Rosas (Asociación civil), están presididos por Antonio Testa, por otra parte creador y director de la Muestra Itinerante La Guerra del Paraná y sus banderas que ha sido declarada de interés cultural por los municipios de San Miguel del Monte, Campana, Las Flores, Puerto Gral. San Martín (Santa Fe), Córdoba, Salta, etc.
Muere Sarmiento, hijo de la masonería y personero de la antipatria.
El 15 de febrero de 1811 nació Faustino Valentín Quiroga Sarmiento, tal era su verdadero nombre, alias “Domingo Faustino”, el “padre del aula”, el “alumno ejemplar”. Como demostraremos en este artículo con las propias palabras de “Don Faustino” se verá que no fue más que un renegado social. Renegó de su sangre, de su patria y de su raza. Sarmiento fue racista, un traidor, un cipayo, un terrorista de estado, y tantos otros adjetivos que no hemos de usar por darnos vergüenza ajena. Sarmiento renegó de la herencia hispánica, América libre y en definitiva, de la propia Argentina.
El 11 de septiembre de 1888 murió “Don Faustino”, pasando a morar en otras latitudes, no precisamente celestiales, teniendo en cuenta su tendal de asesinatos y el compás y escuadra que llevaba a cuestas, cuan masón que fue.
Sarmiento tenía una “visión de estadista” que lo llevó a decir de la Argentina: “El mal que aqueja a la Argentina es la extensión.“ (Sarmiento, Facundo, 1845). En "La Crónica” del 11 de marzo de 1849 dice. “Un territorio limítrofe pertenece a aquel de los Estados a quien aproveche su ocupación (…) Para Buenos Aires es una posesión inútil. ¿Que haría el gobierno de Buenos Aires con el estrecho de Magallanes, país remoto, frígido, inhospedable? (…) ¡Que pueble el Chaco y el sur hasta el Colorado y el Negro y deje el estrecho a quién lo posea con provecho….¡ Magallanes, por lo tanto, pertenece a Chile por el principio de conveniencia propia sin darlo a terceros”. Para Sarmiento los Argentinos son "una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Parias 1909). El 1° de abril de 1869 le escribe a Mrs. Mann diciendo que soñaba formar “con emigrados de California una colonia en el Chaco que puede ser el origen de un territorio, y un día de un territorio yanqui” (JMR. La guerra del Paraguay. p.319). “Los que cometieron aquel delito de leso americanismo (apoyar la invasión francesa), los que se echaron en brazos de la Francia para salvar la civilización europea, sus instituciones, sus hábitos e ideas en las orillas del Plata, fueron los jóvenes, en una palabra, ¡fuimos nosotros! ... Somos traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara... De eso se trata, de ser o no ser salvajes” (Sarmiento). "He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel paso... El gobierno argentino, engañado por una falsa gloria, provoca una cuestión ociosa que no merece cambiar dos notas, Para Buenos Aires tal posesión es inútil. Magallanes pertenece a Chile y quizá toda la Patagonia... No se me ocurre después de mis demostraciones, como se atreve el gobierno de Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos. Ni sombra ni pretexto de controversia les queda". (El Progreso 11 al 28 de Nov. 1842 y La Crónica 11/3 y 4/8/1849). "Son pobres satélites que esperan saber quien ha triunfado para aplaudir. La Rioja, Santiago del Estero y San Luis son piltrafas políticas, provincias que no tienen ni ciudad, ni hombres, ni cosa que valga. Son las entidades mas pobres que existen en la tierra" (El Nacional, 9/10/1857). "El día que Buenos Aires vendió su Escuadra hizo un acto de inteligencia que le honra. Las costas del Sur no valdrán nunca la pena de crear para ellas una Marina. Líbrenos Dios de ello y guardémonos nosotros de intentarlo". (El Nacional, 12/12/1857 y 7/6/1879) "La Inglaterra se estaciona en las Malvinas. Seamos francos: esta invasión es útil a la civilización y al progreso" (El Progreso, 28/11/1842).
Todo lo dicho bastaría para que un buen argentino se sienta escandalizado por el hecho de que tamaño personaje sea considerado como un prócer de la Nación. Pero esto no es todo. Hay mucho más.
Así hablaba Sarmiento y su Ministro Avellaneda sobre el tema de la educación: "En Buenos Aires solo logré fundar dos escuelas" (Carta a M. Mann, 15/5/1866). "En la ciudad de Buenos Aires se han construido solo dos edificios de escuelas en estos veinte años (de 1858 a 1878). Mientras tanto no se intenta nada. En la única escuela normal de varones el 95% son ineptos; el 30% debió ser expulsado, y el resto solo concurre por el aliciente del viático con que se premia su asistencia a clase. De las dos escuelas normales de mujeres se debió suprimir una" (Informe de 1878). "La plana (libreta escolar) era abominablemente mala, tenia notas de policía (conducta deficiente), había llegado tarde, me escabullía sin licencia (se rateaba) y otra diabluras con que me desquitaba del aburrimiento" (Mi defensa, año 1843). "Bajo mi ministerio – dice Avellaneda – se dobló en número de los colegios, se fundaron las bibliotecas populares, los grandes establecimientos científicos como el Observatorio, se dio plan y organización a los sistemas escolares, y provincias que encontré como La Rioja sin una escuela pública llevaron tres mil o cuatro mil alumnos... Es la página de honor de mi vida pública y la única a cuyo pie quiero consignar mi nombre. ¿Cuál fue la intervención del señor Sarmiento en estos trabajos, que absorbieron mi vida por entero durante cinco años? El nombre del señor Sarmiento al frente del gobierno era por sí solo una dirección dada a las ideas y ala opinión en favor de la educación popular; su firma al pie de los decretos era una autoridad que daba prestigio a mis actos. Su intervención se redujo, sin embargo, a esta acción moral. Supo el señor Sarmiento que había bibliotecas populares y una ley nacional que las fundaba cuando habían aparecido los primeros volúmenes del Boletín de las Bibliotecas, y éstas convertídose en una pasión pública. El señor Sarmiento no se dio cuenta de la ley de subvenciones y de su mecanismo sino en los últimos meses de su gobierno. Esto es todo y es la verdad". (Nicolás Avellaneda, Escritos y discursos, VIII, 397).
Pero no sólo Sarmiento proponía entregar nuestro territorio y reconoce no haber hecho nada por la educación sino que además era un hombre que gustaba de aplicar el terror y el asesinato en masa de sus paisanos. Lo expresaba en forma contundente: "Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". (En Buenos Aires, 1853; Sarmiento en carta a Mitre del 24 de Septiembre 1861) "Necesitamos entrar por la fuerza en la nación, la guerra si es necesario" (año 1861). “Sandes ha marchado a San Luis... Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor”. (Carta de Sarmiento a Mitre, marzo de 1862.) "Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente han dado este resultado admirable e inesperado. Establecimos en varios puntos depósitos de armas y encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición." (Sarmiento, carta a Domingo de Oro, 17 de junio de 1857, en Peña, Milcíades, "La era de Mitre", Bs. As., Fichas, 1973). El tumultuoso temperamento de Sarmiento, que llevó a que muchos de sus contemporáneos lo apodaran “el loco” no estaba ajeno al racismo:"Fuera esa raza semítica (los judíos) ¿o es que no tenemos derecho como alemanes y polacos para hacer salir a estos gitanos bohemios que han hecho del mundo su patria?" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Paris 1909). “Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial... Son unos perros ignorantes... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrecencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”. (Carta Mitre. 1872. Artículo de "El Nacional", 12.12.1877). "¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado". (El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876). "Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos?. ¿Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer". (Discurso en el Senado de Buenos Aires, 13 de Septiembre de 1859). "Se nos habla de gauchos...La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos... Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos". (Carta a Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y "El Nacional"3/2/1857). Y ni el Padre de la Patria, el General Don José de San Martín escapó a su furia: "San Martín, el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano batido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca... Fastidiado estoy de los grandes hombres que he visto... Hace tiempo que me tienen cansado los héroes sudamericanos (como si él fuera europeo), personajes fabulosos todos... La expatriación de San Martín fue una expiación. Sus violencias se han vuelto contra él y lo han anonadado... Pesan sobre él ejecuciones clandestinas... Dejemos de ser panegiristas de cuanta maldad se ha cometido. San Martín, castigado por la opinión, expulsado para siempre de la América, olvidado por veinte años, es una digna y útil lección". (Año 1845. La Crónica, 26/12/1853; carta a Alberdi 19/7/1852; y año 1885).
Y por supuesto que si San Martín fue blanco de su ira, no tenía por qué “salir ileso” nuestro escritor gauchesco, autor del libro nacional por antonomasia, el Martín Fierro, ya que Sarmiento siendo Presidente ofreció $1.000 patacones por la cabeza de José Hernandez, que acababa de publicar el "Martín Fierro". Este era el verdadero Sarmiento, al que lamentablemente se sigue honrando como patriota y prócer….por eso la “intelligentzia” estableció el día de su fallecimiento como “Día del Maestro” y algunos dicen, “Día de la Civilización”. Frente a tanta estupidez nosotros gritamos con el pecho erguido de orgullo criollo:
¡¡ SARMIENTO EN EL DIA DE LA CIVILIZACION LA BARBARIE TE SALUDA !!
FEDERICO GASTON ADDISI.
Bibliografía:
- DE PAOLI, Pedro, Sarmiento. Su gravitación en el desarrollo nacional, Theoria, Bs. As., 1964.
- SUAREZ, Matías, Sarmiento, ese desconocido, Theoría, Bs. As., 1964.
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RAMON DOLL: UN FRANCOTIRADOR NACIONAL Y POPULAR.
SINTESIS DE LA CONFERENCIA DICTADA EN EL II CICLO DE PENSADORES NACIONALES POR LOS JOVENES REVISIONISTAS, CUYA EXPOSICIÓN ESTUVO A CARGO DEL DR. ALFREDO MASON.
Ramón Doll nació en La Plata el 12 de septiembre de 1896 y muere en Buenos Aires en 1970; era abogado de profesión, ensayista, polemista, periodista y crítico literario por vocación. Escribió entre otras cosas:
Reconocimientos (Premio Municipal de 1932); Policía Intelectual; Liberalismo en la literatura y la política; Acerca de una política nacional; Del servicio secreto inglés al judío Dickman; Itinerario de la Revolución Rusa; Lugones, el apolítico y otros ensayos.
En lo periodístico; fue redactor de la Revista "Claridad" (socialista), colaboró en años posteriores y ya en el nacionalismo en: Nuevo Orden, La Voz del Plata, El Pampero, Cabildo, y en el Semanario Política, dirigido por Ernesto Palacio y de filiación peronista.
Se inicia en la militancia política en el socialismo. En 1927 cuando se dividió el partido socialista se fue
con los socialistas independiente de Antonio De Tomaso y Federico Pinedo pero luego advirtió que viraba hacia la derecha, por lo que retornó al viejo partido de Nicolás Repetto.
En esta época sostendrá (1929): El proletariado tiene personería propia en el pleito económico y político, nadie se asusta de la lucha de clases sino tal vez los parásitos que bajo la ruda ley del trabajo se encuentran indefensos y atrofiados. Ya no hay machete ni nadie lo pide para los socialistas y comunistas y anarquistas y los estudiantes de derecho que en 1909 se presentaban babeantes de servilismo a pedir puestos honorarios de pesquisas del departamento por incendiar bibliotecas, hoy en plena Facultad han manifestado su repugnancia por la intromisión "académica" de los militares en las aulas.
Como muchos pensadores jóvenes de los años treinta formados en la izquierda, abandona los cánones de un socialismo cipayo, y al igual que Manuel Ugarte buscar sin prejuicios aunar su sensibilidad por lo popular y su amor a la patria por lo que junto a Ernesto Palacio se incorporan al nacionalismo en 1936.
A partir de 1943 ocupará cargos en el gobierno revolucionario y se sumará al Movimiento Justicialista cosa que es también celosamente ocultada y ello hace que algunos de sus amigos nacionalistas se alejen de su compañía, quedándose en soledad. Entre ellos Julio Irazusta quien recién lo vuelve a tratar después del triunfo del golpe de estado de 1955. Tal como sostiene proféticamente Doll: La historia de la inteligencia argentina es un historia de deserciones, de evasiones. Jamás en país alguno las clases cultas y la inteligencia, viven y han vivido en un divorcio igual con la sensibilidad popular, es decir con su propia sensibilidad. Al tratar de colocar a este pensador en un contexto intelectual, lo podemos ubicar formando una familia de concepciones y estilo con Ignacio Anzoátegui y Arturo Jauretche.
Como intelectual de las décadas del treinta y cuarenta Doll reconoce un doble relato: de la realidad y de la historia; planteando que en las raíces populares existen tendencias democrática y quien no las encuentra es porque muy bien no busca. A su vez el origen de los males argentinos radica en la tradición iniciada por Sarmiento y Alberdi, de no adecuar la inteligencia a la realidad y de querer por el contrario modificar la realidad según los dictados de la inteligencia aún donde ésta, lejos de tener jurisdicción sobre aquella, comete una evidente usurpación. En este sentido aparece una fuerte denuncia de las consecuencias del pensamiento utópico y la necesidad de un realismo político. Doll encuentra también, algo que se puede llamar "aparatos ideológicos", entre los que sitúa a la prensa, el Poder Jucial, y como máxima expresión, a la Corte Suprema de Justicia.
Para Doll, la oligarquía era hija del roquismo, y no tuvo del estado la idea de que ese aparato debía abarcar todos los intereses de la Nación sino que por mucho tiempo en la Argentina debería ser una mera gerencia del progreso importado por medio de capitales y brazos. También señala aquello que Jauretche llamó "zonceras", según la cual le debemos al capital inglés la construcción de la Argentina moderna. Freante a ésto sostiene: No se ha aplicado en la Argentina un solo penique inglés que no estuviera acondicionado a un plan de dominación extranjera (...) si se quiere un ejemplo, mírese el mapa de los ferrocarriles argentinos.
Nuestro biografiado expresa con total claridad la situación de desgarro de los intelectuales de su época, que no son lo que quieren ser -esto es europeos- y no asumen lo que son; hijos mestizos de una América morena. Frente a ello Ramón Doll no sólo denuncia la ambigüedad constitutiva sino también a los intelectuales genuflexos, que se arrodillan frente a los aparatos ideológicos. Como actitud afirmativa reclama más que un compromiso abstracto -que hoy estaría expresado por el intelectual "progre", tipo Feinmann, Pigna- sino la sincera vinculación con las masas. Nadie puede ser parte de ellas si no siente y piensa como ellas. Por ende, para Ramón Doll el compromiso del intelectual es no alejarse del "sentir" de las masas, y no perder el realismo político.
Por ejemplo, Doll, ante la crisis del radicalismo con posterioridad al derrocamiento de Irigoyen, Doll hace un análisis en donde aprecia muchos elementos populares que expresara el radicalismo, como el surgimiento de la clase media, los hijos de inmigrantes, etc, pero le reclama por sus falencias, pues decía: No se tocó uno solo de los dispositivos constitucionales y legales que el patriciado criollo había puesto en vigencia durante la era del 53 y que habían sido una de las herramientas de la enajenación y decadencia nacional. Ya hemos dicho que Doll está imbuido de realismo político y por eso, la crítica al radicalismo no está centrada en sus aspectos doctrinales sino en las consecuencias de sus acciones.
Finalmente, cabe preguntarse qué importancia tiene seguir hablando hoy en día de Ramón Doll…y es que se trata de encontrar ejemplos que permitan seguir sosteniendo que es posible reconstruir un movimiento nacional desde la acción política realista y no desde el marketing o con figuras mediáticas. Un movimiento enraizado en nuestra cultura y nuestros proyectos, que conciba la construcción de poder como una relación persona a persona y no ejercer un clientelismo que nos retrocede hasta la “década infame”; un movimiento donde su entramado sea una vinculación llamada “lealtad” y no la relación laboral del “conchavo”. Esto es lo que según mi visión hace importante hoy a Doll.
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