17 de noviembre de 2011

DE COSTUMBRES CAMPERAS Y LEVAS, ALLA POR 1831 (DOCUMENTO)

Es muy probable que en la época en que era llamado “Matraca”, José Hernández se haya topado con bravas historias de gauchos veteranos de la etapa rosista que pelearon sin descanso. Estamos ubicados entre 1858 y 1859, bienio que encuentra al creador del “Martín Fierro” entre el periodismo y el vagabundeo por el viejo mercado de la ciudad de Paraná, convertida, entonces, en la capital de la Confederación Argentina.

Antes de las últimas dos grandes batallas decisivas de nuestra historia que derivaron, irremediablemente, en el triunfo definitivo del liberalismo británico en el Plata (Cepeda y Pavón, en especial esta última), Hernández ya comenzaba a percibir el final de la patria gaucha que hasta unos años antes lo había cautivado por su romanticismo, sencillez y dureza. Plantearse en ese año de 1858 que la Argentina podía ser definidamente federal no era una locura, aunque el nuevo orden después de 1852 tenía muy en claro que nuestra tierra debía entrar en el juego de la división internacional del trabajo, por ende, someterse bajo las reglas del capital internacional.

Acumulando en su mente brillante los conocimientos adquiridos junto a su padre –partidario fervoroso de la Federación rosista- de las prácticas del gauchaje de la campaña de esos tiempos, José Hernández recordaría cómo todo aquello se iba muriendo a medida que las traiciones se unían al poder inquebrantable del alambrado. De esta forma, el gaucho que levantaba su rancho, que tenía su familia y trabajaba y que servía en la milicia, ahora se veía sin derechos, sin tierras y perseguido, cuando no tenido en cuenta solamente como carne de cañón para alguna reyerta armada en que no estaba en juego los destinos de la patria sino, por el contrario, algún mezquino interés faccioso. Esta situación quedará plasmada en el “Martín Fierro”, sin lugar a dudas. O sea, en el paso de la campaña rosista por aquella otra en la que el paisano ni siquiera era contemplado para habitarla.

EL LISTADO Y LAS FALTAS

Mentiríamos si dijéramos que la vida rural en tiempos de don Juan Manuel de Rosas era idílica, pero seríamos más mentirosos aún si profesáramos que luego de la batalla de Caseros la campaña anduvo mejor. El paraíso campestre se esfumaba al aflorar las famosas levas para asistir al servicio de las armas. En todo tiempo y régimen, el gaucho le quiso escapar…a no ser que el trato de la oficialidad haya sido correcto y acorde a las necesidades de la vida del miliciano. A juzgar por el origen popular de los caudillos federales, estimamos que nunca han sido mejor considerados los gauchos que en esos años cuando completaban las plazas de los batallones y regimientos patrios para luchar contra el impío unitario. De todas formas, si la disciplina militar siempre fue rigurosa era porque el desorden, que en esas instancias estaba ahí nomás, podía significar la derrota y la muerte.

Veamos el siguiente documento de Febrero de 1831, momento en que fueron movilizados los batallones de Buenos Aires y levados los nobles gauchos bonaerenses para emprender una ofensiva militar contra el general unitario José María Paz en la provincia de Córdoba, la cual había tomado tras las acciones de La Tablada, en junio de 1829. En aquél, aparece el nombre de un reclutador: Narciso del Valle, uno de los 31 coroneles que tenía el Ejército Argentino por 1847, de probadísima lealtad al Restaurador de las Leyes y Federal Neto. Pieza hallada en el Archivo General de la Nación, de cuando el hombre de a caballo tenía que dejar las pulperías y otros dulces vicios camperos para ganarse la gloria en el campo del honor, el regreso al rancho y al encuentro de la felicidad de sus críos y su china:


“Relación de los individuos entregados, a virtud en orden superior, al Coronel Don Narciso del Valle para el servicio de las armas.

Febrero 17-

Carlos Bicherson……………….. Herido.

Juan José Acuña……………….. Vago jugador.

Entregados en esta fecha

Tomás Zavaleta………………… Sin papeleta de ocupación ni enrolamiento.

Juan Arce………………………. Íd – Íd.

Manuel Márquez………………. Heridas leves.

Joaquín Guzmán………………. Sin papeleta de contrata ni enrolamiento.

Ignacio Vera…………………… Sin papeleta de contrata ni enrolamiento.

Juan Lorenzo Benítez…………. Intentó robar a un extranjero.

Lino Agüero……………………. Vago sin papeleta.

Juan Navarro…………………... Vago sin papeleta.

Enrique Nelson…………………. Herido.

Juan de la Cruz Arias………….. Uso del cuchillo.

José María López………………. Íd y sin papeleta de ocupación ni enrolamiento.

Cayetano Mansilla……………... Sin ocupación.

Sebastián Coronel……………… Sin documento de ocupación, ni enrolamiento.

José Silva……………………….. Íd.

Fermín Peñaflor……………….. Íd.

Gabino Malaves………………... Íd.

José Domingo Guevara………... Íd.

Jacinto Santillán……………….. Íd.

José Gallardo…………………... Mala conducta y sin documento de enrolamiento.


Buenos Aires, Febrero 19 de 1831.


Perdriel (firma).”


Fuente: Nota de Gregorio Perdriel con nombres de individuos para las armas, 19-II-1831. Archivo General de la Nación, Sala X, 24.4.3., Legajo 1794, Documento 54. Secretaría de Rosas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

DISCULPEN QUE NO ES EL TEMA.

Estimado Sr. Turone y demás miembros,

¿En qué librerías de la ciudad de La Plata o Capital Federal puedo comprar los dos flamantes libros del Dr. González Arzac? Muchas gracias.