En pleno siglo XIX, en un contexto de intenso debate interno acerca del modelo de país que debíamos seguir y del rol que tendríamos que jugar en el mundo, Juan Bautista Alberdi conocido popularmente como el padre y mentor de la Constitución Nacional llevó a cabo un plan antinacional que negaba tanto la hispanidad como los componentes autóctonos de nuestro territorio.
Alberdi, convencido demo-liberal observó detalladamente a la ya establecida Constitución de los Estados Unidos de América que consideraba ejemplo de progreso y civilización para reproducir un modelo similar en nuestro país. Esto traía de por sí excluir los arraigados elementos hispánicos que él consideraba resabios colonialistas que implicaban atraso y barbarie en pos de crear a través del fomento de la inmigración anglosajona valores culturales que consideraba los únicos capaces de llevar a la nación al progreso económico y político. Estados Unidos era en ese entonces, vale aclarar, el único país de América que ya emancipado había establecido un sistema constitucional acorde a sus orígenes y a sus características particulares muy distantes de la América hispánica.
Su concepción de progreso acorde con el modelo liberal planteado luego por la conocida generación del ’80, recordemos que Alberdi mantuvo polémicas con Sarmiento y Mitre dentro su ideología y nutriéndose de ellas resaltó la figura de “el roto, el gaucho, el cholo” como la antítesis del “inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente”. El modelo alberdiano consideraba a la educación como un proceso lento y despilfarrador proponía “traer de afuera los elementos ya preparados y formados” para formar a las nuevas generaciones de nativos acorde a “civilización de sus hábitos”.
En su tesis “Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina” quedan expuestas sus máximas para alcanzar el desarrollo nacional a través del fomento de los tratados extranjeros, la tolerancia religiosa, desarrollo de las comunicaciones destacando la importancia del ferrocarril, fomento de franquicias y privilegios para las empresas extranjeras, y sobre todo destaca la importancia de la libre navegación de nuestras aguas como medio de internar la acción civilizadora de Europa para no hacerlos de dominio exclusivo de “nuestras banderas indigentes y pobres”.
A través de estos postulados, Alberdi describe de manera sistematizada su proyecto de país dependiente, tengamos en cuenta que durante esta época de conformación de los estados nación en Latinoamérica la principal demanda por parte del Imperio Británico era la libre navegación de los ríos para despojar de proteccionismos aduaneros.
El libre comercio era un punto importantísimo para la concepción liberal de aquel entonces para que quede asegurado el papel de los países dependientes en la configuración del sistema de comercio internacional, ya que fomentaba la exportación de materias primas y de la toma de préstamos para el desarrollo de su futuro aparato productivo, cosa que resultaba imposible ya que el valor de los préstamos más la usura hacían imposibles completar los pagos, y de este modo se configuraba la dependencia económica mediante el creciente endeudamiento.
Alberdi destaca la figura de Juan Manuel de Rosas como el arquetipo del atraso y el salvajismo por no llevar a cabo un proyecto de país afín con la concepción liberal extranjerizante que postulaba la incorporación forzosa de la cosmovisión anglosajona en nuestro suelo considerándolo como el “más perfecto de los hombres” por su “raza sin mezclas”. Luego de la caída de Rosas en Caseros, Justo José de Urquiza lo designa diplomático y lo lleva a la misión de reconocimiento por parte de Europa de la Confederación Argentina con la incorporación de Buenos Aires como nación independiente. Luego de Pavón es destituido pero pronto vuelve a la escena política nacional como senador por Tucumán, su provincia natal.
Las Bases de Alberdi fueron utilizadas como borrador para la elaboración de la Constitución Nacional de 1853 catapultando a la figura de Alberdi como inspirador del modelo nacional civilizador y en pos del progreso según cuenta la historia oficial.
El interrogante queda abierto: ¿Qué hubiera sucedido si Rosas resultaba vencedor en Caseros? De seguro el modelo liberal extranjerizante hubiera perecido ante el modelo federal que representaba los intereses nacionales respetando nuestras características autóctonas y populares.
El desafío para los próximos años es desarraigar el modelo liberal extranjerizante vencedor en 1852, que continua hasta hoy con modificaciones acordes al nuevo imperialismo angloamericano, para encausar a nuestra nación en un modelo autónomo acorde a nuestros intereses y a nuestras necesidades sabiendo que nuestras características hispánicas, indígenas, gauchescas y cristianas son nuestro principal capital para alcanzar el desarrollo nacional. Para esto es fundamental la concientización de las nuevas generaciones actualmente inmersas en un mar de confusiones y de ignorancia sobre nuestras raíces culturales y nuestro ser nacional producto del modelo liberal consumista que hoy impera.
La posibilidad de cambio y transformación de la cosmovisión dominante queda siempre abierta a que en algún futuro el espíritu de la Argentina despierte y escriba su propia historia.
Por Paula Garibotto
Alberdi, convencido demo-liberal observó detalladamente a la ya establecida Constitución de los Estados Unidos de América que consideraba ejemplo de progreso y civilización para reproducir un modelo similar en nuestro país. Esto traía de por sí excluir los arraigados elementos hispánicos que él consideraba resabios colonialistas que implicaban atraso y barbarie en pos de crear a través del fomento de la inmigración anglosajona valores culturales que consideraba los únicos capaces de llevar a la nación al progreso económico y político. Estados Unidos era en ese entonces, vale aclarar, el único país de América que ya emancipado había establecido un sistema constitucional acorde a sus orígenes y a sus características particulares muy distantes de la América hispánica.
Su concepción de progreso acorde con el modelo liberal planteado luego por la conocida generación del ’80, recordemos que Alberdi mantuvo polémicas con Sarmiento y Mitre dentro su ideología y nutriéndose de ellas resaltó la figura de “el roto, el gaucho, el cholo” como la antítesis del “inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente”. El modelo alberdiano consideraba a la educación como un proceso lento y despilfarrador proponía “traer de afuera los elementos ya preparados y formados” para formar a las nuevas generaciones de nativos acorde a “civilización de sus hábitos”.
En su tesis “Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina” quedan expuestas sus máximas para alcanzar el desarrollo nacional a través del fomento de los tratados extranjeros, la tolerancia religiosa, desarrollo de las comunicaciones destacando la importancia del ferrocarril, fomento de franquicias y privilegios para las empresas extranjeras, y sobre todo destaca la importancia de la libre navegación de nuestras aguas como medio de internar la acción civilizadora de Europa para no hacerlos de dominio exclusivo de “nuestras banderas indigentes y pobres”.
A través de estos postulados, Alberdi describe de manera sistematizada su proyecto de país dependiente, tengamos en cuenta que durante esta época de conformación de los estados nación en Latinoamérica la principal demanda por parte del Imperio Británico era la libre navegación de los ríos para despojar de proteccionismos aduaneros.
El libre comercio era un punto importantísimo para la concepción liberal de aquel entonces para que quede asegurado el papel de los países dependientes en la configuración del sistema de comercio internacional, ya que fomentaba la exportación de materias primas y de la toma de préstamos para el desarrollo de su futuro aparato productivo, cosa que resultaba imposible ya que el valor de los préstamos más la usura hacían imposibles completar los pagos, y de este modo se configuraba la dependencia económica mediante el creciente endeudamiento.
Alberdi destaca la figura de Juan Manuel de Rosas como el arquetipo del atraso y el salvajismo por no llevar a cabo un proyecto de país afín con la concepción liberal extranjerizante que postulaba la incorporación forzosa de la cosmovisión anglosajona en nuestro suelo considerándolo como el “más perfecto de los hombres” por su “raza sin mezclas”. Luego de la caída de Rosas en Caseros, Justo José de Urquiza lo designa diplomático y lo lleva a la misión de reconocimiento por parte de Europa de la Confederación Argentina con la incorporación de Buenos Aires como nación independiente. Luego de Pavón es destituido pero pronto vuelve a la escena política nacional como senador por Tucumán, su provincia natal.
Las Bases de Alberdi fueron utilizadas como borrador para la elaboración de la Constitución Nacional de 1853 catapultando a la figura de Alberdi como inspirador del modelo nacional civilizador y en pos del progreso según cuenta la historia oficial.
El interrogante queda abierto: ¿Qué hubiera sucedido si Rosas resultaba vencedor en Caseros? De seguro el modelo liberal extranjerizante hubiera perecido ante el modelo federal que representaba los intereses nacionales respetando nuestras características autóctonas y populares.
El desafío para los próximos años es desarraigar el modelo liberal extranjerizante vencedor en 1852, que continua hasta hoy con modificaciones acordes al nuevo imperialismo angloamericano, para encausar a nuestra nación en un modelo autónomo acorde a nuestros intereses y a nuestras necesidades sabiendo que nuestras características hispánicas, indígenas, gauchescas y cristianas son nuestro principal capital para alcanzar el desarrollo nacional. Para esto es fundamental la concientización de las nuevas generaciones actualmente inmersas en un mar de confusiones y de ignorancia sobre nuestras raíces culturales y nuestro ser nacional producto del modelo liberal consumista que hoy impera.
La posibilidad de cambio y transformación de la cosmovisión dominante queda siempre abierta a que en algún futuro el espíritu de la Argentina despierte y escriba su propia historia.
Por Paula Garibotto
(Nota publicada en el Boletín “La Reconquista”, N° 16, Diciembre de 2010)
No hay comentarios:
Publicar un comentario