Resguardados por la Cruz de Malta y el pabellón de la Santa Federación, los integrantes de Jóvenes Revisionistas, ORP y ASIMM recordaron a don Juan Manuel de Rosas.
El presidente de Jóvenes Revisionistas, Gabriel Turone, dirigiéndose a sus compañeros y camaradas en el acto por el 134 aniversario del paso a la inmortalidad del Restaurador.
Federico Addisi, conductor de la ORP, también estuvo presente en el homenaje frente a la bóveda de los Ortiz de Rozas.
El 14 de marzo despuntaba. Habían pasado algunos minutos de las 8 de la madrugada cuando, en silenciosa caminata, los integrantes de Jóvenes Revisionistas (JR) y de ASIMM (Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y Servicios) se dirigieron hasta la bóveda de la familia Ortiz de Rozas, para recordar un nuevo año, el 134, del fallecimiento del brigadier general Juan Manuel de Rosas. Poca gente por los pasillos angostos del cementerio de La Recoleta, y la estatua de Alberdi estaba allí, en lo alto, soberbia, dándole la espalda a la prole del Restaurador, que descansa para siempre.
La entonación del Himno Nacional Argentino se oyó con estridencia, como solamente Rosas lo merecía, por tanta dedicación brindada a la patria. Luego, el secretario de Relaciones Institucionales de JR, Diego Mazzella, anunció al compañero trabajador Ariel, de ASIMM, para que brinde unas sentidas palabras que fueron atentamente escuchadas por todos los presentes. “Cuando el 14 de marzo de 1877 pasaba a la inmortalidad el hoy homenajeado –dijo en un pasaje el trabajador de ASIMM-, ya la tinta de Sarmiento y su logia de traidores empezaba a escribir la página más falaz de la historia argentina, denostando a quien reimplantó el orden, el respeto a las leyes y a las instituciones”.
Más tarde, expresó unos conceptos alusivos el secretario adjunto de ASIMM, Maximiliano Arranz, el cual volvió a reiterar algo que ya había manifestado en el homenaje a Juan Facundo Quiroga, en febrero último, en cuanto a que no hay que pensar la lucha por la patria desde posturas de izquierdas y derechas, puesto que ambas coinciden en sus propósitos por tratarse de ideologías disgregadoras del ser nacional y su idiosincrasia. Dijo que Rosas, en su defensa de la soberanía nacional, tuvo que hacer frente a personajes que adoptaron dichas concepciones originadas a partir de la funesta Revolución Francesa masónica de 1789.
Gabriel Turone, presidente de Jóvenes Revisionistas, tomó la palabra luego del secretario adjunto de ASIMM. Aquí está el testimonio que dejó a los militantes y trabajadores que yacían apostados delante del sepulcro del Restaurador de las Leyes:
Compañeros, camaradas, señoras y señores:
Ante la bóveda de la familia Ortiz de Rozas, nos encontramos hoy los representantes de tres organizaciones hermanas que tienen como premisa y norte revalorizar los hechos más gloriosos de uno de los más grandes estadistas y gobernantes de la historia argentina, el brigadier general Juan Manuel de Rosas, al cumplirse 134 años de su fallecimiento.
Tanto en la vida como en la muerte, Juan Manuel de Rosas fue uno de los máximos chivos expiatorios que tuvieron los enemigos de la nacionalidad para endilgarle crímenes inexistentes, o bien, cuando la locura de la mentira fue más allá, para enrostrarle los males del país en materia de educación, institucionalidad o cultura. Y por si fuera poco, una vez apagada la vida del Restaurador, sus dos períodos como gobernador fueron resumidos por estos pensadores del cipayismo con apenas 3 o 4 calificativos tales como el de “tirano”, “déspota” o “bárbaro”. Apenas un puñado de palabras para abarcar sus 20 años al frente de la provincia más importante de la república, período signado por los asedios permanentes y las guerras interminables.
La conclusión de que Rosas fue un arquetipo del dirigente nacional que todos deseamos para el país, nos llega por la clarividencia que tuvo el mismo don Juan Manuel, a quien con total razón podemos catalogar de ‘proto-revisionista’, pues, en vísperas de Caseros, en lugar de llevarse al exilio sus bienes y riquezas, prefirió colocar en cajones la mayoría de los documentos administrativos de su gobierno para que, salvados de la quemazón que les aguardaba, el día de mañana, que bien puede ser el presente, nadie pueda proferir que Rosas fue un ladrón o un traidor a su pueblo.
Así, los documentos que por años estuvieron en poder de su hija Manuelita Rosas Terrero en Londres, Inglaterra, un día fueron descubiertos por un masón y funcionario de Bartolomé Mitre, don Adolfo Saldías, el cual, sorprendido por el hallazgo que acababa de protagonizar, publicó una obra que golpeó el armazón oxidado de la historiografía liberal que estaba pobremente sostenido con mentiras y ocultamientos. Saldías pidió que su obra se editara en Argentina, pero nadie quiso tomar semejante responsabilidad, terminando de hacerse en una editorial francesa.
La entonación del Himno Nacional Argentino se oyó con estridencia, como solamente Rosas lo merecía, por tanta dedicación brindada a la patria. Luego, el secretario de Relaciones Institucionales de JR, Diego Mazzella, anunció al compañero trabajador Ariel, de ASIMM, para que brinde unas sentidas palabras que fueron atentamente escuchadas por todos los presentes. “Cuando el 14 de marzo de 1877 pasaba a la inmortalidad el hoy homenajeado –dijo en un pasaje el trabajador de ASIMM-, ya la tinta de Sarmiento y su logia de traidores empezaba a escribir la página más falaz de la historia argentina, denostando a quien reimplantó el orden, el respeto a las leyes y a las instituciones”.
Más tarde, expresó unos conceptos alusivos el secretario adjunto de ASIMM, Maximiliano Arranz, el cual volvió a reiterar algo que ya había manifestado en el homenaje a Juan Facundo Quiroga, en febrero último, en cuanto a que no hay que pensar la lucha por la patria desde posturas de izquierdas y derechas, puesto que ambas coinciden en sus propósitos por tratarse de ideologías disgregadoras del ser nacional y su idiosincrasia. Dijo que Rosas, en su defensa de la soberanía nacional, tuvo que hacer frente a personajes que adoptaron dichas concepciones originadas a partir de la funesta Revolución Francesa masónica de 1789.
Gabriel Turone, presidente de Jóvenes Revisionistas, tomó la palabra luego del secretario adjunto de ASIMM. Aquí está el testimonio que dejó a los militantes y trabajadores que yacían apostados delante del sepulcro del Restaurador de las Leyes:
Compañeros, camaradas, señoras y señores:
Ante la bóveda de la familia Ortiz de Rozas, nos encontramos hoy los representantes de tres organizaciones hermanas que tienen como premisa y norte revalorizar los hechos más gloriosos de uno de los más grandes estadistas y gobernantes de la historia argentina, el brigadier general Juan Manuel de Rosas, al cumplirse 134 años de su fallecimiento.
Tanto en la vida como en la muerte, Juan Manuel de Rosas fue uno de los máximos chivos expiatorios que tuvieron los enemigos de la nacionalidad para endilgarle crímenes inexistentes, o bien, cuando la locura de la mentira fue más allá, para enrostrarle los males del país en materia de educación, institucionalidad o cultura. Y por si fuera poco, una vez apagada la vida del Restaurador, sus dos períodos como gobernador fueron resumidos por estos pensadores del cipayismo con apenas 3 o 4 calificativos tales como el de “tirano”, “déspota” o “bárbaro”. Apenas un puñado de palabras para abarcar sus 20 años al frente de la provincia más importante de la república, período signado por los asedios permanentes y las guerras interminables.
La conclusión de que Rosas fue un arquetipo del dirigente nacional que todos deseamos para el país, nos llega por la clarividencia que tuvo el mismo don Juan Manuel, a quien con total razón podemos catalogar de ‘proto-revisionista’, pues, en vísperas de Caseros, en lugar de llevarse al exilio sus bienes y riquezas, prefirió colocar en cajones la mayoría de los documentos administrativos de su gobierno para que, salvados de la quemazón que les aguardaba, el día de mañana, que bien puede ser el presente, nadie pueda proferir que Rosas fue un ladrón o un traidor a su pueblo.
Así, los documentos que por años estuvieron en poder de su hija Manuelita Rosas Terrero en Londres, Inglaterra, un día fueron descubiertos por un masón y funcionario de Bartolomé Mitre, don Adolfo Saldías, el cual, sorprendido por el hallazgo que acababa de protagonizar, publicó una obra que golpeó el armazón oxidado de la historiografía liberal que estaba pobremente sostenido con mentiras y ocultamientos. Saldías pidió que su obra se editara en Argentina, pero nadie quiso tomar semejante responsabilidad, terminando de hacerse en una editorial francesa.
El presidente de Jóvenes Revisionistas, Gabriel Turone, dirigiéndose a sus compañeros y camaradas en el acto por el 134 aniversario del paso a la inmortalidad del Restaurador.
A partir de este hecho, Rosas dejaba de ser aquel “tirano”, “déspota” o “bárbaro” que nos contaron los broncíneos Sarmiento, Vicente Fidel López o Bartolomé Mitre, pasando a transformarse, por la verdad de los papeles, en el amigo de los indios, de los mulatos, de los negros y de los gauchos, es decir, de todos aquellos sectores que habitaban nuestro suelo pero que solamente servían, hasta antes de 1829, como ‘carne de cañón’ para las elucubraciones no siempre claras de los logistas y vendidos al oro extranjero. Que, además, había sido el heredero del sable corvo del Libertador San Martín, y el defensor heroico de la soberanía nacional. Que representaba, asimismo, la cara visible de la única administración pública que había derrotado diplomáticamente a los ingleses y a los franceses después de las acciones bélicas, cuando no el primer gobernador que empezó con los reclamos anuales, ante la Legislatura de Buenos Aires, de los derechos inalienables argentinos sobre las Islas Malvinas, reclamos que ahora se hacen con total naturalidad por parte de cualquier mandatario.
Las universidades, las escuelas y demás establecimientos educativo-culturales de la Federación no cerraron un solo día mientras gobernó Juan Manuel de Rosas, pese a las vicisitudes económicas que su régimen debió padecer por los largos bloqueos llevados a cabo por Francia e Inglaterra. Inclusive, muchos salvajes unitarios que luego atacaron con denuedo a Rosas desde el exilio, o desde el interior, eran profesionales recibidos en los claustros argentinos durante su administración como Marco Avellaneda, Vicente Fidel López, Emilio Agrelo, Pastor Obligado, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Félix Frías, etc., etc.
A su vez, descubrimos que Rosas fue un eminente forjador de pueblos fronterizos, prósperas ciudades que con el correr de los años se han transformado en centros de producción agrícola-ganaderos e industriales de primer nivel, como Azul, Bahía Blanca, Chivilcoy, Dolores, Tandil, Las Flores, Lobería, Saladillo, Mar Chiquita, 25 de Mayo y Bragado, entre tantas otras.
Las economías provinciales, las cuentas del Erario Público, la aplicación de las leyes y de todo el andamiaje jurídico vigente de la época sobresalieron gracias al sello inconfundible del hombre de orden que fue Don Juan Manuel de Rosas.
Antes de la vil traición de Urquiza que se consumó en Caseros, la Confederación Argentina rosista iba en camino del restablecimiento del antiguo Virreinato del Río de la Plata bajo una política auténticamente criolla, que no necesitaba prestarle atención a las recetas foráneas que luego, con saña espectacular, nos indujeron a nuestro extravío y a la condición de colonia de los centros de poder mundial.
Al fin y al cabo, nada más realista a la hora de sopesar su obra al frente de la patria durante tantos años que aquella frase llena de veracidad y justicia que expresara el Restaurador y que decía que “si más no hemos hecho es porque más no hemos podido”. Rosas no había hecho más porque las circunstancias no se lo permitieron, porque los traidores a la causa argentina dieron su malévola estocada final contra todo lo que nos había costado años forjar para ser libres, justos y soberanos. Y con su derrocamiento, hubo condiciones óptimas para perpetrar las desgracias futuras que padeció Hispanoamérica, como el bombardeo a Paysandú, la Guerra de la Triple Alianza, el aniquilamiento de las últimas montoneras federales, la pérdida de las Misiones Guaraníes y el triunfo de la masonería inglesa en todos los países de la región.
A 134 años de su muerte, queremos seguir sosteniendo su recuerdo permanente a fin de que sirva como ejemplo para los que, imitando su dedicación y su coherencia, libren a la patria del yugo hasta ahora imbatible de la servidumbre y el ninguneo, y también para que tengamos los argentinos, una visión esclarecida y purificada de las hediondas excrecencias de los que vituperaron su ilustre nombre y servicios patrióticos.
¡Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, DESCANSE EN PAZ!
Muchas gracias.”
El último orador de este homenaje que se le ha hecho a Rosas fue Federico Gastón Addisi, conductor de la Organización Resistencia Peronista (ORP). Entre otras cosas, él se preguntó cuántos presidentes o figuras principales de la política argentina, como don Juan Manuel, tuvieron el recaudo y la valentía de guardar y llevarse consigo los documentos públicos y privados de sus gobiernos para que la historia no los juzgue mal a posteriori. A su vez, elogió el esfuerzo de los presentes que estaban a las 8 de la madrugada de un día laboral en un cementerio y rindiendo honores a un prócer argentino del siglo XIX.
Las universidades, las escuelas y demás establecimientos educativo-culturales de la Federación no cerraron un solo día mientras gobernó Juan Manuel de Rosas, pese a las vicisitudes económicas que su régimen debió padecer por los largos bloqueos llevados a cabo por Francia e Inglaterra. Inclusive, muchos salvajes unitarios que luego atacaron con denuedo a Rosas desde el exilio, o desde el interior, eran profesionales recibidos en los claustros argentinos durante su administración como Marco Avellaneda, Vicente Fidel López, Emilio Agrelo, Pastor Obligado, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Félix Frías, etc., etc.
A su vez, descubrimos que Rosas fue un eminente forjador de pueblos fronterizos, prósperas ciudades que con el correr de los años se han transformado en centros de producción agrícola-ganaderos e industriales de primer nivel, como Azul, Bahía Blanca, Chivilcoy, Dolores, Tandil, Las Flores, Lobería, Saladillo, Mar Chiquita, 25 de Mayo y Bragado, entre tantas otras.
Las economías provinciales, las cuentas del Erario Público, la aplicación de las leyes y de todo el andamiaje jurídico vigente de la época sobresalieron gracias al sello inconfundible del hombre de orden que fue Don Juan Manuel de Rosas.
Antes de la vil traición de Urquiza que se consumó en Caseros, la Confederación Argentina rosista iba en camino del restablecimiento del antiguo Virreinato del Río de la Plata bajo una política auténticamente criolla, que no necesitaba prestarle atención a las recetas foráneas que luego, con saña espectacular, nos indujeron a nuestro extravío y a la condición de colonia de los centros de poder mundial.
Al fin y al cabo, nada más realista a la hora de sopesar su obra al frente de la patria durante tantos años que aquella frase llena de veracidad y justicia que expresara el Restaurador y que decía que “si más no hemos hecho es porque más no hemos podido”. Rosas no había hecho más porque las circunstancias no se lo permitieron, porque los traidores a la causa argentina dieron su malévola estocada final contra todo lo que nos había costado años forjar para ser libres, justos y soberanos. Y con su derrocamiento, hubo condiciones óptimas para perpetrar las desgracias futuras que padeció Hispanoamérica, como el bombardeo a Paysandú, la Guerra de la Triple Alianza, el aniquilamiento de las últimas montoneras federales, la pérdida de las Misiones Guaraníes y el triunfo de la masonería inglesa en todos los países de la región.
A 134 años de su muerte, queremos seguir sosteniendo su recuerdo permanente a fin de que sirva como ejemplo para los que, imitando su dedicación y su coherencia, libren a la patria del yugo hasta ahora imbatible de la servidumbre y el ninguneo, y también para que tengamos los argentinos, una visión esclarecida y purificada de las hediondas excrecencias de los que vituperaron su ilustre nombre y servicios patrióticos.
¡Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, DESCANSE EN PAZ!
Muchas gracias.”
El último orador de este homenaje que se le ha hecho a Rosas fue Federico Gastón Addisi, conductor de la Organización Resistencia Peronista (ORP). Entre otras cosas, él se preguntó cuántos presidentes o figuras principales de la política argentina, como don Juan Manuel, tuvieron el recaudo y la valentía de guardar y llevarse consigo los documentos públicos y privados de sus gobiernos para que la historia no los juzgue mal a posteriori. A su vez, elogió el esfuerzo de los presentes que estaban a las 8 de la madrugada de un día laboral en un cementerio y rindiendo honores a un prócer argentino del siglo XIX.
Federico Addisi, conductor de la ORP, también estuvo presente en el homenaje frente a la bóveda de los Ortiz de Rozas.
La bóveda del Señor de las Pampas ya estaba cubierta por una corona de laureles y algunas banderas, una de las cuales era la de la gloriosa y siempre invicta Confederación Argentina que muy honrosamente había llevado adelante, en tiempos gauchos, el Gran Americano.
Por Jóvenes Revisionistas
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