18 de agosto de 2007

CARTA DEL LIBERTADOR AL GRAL. O' HIGGINS


CARTA DEL LIBERTADOR AL GRAL. O’HIGGINS COMENTANDO LA GRAVE SITUACION EN LAS PROVINCIAS UNIDAS EN 1829

“(…) Después de escrita ésta recibo la del Gral. Lavalle, que remito en copia, con mi contestación, su objeto era que yo me encargase del mando del ejercito y provincia de Bs.As., y transase con las demás provincias, a fin de garantir por mi parte y el de los demás gobernadores /a/ los autores del movimiento del 1º de diciembre; pero Ud. Conocerá que en el estado de exaltación a que han llegado las pasiones; era absolutamente imposible reunir los partidos en cuestión, sin que quede otro arbitrio que el exterminio de uno de ellos. Por otra parte, los autores del movimiento del 1º son Rivadavia y sus satélites, y a Ud. Le consta los inmensos males que estos hombres han hecho, no solo a este país sino al resto de la América con su infernal conducta. Si mi alma fuese tan despreciable como las suyas, yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres; pero es necesario enseñarles la diferencia que hay de un hombre de bien a un malvado.”






De esta manera el Libertador en carta a su fiel amigo O’Higgins del 19 de abril de 1829, condenaba y rechazaba la oferta del partido unitario y afirmaba que “en el estado de exaltación” de las pasiones “era absolutamente imposible reunir los partidos en cuestión”, siendo la única opción “el exterminio de uno de ellos”.

Con estas palabras siempre sinceras del padre de la patria renace aquel concepto dicho por José Maria Rosa en su obra “La misión García ante Lord Strangford”; que esclarece la gran problemática de nuestra patria: para unos la argentinidad nació consubstanciada con el régimen político liberal y el patriotismo consistía en traer la llamada civilización europea, por lo menos su exterioridad mas evidente, que era el régimen constitucional y las logias. De esa forma no traicionaban a la nación aliándose con el extranjero, sino que era una empresa patriótica para civilizar nuestro bárbaro país.


Pero para otros argentinos como Dorrego, Rosas, López y Quiroga la patria era algo real y vivo, que estaba en los hombres y las cosas de la tierra. Era una nacionalidad con sus modalidades propias, su tradición y su manera de sentir y de pensar que le daban individualidad, que justamente había que preservar de la absorción foránea. No estaba en un digesto legal, sino en el sentimiento de una tradición común y la conciencia de una solidaridad.

Esta última forma de entender la patria es la que ardía en el pecho del general San Martín y que mas tarde encarnaría Juan Manuel de Rosas. Por entenderlo así, y ver reflejado en la persona del Restaurador el espíritu de verdadero caudillo, conductor de su pueblo; que llevando por norte la independencia y la soberanía, el sentir de la patria y la religión de nuestra tierra por herencia; decidió honrarlo con la distinción más alta a la que podía aspirar un argentino bien nacido. La comunidad de ideales y el amor a la nación que los dos próceres profesaban quedó estampado para la eternidad en el testamento del libertador: “El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al general de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.


Por Andrés Mac Lean


Bibliografía:

CHÁVEZ, Fermín, Testamentos de San Martín y Rosas y La Protesta de Rosas, Buenos Aires, Theoría, 1991.
PICCINALI, Juan Héctor, San Martín y Rosas, Buenos Aires, Estrella Federal, 1998.

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